Versión estenográfica de la Ceremonia Solemne para la develación de la inscripción en el Muro de Honor del Senado de la República de la leyenda: “Universidad Nacional Autónoma de México. Por mi raza hablará el espíritu”.
MODERADORA: Muro de Honor del Senado de la República la leyenda “Universidad Nacional Autónoma de México. Por mi raza hablará el espíritu”.
Tiene el uso de la palabra la senadora Ana Lilia Rivera Rivera, presidenta de la Mesa Directiva.
SENADORA ANA LILIA RIVERA RIVERA: Buenos días a todas y a todos.
Iniciamos la Ceremonia Solemne para develar la leyenda en el Muro de Honor del Senado de la República: “Universidad Nacional Autónoma de México. Por mi raza hablará el espíritu”.
Tiene el uso de la palabra en este día una mujer que ha acompañado durante tantos años, la admiración y el respeto por esta gran institución que es de todas y todos los mexicanos.
Por eso, quienes fuimos convocados para la develación en el Muro de Honor que este día se convertirá en el último que cierra este periodo legislativo, damos la bienvenida a quienes nos acompañan en el presídium:
El senador Miguel Ángel Mancera Espinosa.
La senadora Beatriz Paredes Rangel.
La senadora Elvia Marcela Mora Arellano.
El senador Navor Alberto Rojas Mancera.
El senador Ricardo Monreal Ávila.
Y, con respeto y admiración, recibimos al doctor Leonardo Lomelí Vanegas, Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Asimismo, nos congratula saludar la presencia del doctor José Sarukhán Kermez, exrector de la UNAM.
El doctor Juan Ramón de la Fuente, exrector de la UNAM.
El doctor José Narro Robles, exrector de la UNAM.
El doctor Enrique Cabrero Mendoza, presidente de la Junta de Gobierno.
El maestro Mario Luis Fuentes Alcalá, vicepresidente del Patronato Universitario.
La doctora Patricia Dolores Dávila Aranda, Secretaria General de la UNAM.
Al doctor Enrique Graue, exrector de la UNAM.
La doctora Rosaura Ruiz Gutiérrez, quien ha sido designada como Secretaria de Ciencia, Tecnología e Innovación para la próxima administración.
La doctora Annie Pardo Cemo, investigadora emérita de la UNAM.
El licenciado Enrique Del Val Blanco, de la Coordinación General de Planeación y Simplificación de la Gestión Institucional.
La química Bertha Guadalupe Rodríguez Samano, Secretaria General del Comité Ejecutivo de la APAUNAM.
El licenciado Dionisio Meade García León, presidente del Consejo Directivo de la Fundación UNAM.
Y el doctor Luis Armando González Placencia, Secretario General Ejecutivo de la ANUIES.
Así también nos acompañan la doctora Mónica González Contró, Directora del Instituto de Investigaciones Jurídicas.
La doctora Sonia Venegas Álvarez, Directora de la Facultad de Derecho.
El doctor Jorge Federico Márquez Muñoz, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.
El doctor Germán Pérez Fernández del Castillo, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.
El señor Luis Raúl González Pérez, Presidente de PUMAS.
Y también nos acompaña el doctor Filiberto Rivera Torres, investigador de la UNAM.
Todos ellos de esta comunidad universitaria, sean ustedes bienvenidas, bienvenidos a esta Ceremonia Solemne del Senado de la República.
Asimismo, damos la bienvenida a las distinguidas personalidades que nos acompañan y para quienes resulta ampliamente significativo este reconocimiento nacional a nuestra gran casa de estudios.
Saludamos la presencia se la senadora Maura Hernández Fernández, quien también hoy nos acompaña.
Como ya mencioné, el apotegma que hoy nos ha reunido es: “Universidad Nacional Autónoma de México. Por mi raza hablará el espíritu”, el cual se desprende de las iniciativas presentadas por el senador Alberto Rojas Mancera el 8 de febrero; la senadora Elvia Marcela Mora Arellano el 14 de febrero; el senador Ricardo Monreal Ávila el 5 de marzo; y el senador Miguel Ángel Mancera Espinoza el 6 de marzo, todas del año en curso.
Se turnaron a la Comisión de Educación para su análisis y dictaminación.
Entre las consideraciones que la Comisión tomó en cuenta para la elaboración del dictamen, se encuentran: que la universidad tiene como antecedentes a la real y pontificia Universidad de México y a la Escuela Nacional Preparatoria, instituciones fundamentales para entender el desarrollo educativo de nuestro país.
Que don Justo Sierra, desde 1881, impulsó la creación de la universidad, logrando consolidarla en 1910, cuando presentó el proyecto para la Universidad Nacional de México, el cual fue aprobado el 22 de septiembre del mismo año.
La universidad, entonces, se constituyó por las escuelas Nacional Preparatoria de Jurisprudencia, de Medicina, de Ingenieros, de Bellas Artes, en lo concerniente a la enseñanza de la arquitectura y de altos estudios.
En 1929, se formuló el proyecto de la Ley Orgánica de la Universidad Nacional Autónoma de México, misma que fue publicada en el Diario Oficial de la Federación el 26 de julio del mismo año. De esta forma se creó la Universidad Nacional Autónoma de México.
La Universidad Nacional Autónoma de México actualmente cuenta con 16 facultades, cinco Unidades Multidisciplinarias, nueve escuelas nacionales, nueve planteles de la Escuela Nacional Preparatoria, planteles de Colegio y Ciencias Humanidades, 35 institutos, 14 centros y 13 programas universitarios.
La máxima casa de estudios es reconocida en el mundo por su excelencia académica y la contribución a la investigación de vanguardia.
Es evidente el aporte que la Universidad Nacional Autónoma de México, a través de su comunidad compuesta por directivos, académicos, administrativos y estudiantes, han brindado al país a lo largo de su historia.
Aprobado el dictamen en la Comisión, fue remitido al Pleno, donde el 23 de abril pasado fue aprobado por unanimidad y posteriormente publicado en el Diario Oficial de la Federación el 2 de mayo del año en curso.
Para iniciar con las actividades de esta ceremonia, se proyectará un video alusivo a la Universidad Nacional Autónoma de México.
Proceda el personal técnico, por favor.
(PROYECCIÓN DE VIDEO)
SENADORA ANA LILIA RIVERA RIVERA: Tiene el uso de la Tribuna el senador Miguel Ángel Mancera Espinosa, uno de los promoventes de esta leyenda.
SENADOR MIGUEL ÁNGEL MANCERA ESPINOSA: Con su permiso, Presidenta.
Compañeras senadoras, compañeros senadores:
Quiero dar la bienvenida a esta Cámara al señor Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, doctor Leonardo Lomelí Vanegas, y, al mismo tiempo, saludar a los muy distinguidos exrectores de la Universidad aquí presentes:
Saludar al doctor Enrique Cabrero, presidente de la Junta de Gobierno de la UNAM. A la doctora Patricia Dávila, secretaria general de la UNAM. Al maestro Hugo Concha, Abogado General de la UNAM. A la doctora Annie Pardo, investigadora emérita de nuestra Universidad. A la doctora Sonia Venegas Álvarez, directora de la Facultad de Derecho.
A la doctora Mónica González Contró, director del Instituto de Investigaciones Jurídicas. A la doctora Rosaura Ruiz, futura secretaria de ciencia y Tecnología.
Asimismo, saludar a destacados profesores, como Raúl González Plascencia, Dionisio Meade, al doctor Jaime Cárdenas, al doctor Jorge Federico Márquez. Saludar al presidente de la Junta Directiva del Club Universidad, doctor Luis Raúl González Pérez.
A directores, a directoras, profesores, profesoras eméritas que sin duda han contribuido al prestigio de nuestra querida Casa de Estudios.
A todos los invitados, invitadas especiales.
Bienvenidos y bienvenidas universitarias, universitarios.
A nombre propio y del Grupo Parlamentario del PRD, es un orgullo participar en esta ceremonia histórica, en la que el Senado de la República rinde merecido homenaje a la Universidad Nacional Autónoma de México.
Hoy, inmortalizaremos en el Muro de Honor a la UNAM, y con ello reconocemos su grandeza y su trascendencia en la vida del país.
En la formación de la conciencia nacional, en la creación de las instituciones democráticas, en suma, en la consolidación de la República.
Esta inscripción confirma que los esfuerzos de la UNAM están a la altura de nuestros héroes nacionales, que forma parte de la memoria de México. Por ello, debe ser preservada en estos muros y servir de inspiración al trabajo parlamentario.
Como universitario, me emociona rendir homenaje a mi Alma Máter. ¿Pero qué es un Alma Máter? Este término latino identifica muy bien a la Universidad como ese espacio, como ese ente que nos da alimento intelectual como una madre nutricia que inunda de conocimiento sus 4 mil 800 aulas, más de 3 mil laboratorios, sus 36 campus a nivel nacional.
Ese término trasciende las fronteras de esta infraestructura que alberga a más de 370 mil alumnas y alumnos, y lo hace por medio de la constante difusión del conocimiento, de las actividades culturales y su presencia en la discusión pública.
El alimento intelectual que brinda la Universidad también se encuentra en la labor profesional de miles de mexicanas y mexicanos en prácticamente todas las áreas del conocimiento que desempeña y se desempeñan en nuestro país, en otros continentes, en los mares y océanos, e incluso en el espacio.
Por lo anterior, no es casual el lema inmortal que acompaña el nombre de nuestra Universidad, que es el que custodian de manera tenaz el águila mexicana y el cóndor andino, y que reza: “Por mi raza hablará el espíritu”.
¿Pero cuál espíritu? Pues aquel que la Universidad nos inculca en sus aulas para difundir el conocimiento, para ayudar con éste a la sociedad, para respetar la pluralidad, la pluralidad de ideas, especialmente para luchar contra la ignorancia y los prejuicios.
Así, no es fortuito que el creador de este escudo y este lema, el rector José Vasconcelos, emprendiera una cruzada alfabetizadora por el país en la década de 1920, lo hiciera con profesores, alumnos, profesoras y alumnas destacadas, personalidades intelectuales como Gabriela Mistral.
Vasconcelos acuñó una frase que deseo que la UNAM fuera la Universidad de la Nación, que sus egresados nos sintiéramos con la necesidad de devolver al pueblo de México de una u otra forma lo aprendido. Hoy puedo decir con orgullo que la UNAM cumple esta función.
En el propio Senado así se ha reconocido. Por ello, es prueba que 35 por ciento de las personas galardonadas con la Medalla Belisario Domínguez, son universitarios.
A nivel nacional, esto también es patente, y es que en 2023 la UNAM fue considerada una de las 100 mejores universidades del mundo al clasificarse con el número 93 en el QS World University Rankings 20-24.
Asimismo, fue considerada como número uno en México y entre las dos más sobresalientes de Latinoamérica.
A estas mediciones debemos agregar una más mundana, como es el lugar que ocupa esta Casa de Estudios en la cultura popular, especialmente en la memoria musical de México.
Ejemplo de ello, en la obra del músico cubano Dámaso Pérez Prado, que en 1952 unió el nombre de los Pumas y de la Universidad a la cadencia de trompetas, saxofones y bongos, que dan forma al mambo universitario.
Otra valoración destacada de la Universidad, es la de las familias mexicanas, que con orgullo anuncian que alguno de sus hijos o de sus hijas fue admitido como alumno de la Universidad.
En este marco, la UNAM también debe hacer frente a una exigencia de la sociedad, y es la referente a la ampliación de su matrícula, pero debe hacerlo sin perder calidad educativa y debe ser fruto de una discusión interna.
Por ello, esta inscripción en el Muro de Honor es un homenaje, pero también debe significar el compromiso irrestricto del Poder Legislativo de respetar el nombre de la Universidad, dar sentido a su carácter nacional y sobre todo a su autonomía.
Hoy hacemos nuestras las palabras del eminente rector Javier Barros Sierra, que señaló: “La Universidad es lo primero. Permanezcamos unidos para defender las libertades de pensamiento, de reunión, de acción. La más preciada: La autonomía universitaria”.
Finalmente, quiero aprovechar este espacio para agradecer a mis profesores, profesoras, hombres y mujeres expertos y apasionados del derecho que creyeron, que creyeron en mí, que compartieron conmigo el inagotable alimento intelectual de nuestra Alma Máter.
Las y los universitarios nos reconocemos y nos identificamos en esta inscripción: “Cómo no te voy a querer si azul es mi corazón, pero dorado, como estas letras, es mi orgullo, nuestro orgullo de ser universitarios”.
Gracias.
SENADORA ANA LILIA RIVERA RIVERA: Muchas gracias, senador.
Saludamos la presencia del senador Miguel Ángel Osorio Chong, que se encuentra aquí con nosotros. Bienvenido, senador.
Tiene ahora el uso de la palabra la senadora Beatriz Paredes Rangel.
SENADORA BEATRIZ PAREDES RANGEL: Senadora Ana Lilia Rivera, presidenta del Senado de la República.
Senador Ricardo Monreal, presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado.
Compañeros senadores y senadoras que están en este Recinto.
Distinguido doctor Leonardo Lomelí, Rector de nuestra Máxima Casa de Estudios. Sea muy bienvenido.
Amigos exrectores que nos honran con su presencia.
Doctor Sarukhán.
Doctor Juan Ramón de la Fuente, Secretario de Relaciones Exteriores. Mucho éxito en esa tarea.
Querido Pepe Narro.
Doctor Enrique Graue. Mucho gusto.
Doctora Rosaura Ruiz, primera Secretaria de Ciencia del Gobierno Mexicano.
Destacados académicos, funcionarios de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Representantes sindicales.
Amigas, amigos universitarios:
Como universitaria, aprecio participar en esta Ceremonia. Felicito a los colegas senadores que presentaron la Iniciativa para consagrar en los muros de este Recinto Parlamentario, la leyenda: “Universidad Nacional Autónoma de México, “Por mi raza hablará el espíritu”.
Para que en el devenir del tiempo los legisladores que transiten por esta Casa de la República recuerden el compromiso con nuestra Máxima Casa de Estudios, con la Universidad pública de mayor significación en nuestro país.
Se trata, desde luego, de un evento simbólico, pero, es más, mucho más que un evento simbólico.
Revela el compromiso de todas las corrientes políticas representadas en el Parlamento Mexicano con la UNAM, con la educación superior pública, con la investigación y la ciencia.
Supone la comprensión de que el siglo XXI es la era del conocimiento y de que los países podrán llegar hasta donde sus universidades lleguen, hasta donde sus centros de investigación propicien.
No habrá país que se encuentre con su destino histórico si no tiene capacidad de impulsar a través de sus universidades la mejor formación de sus coterráneos.
Sin duda, la autonomía universitaria y la libertad de cátedra son pilares consustanciales de la fortaleza de la Universidad, así como pilar consustancial de la estabilidad de México ha sido la movilidad social propiciada por la UNAM, que desde su fundación permitió que en el microcosmos, que es la vida universitaria donde como en el Aleph de Jorge Luis Borges se reflejan todas las aristas de nuestro México, se encontraban jóvenes de todos los estratos sociales con el único propósito de aprender y construir un mejor país.
Esa es la diferencia entre una Universidad y una escuela. La mejor escuela no se compara a una universidad.
Tenemos que encarar juntos los desafíos que enfrenta en la época contemporánea la comunidad universitaria. Ésta también es una Ceremonia de solidaridad con la UNAM.
La insuficiencia presupuestal, la excesiva demanda por amplia la matrícula, el uso de nuevas tecnologías en la enseñanza, la inteligencia artificial, la globalización del conocimiento científico, entre tantos otros, nos alienta que, ante este escenario, el que la nueva titular del Poder Ejecutivo Federal sea una auténtica universitaria que conoce a profundidad nuestra UNAM.
Una nueva era del conocimiento que a las universidades decimonónicas les plantea enormes retos de resiliencia. La ventaja es que la UNAM siempre ha sabido renovarse, adaptarse y al mismo tiempo ser fiel a sus orígenes de identidad nacional.
Señoras y señores:
Algunos creemos que la Universidad ha hecho mucho por muchos, y mucho por nosotros.
En mi caso, le dio sentido a mi quehacer. Me volvió de una joven tlaxcalteca una ciudadana universal, comprometida con América Latina y con el cambio de nuestras regiones.
Aprendí con muchos destacados maestros y con muchos amigos universitarios con los que me distingue una amistad que me ha hecho crecer siempre. Mucho se las agradezco.
Sigo aprendiendo. Recuerdo con enorme emoción a Jorge Carpizo, con quien pude aprender mucho en la época que trabajamos juntos.
Y quiero citar también hoy, me pareció notable que Mancera y yo escogiéramos citar a Barros Sierra, pero vale la pena hacerlo.
En su discurso de toma de posesión, y lo hago para finalizar, dijo Barros Sierra: “Hay que abrirnos ampliamente a la comunicación y al diálogo de buena voluntad, que al hacer a un lado el dogmatismo y la intolerancia, acendren la comprensión y el respeto mutuos.
“Cabe aquí, en la búsqueda permanente de la verdad, profesar y discutir todas las ideas y creencias, pero, por otra parte, traicionaríamos nuestros fines si la Universidad se vuelve foco de una acción sectaria que suscitada desde el exterior pretenda después reflejarse agresivamente hacia objetivos ubicados dentro o fuera de nuestros linderos”. Continúa la cita.
Sin embargo, debe entenderse bien que la Universidad, como mexicana, así aspira cual debe hacerlo a una constante superación de sus calidades académicas, no puede ser privilegiado claustro de perfecciones radicalmente distinto de su entorno, sino tan sólo, y es mucho, el espejo del mejor México posible en cada instante, con sus excelencias, pero también con una no escasa porción de sus defectos.
Lo que importa, en suma, es que esta Casa de Estudios sea representativa de lo nacional, pero a la vez progresista en el más alto grado.
El espejo del mejor México posible, eso es nuestra Universidad.
¡Goya! ¡Arriba la UNAM!
SENADORA ANA LILIA RIVERA RIVERA: Muchas gracias, senadora.
Concedemos el uso de la Tribuna a la senadora Elvia Marcela Mora Arellano, otra de las promoventes de la leyenda.
SENADORA ELVIA MARCELA MORA ARELLANO: Con su permiso, Presidenta.
Doctor Monreal: ¡Lo logramos!
Qué fuerte tomar esta Tribuna después de la titán, que es Beatriz Paredes.
Yo estudié en la Facultad de Ciencias Política y Sociales, y perdónenme que no los salude como debe ser, pero estoy demasiado emocionada, porque les voy a contar un secreto:
Hoy ustedes están aquí para la develación, y lo logramos. Y hoy yo estoy aquí parada igual que ustedes acompañándolos y acompañándolas, en el que quizás va a ser el último discurso que yo sé en esta Tribuna. Y eso es muy avasallante. Así que agradezco su comprensión.
Hay tanto que quiero decir, pero voy a empezar por agradecer la ética del placer que me enseñó Graciela Hierro. La doctora Graciela Hierro, que fue mi maestra, a que siempre recurro para recordarme también la ética de la libertad, y recordar la obligación de adherirnos nosotras las mujeres a buscar nuestro placer y así reproducir la vida. Ésta, mi Alma Máter, me enseñó, en la Facultad de Políticas, que soy un animal político frente a estos animales políticos.
Imagínense que hoy, ésta, la de la voz, es amiga de un animal político como Beatriz Paredes, a la que veía caminando en los pasillos de políticas, diciendo: “Buenos días, muchachos”. Y yo la veía como un animal mítico, por eso hablo de la titana. Y decía: No puedo creer que ni siquiera se digne voltear a vernos. También “soy cachorro Puma feroz. ¡Arriba! ¡Arriba la Prepa 2!” Porque fue quien me formó.
Doctor Narro.
Doctor Sarukhán.
Doctor Graue.
Mi Rector Juan Ramón de la Fuente.
Secretaria Dávila.
Este Muro de Honor es historia viva, es un símbolo. Ya lo dije alguna vez en esta Tribuna: Es el símbolo de la defensa férrea de la educación pública.
La educación pública se tiene que defender con la vida si es necesario. Está establecido en la Constitución, pero es nuestro deber defenderla todos los días.
Alma Máter, decía mi querido senador Miguel Ángel Mancera. El placer comienza con la madre. Es quien nos enseña el calor y quien nos devuelve con su toque el saber que somos, que nos tenemos la posibilidad del contacto.
Mauricio Beuchot, Ambrosio Velasco, Sergio Bagú, Pablo González Casanova, Isabel Rueda, Catalina Eibenschutz, Arturo Chávez; no puedo dejar de mencionar a Pepe Barberán, en la Facultad de Ciencias; a Raquel Sosa, hasta Cristina Laurel y Raymundo Artiz, porque todos ellos hicieron que la de la voz pudiera hacer el trabajo y el encargo más fuerte y más duro que me ha tocado: Tener la responsabilidad de un escaño en el Senado de la República. Es inconmensurable lo que logramos.
En la UNAM, en mi Alma Máter, me enamoré como muchos de ustedes, no solamente en términos (inaudible); no. Me enamoró el conocimiento, me enamoró la inteligencia, me enamoró la posibilidad que se abría, como se abren las islas y puedes ver esa bellísima fotografía de los murales de O’Gorman en la Biblioteca Central, que yo no sé ustedes, ero yo no puedo dejar de verla.
Me enamoré de la OFUNAM, tocando el Concierto de Primavera, en las islas. Me enamoré, cuando, aunque a mí no me tocó conocer que el Rector de mi universidad salió a marchar con los alumnos a defender la universidad pública.
Me enamoré porque aprendí a nombrar el mundo de una forma diferente, gracias a todo el bagaje de conceptos. Soy socióloga de deformación, eso fue lo que estudié, dicen.
Aprendí a nombrar el mundo gracias a la UNAM. Soy hija de la educación pública y no lo voy a dejar de decir. Voy a insistir intentando volver al paraíso perdido. Cada que siento que el significado se agota, cada que me abruma el peso del cargo, que casi concluye. Me voy al espacio escultórico y ahí busco silencio para entender el ruido de adentro.
El motivo por el cual leo como si no hubiera mañana, es que sólo con la vida no basta, y eso me lo enseñaron mis maestros. Hoy pura a hacer frente a la Comisión de Relaciones Exteriores, gracias a lo que mi Alma Máter me enseñó.
Y quiero concluir diciendo que pensar siempre nos va a salvar de la catástrofe, y la Universidad nos enseña a pensar.
Hay una frase muy interesante de Adela Cortina, a quien conocí en la Facultad de Filosofía, donde caminó Rosario Castellanos. Hasta en el mundo de demonios se preferiría el bien sobre el mal, con tal de que fueran inteligentes. Es del libro de La razón cordial, búsquenla.
Y ahí me empecé a preguntar qué es la inteligencia, y con eso quiero cerrar. Que podamos tener elementos básicos que preserven la vida, porque desgraciadamente hemos tenido no sólo décadas sino siglos donde pareciera que el aumento de la inteligencia no es lo más frecuente.
En fin, hay mucho que quisiera decir, pero, vaya, me parece que la defensa de la educación pública también pasa por estos actos simbólicos, pasa porque estos muros sean historia viva.
Y quiero decirles que igual que mis compañeros, que igual que el doctor Monreal, que da clases en el posgrado de Derecho, junto con el hoy gobernador Eduardo Ramírez Aguilar, el trabajo de esta Cámara y de la Cámara baja se hace gracias en muchos sentidos por la UNAM.
Quiero agradecerles a todos y cada uno el favor de su atención. Y discúlpenme que esto se volvió personal, pero no podía ser de otra manera, porque la UNAM siempre es, fue y será un amado espacio de revelaciones y un lugar donde el placer y la inteligencia se dan en el mundo donde la estulticia abunda, la Universidad siempre nos va a salvar. Acuérdense de sus años mozos, porque yo lo hago cuando el sentido me falta.
¡Que viva la Universidad!
TODOS: ¡Viva!
SENADORA ELVIA MARCELA MORA ARELLANO: ¡Goya! ¡Goya! ¡Cachún, ra, ra!
SENADORA ANA LILIA RIVERA RIVERA: Muchas gracias, senadora.
Se concede el uso de la palabra al senador Navor Alberto Rojas Mancera, también promovente de la leyenda.
SENADOR NAVOR ALBERTO ROJAS MANCERA: Perdón. Me puse de etiqueta. Me fui a poner de etiqueta.
Muy buenos días tengan todos y todas. Sin duda alguna, muy emocionado.
Yo quisiera, antes decir que todavía recuerdo aquel 1983, noviembre, que mis padres y un servidor estábamos muy nerviosos para que llegara la carta de aceptación a la UNAM, porque hice mi examen en el Estadio Azteca, por cierto.
Entonces, muy emocionado y llegó la carta de aceptación. Y recuerdo todavía el llanto de mi madre, en paz descanse, y de mi papá, taxista, que no se imaginaba que su hijo iba a ir a la UNAM.
Y la primera vez que llegué justamente al metro Copilco, que crucé el CUC y que llegué justamente a la escuelita, ¿se acuerdan?, la escuelita, ahí estudió nuestro Presidente.
Tenemos Derecho, Economía, Filosofía, las islas, Medicina, leía yo el video y me conmovió mucho porque me acordé justamente cuando pasamos a la Facultad de Ciencias Políticas ahí por la tienda de la UNAM y pues andábamos en el camión, recorriendo Ciudad Universitaria. Mi papá nunca se la creyó. Tampoco me creyó que saqué mención honorífica, pero sí lo saqué, se los aseguro.
Primero, saludo y agradezco de manera especial el acompañamiento de las y los senadores presentes. Muchas gracias.
De todos mis compañeros promoventes, a quienes admiro, a todos y a cada uno, que sin importar ideología política cumplimos una tarea ineludible de reconocer a una de las instituciones educativas más importantes del mundo: Nuestra querida UNAM.
Saludo al doctor Leonardo Lomelí Vanegas, Rector de nuestra Máxima de Estudios. Bienvenido, Rector.
Y a los exrectores aquí presentes, a los que admiro mucho; a todos los maestros, a la doctora Rosaura Ruiz, nuestra próxima Secretaria, a la doctora Annie Pardo, bienvenida.
Que por cierto hoy estamos muy contentos porque vamos a tener a la primera mujer egresada de la UNAM, fue mi compañera, fuimos consejeros universitarios, somos de la misma edad.
Y en este mismo sentido saludo a nuestra amable audiencia que nos sigue a través del Canal del Congreso, así como a los diversos medios de comunicación que cubren la fuente informativa.
El Muro de Honor de esta Cámara de Senadores lleva consigo los momentos imprescindibles y trascendentales de la historia nacional. Si se dan cuenta, todas las personas que están en este Muro han contribuido justamente a la historia de nuestro país.
Y quiero decirles que cuando platicamos con mis compañeros de poner el nombre de la UNAM tenemos un compromiso no sólo con la UNAM sino con todo el país.
La educación ha sido y será siempre el pilar fundamental sobre el que se construye el progreso de la sociedad. A través de ella las personas adquieren conocimientos, habilidades y valores esenciales para el desarrollo personal y profesional.
El día de hoy nos convoca en este Recinto una Ceremonia Solemne en la que hemos de rendir homenaje a nuestra institución querida, que ha sido, repito, pilar fundamental en el desarrollo no sólo de México sino de América Latina y del mundo.
Cuando fui estudiante me tocó tener compañeros estudiantes de varios países del mundo. De Inglaterra me tocó, de Estados Unidos, venían de África, de Argentina, de Chile. Tengo muchos amigos egresados también conmigo chilenos. Entonces pues un faro de educación del mundo.
Hablar de la UNAM, es hablar de una institución cuyos orígenes se remontan a más de cuatro siglos y medio de historia, una institución educativa que sin duda ha sido clave en la cultura y el saber.
La UNAM ha sido testigo y protagonista de momentos muy importantes, manteniendo siempre su autonomía y libertad de pensamiento. Su influencia trasciende más allá de las aulas instaladas en las 32 entidades federativas y a través de ellas se inspira a las nuevas generaciones a luchar por un futuro mejor, sin duda.
La historia de la Universidad Nacional, su fortaleza institucional y las aportaciones de sus maestros, investigadores y alumnos la han llevado a ser considerada, repito, una de las mejores universidades del mundo.
Desde sus orígenes se ha caracterizado por ofrecer educación de calidad y de alta accesibilidad.
Durante las últimas décadas se ha posicionado dentro del ranking de las 100 mejores universidades del mundo, y con más de 100 años de historia la UNAM ha sido cuna de destacados líderes, científicos, artistas, pensadores que han transformado a nuestro país.
Por sus aulas circularon destacados perfiles como Octavio Paz, Julieta Fierro, Alfonso García Robles, Mario Molina, hombres sin duda, mujeres sin duda que reflejan el compromiso de nuestra Universidad con la excelencia académica, la investigación y la difusión del conocimiento.
Para quienes somos egresados de esta Casa educativa representa un gran privilegio dejar huella en la historia del Senado de la República. A través de esta huella yo expreso, y creo que todos los que somos promoventes, nuestro reconocimiento a lo que hizo la UNAM por nosotros.
Estoy seguro que reconocer desde esta Casa del Federalismo a la UNAM será muestra tangible del alto compromiso con la educación y con las causas que como representantes sociales hemos adquirido.
Agradezco a nuestra Máxima Casa de Estudios su invaluable contribución a la educación, cultura y desarrollo de México porque ha contribuido de manera notable.
Yo sí quisiera mencionar algunos nombres de maestros que me dieron clase: Armando Córdoba, me dio clase, aprendí mucho con él. Sin duda, pasamos tardes platicando después de las clases con Porfirio Muñoz Ledo. No les digo dónde me invitaba a platicar con él, no quiero cometer un exabrupto.
Rafael Herrerías, me tocó con Rafael Herrerías todavía; Pablo González Casanova, Felipe Solís Acero, y no sé si siga don Javier Oliva Posada dando clase allá en Ciencias Políticas. Y si está, por favor salúdenmelo mucho porque dejaron huella en mí.
La UNAM desde siempre ha cumplido en México y por tal motivo seguimos reconociendo desde las principales instituciones públicas del país, a quienes han permitido la construcción de esta sociedad libre.
Y voy a permitirme decir una frase que me gusta mucho: “Nadie vale por sus pensamientos secretos, por la timidez o por la cobardía. El hombre vale por la causa a la que sirve, por la bandera que enarbola y por la huella que imprime a su tiempo”.
Y la UNAM me dejó una honda huella. Hoy le estamos pagando un poquito a la UNAM lo que hizo por nosotros.
¡Que viva la UNAM!
TODOS: ¡Viva!
SENADORA ANA LILIA RIVERA RIVERA: Muchas gracias, senador Rojas.
Se concede el uso de la Tribuna al senador Ricardo Monreal Ávila, otro de los promoventes de la leyenda.
SENADOR RICARDO MONREAL ÁVILA: Ciudadana Presidenta.
Ciudadano Rector. Bienvenido.
Ciudadanos maestros, maestras.
Personal académico.
Directores.
Consejo.
Universitarios.
Sean bienvenidos todos.
En el inicio de la organización del evento, les puedo asegurar que muchos senadores y senadoras querían tomar la palabra en esta Ceremonia.
Por razones obvias, un porcentaje muy importante de legisladores es egresado de la UNAM, de nuestra Máxima Casa de Estudios.
A partir de hoy queda inscrito, en el Muro de Honor de esta Casa del Federalismo, el reconocimiento a nuestra Máxima Casa de Estudios, la UNAM: “Por mi raza hablará mi espíritu”.
En efecto, fueron varias las iniciativas, como aquí se ha señalado, quienes propusimos que llevase en este Muro esta inscripción.
Aunque hay que reconocer que tuvo que pasar un periodo largo, 114 años, para que la UNAM estuviera ahora aquí en el Senado Mexicano.
La UNAM ha contribuido a la grandeza de México, ha sido un semillero de ideas, donde se ha gestionado una serie de propuestas y movimientos que generaron un impacto fundamental en nuestra Nación.
Yo soy de los que piensa que la UNAM ha contribuido a la formación de personas imbuidas de nacionalismo, patriotismo, amor a su país.
Y también ha contribuido, desde mi punto de vista poco explorado, a promover la discriminación positiva, es decir, hemos accedido a la educación quienes en el pasado o en otras circunstancias no hubiésemos podido hacerlo por la falta de recursos económicos.
Por eso, esta institución ha mantenido, a través de su historia, autonomía, independencia, carácter.
Cuando triunfa la Independencia de la India, yo le atribuyo uno de sus grandes avances en la Constitución del 50, del siglo pasado, haber plasmado esta figura denominada discriminación positiva, donde se establecían cuotas obligatorias para las castas más pobres de esa nación, no sólo en la Universidad, sino en el gobierno y también en el empleo público y en los cargos electorales.
Ahora en la Universidad se sigue practicando, cultivando la diversidad, la pluralidad, las ideas.
Cuenta nuestra institución con una comunidad académica notable, conformada por estudiantes brillantes que se preparan para un futuro más promisorio.
Una planta docente única en el mundo, grandes maestros y maestras que dan prestigio en todas las ramas del saber: la historia, la ciencia, la filosofía, la medicina, el derecho. En todas hay una calidad académica única.
Por eso, quiero expresarles mi reconocimiento a los rectores presentes, que han tenido responsabilidad en algún momento de su historia.
Deseo, como universitario y como académico, expresar mi felicitación, mi satisfacción, porque la UNAM ha formado a grandes líderes sociales, filósofos, políticos, historiadores. Hoy mismo lo resalto, lo subrayo con toda energía y convicción.
México, por mandato popular, con una votación única en su historia, tendrá la primera mujer presidenta después de 200 años del México independiente.
Y lo más importante, es una mujer científica, egresada de la UNAM, a quien yo le auguro al país conciliación, mesura, trabajo, amor a su país.
Es una mujer inteligente, bien estructurada, formada académicamente, que a mí me parece que estamos en un buen momento de consolidación del régimen político que nos propusimos cambiar.
Por eso, enhorabuena por la presidenta electa Claudia Sheinbaum.
Por eso, también quiero agradecer la presencia de los rectores: José Sarukhán, Juan Ramón de la Fuente, próximo secretario de Relaciones Exteriores; doctor José Narro Robles, Enrique Graue, el doctor Enrique Cabrero, presidente de la Junta de Gobierno.
Con todos ellos en algún momento he tenido relación de trabajo en defensa de la Universidad.
A Mario Luis Fuentes, a la doctora Patricia Dolores, a la doctora Rosaura, que también tendrá una responsabilidad como secretaria de Ciencia y Tecnología. A la doctora Annie Pardo, al licenciado Enrique del Val, a la química Bertha Guadalupe Rodríguez, al licenciado Dionisio Meade, compañero de legislatura en algún momento, a Luis Armando González.
Eran los 80’s, y a pesar de que uno quiere alejarse del discurso a uno lo trae siempre la nostalgia.
Yo fui becado por la UNAM y por la Universidad de Zacatecas, en 1982. Raúl Contreras y yo fuimos compañeros, condiscípulos en el 82; grandes maestros tuvimos: Fix Zamudio, Héctor Cuadra, Ignacio Burgoa, Trueba Urbina, Acosta Romero, Jorge Carpizo, María del Refugio González, Floris Margadant.
Una playa de hombres extraordinarios que en los 80 del siglo pasado nos formaron, y a quienes les guardamos y reservamos un lugar especial en nuestra vida.
Sí, soy maestro de la UNAM desde hace años. Por cierto, no cobro, le dije al Rector hace un rato, no cobro por convicción, pero además soy funcionario público y nunca falto a mis clases. Soy maestro frente a grupo.
Sin la UNAM México no existiría, el México actual no existiría. Sin la UNAM la desigualdad y la inequidad, la injusticia se hubieran profundizado. Sin la UNAM tendríamos un México bárbaro. Sin la UNAM la carrera de muchos y muchas de nosotros no habría sido posible, no estaríamos aquí. Sin la UNAM no habría sido posible despertar al ciudadano para formar el México del que gozamos.
Cómo olvidar uno de los episodios más significativos de la historia política de México y de la UNAM: El movimiento estudiantil de 1968, que marcaron un hito en la historia moderna, abrieron los cauces democráticos y permitieron construir este México del que ahora somos parte.
Son bienvenidos todos y todas a la Casa del Federalismo. Me alegra tener tanta inteligencia en esta sala, notable inteligencia, que México los necesita.
Yo estoy seguro que el México de mañana va a ser mucho mejor y los necesitamos a ustedes, a todos y a todas.
Quiero también decirles que estaba leyendo la historia, en días pasados, de la UNAM; 18 millones de personas hemos pasado por las aulas de la UNAM; ¡18 millones!
Aunque los retos son enormes, la admisión, mantener la calidad, la transferencia de tecnologías, las tecnologías de la información, la inteligencia artificial, la robótica, los nuevos sistemas del mundo globalizado, actualizarnos y adaptarnos a lo que representa la innovación en el mundo y del cual México no puede escapar.
Bienvenidos y bienvenidas.
Me alegra compartir con los senadores y senadoras este homenaje, tardío, 114 años después, pero qué bueno que llegó.
Mi respeto y mi reconocimiento a todos y a todas.
¡Goya! ¡Cachún, cachún, ra ra! ¡Goya!
SENADORA ANA LILIA RIVERA RIVERA: Gracias, senador Ricardo Monreal.
Se concede el uso de la palabra al doctor Leonardo Lomelí Vanegas, Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Agradecemos la presencia del senador Checo Pérez y del senador Manuel Añorve Baños, que se encuentran con nosotros. Muchas gracias.
RECTOR LEONARDO LOMELÍ VANEGAS: Muy buenas tardes.
Senadora Ana Lilia Rivera Rivera, presidenta de la Mesa Directiva del Senado de la República de la LXV Legislatura.
Senadoras y senadores Ricardo Monreal Ávila, presidente de la Junta de Coordinación Política, Miguel Ángel Mancera Espinosa, Beatriz Elena Paredes Rangel, Elvia Marcela Mora Arellano, y Navor Alberto Rojas Mancera.
Señores exrectores de nuestra Universidad que nos acompañan: doctor José Sarukhán, doctor Juan Ramón de la Fuente, próximo Secretario de Relaciones Exteriores; doctor José Narro Robles, doctor Enrique Graue Wiechers.
Señor presidente en turno e integrantes de la Honorable Junta de Gobierno de la Universidad que nos acompañan.
Integrantes del Patronato universitario.
Señora secretaria general.
Doctora Rosaura Ruiz, profesora de nuestra Universidad, que será la primera Secretaria de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación del Gobierno de México.
Saludo a la doctora Annie Pardo, al doctor Xavier Cortés Rocha, y a todas y todos los investigadores, investigadoras, profesores y profesoras eméritos de nuestra emérita Universidad que están el día de hoy con nosotros.
A los secretarios generales.
A la Secretaria General de AAPAUNAM, al Secretario General del STUNAM, integrantes de los comités ejecutivos de ambos sindicatos.
A las directoras, directores y funcionarios de nuestra Universidad que nos acompañan.
A los secretarios generales de ANUIES, de la DUAL que están con nosotros, al presidente de la Fundación UNAM.
Distinguidas y distinguidos invitados.
Señoras y señores.
Senadores, senadoras:
Como Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México y en representación de toda la comunidad universitaria, es un inmenso honor y un privilegio dirigirme tanto a las y los senadores de la LXV Legislatura como a toda la nación en esta solemne ceremonia.
Simbólicamente, la inscripción en letras doradas de la Universidad Nacional Autónoma de México y su lema en el Muro de Honor de este Recinto, es un reconocimiento que celebra los invaluables logros y las incuantificables aportaciones de nuestra Casa de Estudios, resaltando su ineludible responsabilidad con la educación pública, autónoma y laica como plataforma para la investigación y la extensión de la cultura.
Este es también un acto de memoria y un testimonio de la incansable labor de decenas de generaciones de estudiantes, académicos y trabajadores.
Cada una y uno de ellos ha aportado su energía, talento, tiempo y pasión, para ser de todos sus campus, entidades y recursos, un patrimonio tangible e intangible de todas y todos los mexicanos y de la humanidad.
Desde su creación, en 1910, a unos meses del inicio de la Revolución Mexicana, la Universidad Nacional ha sido una piedra angular en la construcción del México Moderno.
Desde el rectorado de José Vasconcelos, nuestra Casa de Estudios ha formado parte de los esfuerzos del estado post revolucionario para garantizar derechos sociales fundamentales, particularmente el derecho a la educación.
Su misión, enraizada en los principios de libertad, justicia, trabajo colegiado y democracia, ha sido proporcionar una educación pública de excelencia, fomentar la investigación científica y humanística, y contribuir al desarrollo económico, político, social y cultural de nuestro país.
Por ello, hoy rendimos un merecido y sentido homenaje a quienes han dejado una huella imborrable en la historia de la UNAM y de México.
Recordamos con gratitud a figuras emblemáticas como Justo Sierra, promotor de su fundación. José Vasconcelos, quien como primer Secretario de Educación Pública, impulsó la expansión de la Universidad y su contribución a grandes causas sociales y al nacionalismo cultural.
Gustavo Baz, creador del servicio social; Antonio Caso, a cuya sensibilidad política y académica debemos en gran medida nuestra Ley Orgánica, bueno, y, por supuesto, Antonio Caso, defensor de la libertad de cátedra.
Nabor Carrillo, quien lideró a la institución durante una de sus etapas en mayor crecimiento, o Javier Barros Sierra, que defendió la autonomía en uno de los momentos más críticos de nuestra historia, entre otros ilustres universitarios.
Desde luego, es menester recordar a todas las mujeres universitarias, sin cuyas aportaciones hubiese sido imposible escribir y seguir escribiendo nuestra historia.
Desde las primeras que tuvieron acceso a la educación superior hasta el creciente número de directoras, alumnas y funcionarias en todos los campos y también a la primera presidenta que tendrá nuestro país.
Solamente a manera de ejemplo, podemos mencionar a Margarita Chorné Salazar, la primera cirujana dentista que obtuvo el primer título en América Latina, en 1886; a Matilde Montoya Lafragua, quien fue la primera estudiante de medicina en 1887; a Helia Bravo Hollis, la primera bióloga en 1927; a Concepción Mendizábal, la primera ingeniera en 1930.
A Ifigenia Martínez, integrante de esta Legislatura y primera directora de la Escuela Nacional de Economía, entre muchas más estudiantes, académicas, funcionarias y trabajadoras.
Además, nos enorgullecemos de contar con tres universitarios que fueron galardonados con el Premio Nóbel: Alfonso García Robles, Nóbel de la Paz en 1982; Octavio Paz, Nóbel de Literatura en 1990, y Mario Molina, Nóbel de Química en 1995.
Dichas personas destacadas, junto con muchos otros miembros de nuestra comunidad, han pensado y moldeado el destino de nuestra Alma Máter e influido positivamente en el desarrollo del país.
Esto, sin duda, gracias a que la UNAM es un crisol de diversidad de ideas. De ahí que atender a una población estudiantil multicultural de casi 380 mil jóvenes, construye una pluralidad única de donde emanan nuestras mayores fortalezas, ya que esta dimensión fomenta un ambiente de aprendizaje, tolerancia y diálogo, que enriquece la vida académica y el desarrollo profesional.
Aunado a esto, la Universidad de la Nación es ampliamente reconocida, citándonos constantemente entre las mejores de América Latina y a nivel global, gracias a la calidad de su enseñanza, al rigor de su investigación y a su vocación social.
Los avances científicos y tecnológicos, las contribuciones, tanto el pensamiento humanístico y social como el florecimiento de las artes que se generan en esos espacios, son muestra de un compromiso inquebrantable con la búsqueda incesante del saber y la verdad.
Sin embargo, la UNAM no sólo es una institución académica, es también un agente activo de cambio social. Mediante nuestros programas de extensión, vinculación y sedes en el extranjero, llevamos el conocimiento y la cultura a todos los rincones del país y a otras latitudes.
Históricamente, ante fenómenos y crisis urgentes y profundas, la Universidad ha demostrado su capacidad de adaptación y resiliencia. En respuesta, nos hemos volcado en la educación crítica y empática, en la investigación científica con aplicaciones concretas, en el fomento al diálogo y en la movilización de recursos y talento, siempre al servicio de México.
Para lograrlo, nos hemos apoyado en iniciativas como la educación a distancia y continua, la construcción y operación de clínicas y laboratorios nacionales, el perfeccionamiento de los mecanismos para la divulgación científica, la difusión de espacios de asesoría legal y psicológica, la implementación de dinámicas de vinculación con sectores productivos, los proyectos de transferencia tecnológica y emprendimiento, y el manejo y conservación de áreas protegidas, entre muchos otros.
Esta labor permanente e interminable ha logrado que la sociedad mexicana considere a la Universidad como un referente profesional y educativo.
El origen sentido y porvenir de su existencia están inherentemente ligados al bienestar colectivo.
Otra dimensión esencial de esta distinción es la defensa de la autonomía universitaria. Un principio fundamental que desde hace 95 años garantiza la libertad de cátedra y de investigación, así como la independencia de la Universidad frente a cualquier tipo de intervención o interés político, ideológico o económico.
La autonomía universitaria es su esencia, misma que le permite construir y mantener espacios donde el pensamiento crítico y el debate plural puedan florecer sin restricciones.
Gracias a ella, la Universidad ha resistido y se ha sobrepuesto a los desafíos estructurales y políticos que ha enfrentado.
La defensa de la autonomía universitaria es inseparable de la defensa de los valores democráticos.
En múltiples momentos de nuestra historia, la UNAM ha sido una fortaleza de resistencia frente a los autoritarismos, defendiendo siempre la liberta de expresión y el derecho a disentir.
La Universidad Nacional ha sido y sigue siendo un espacio donde se forjan conocimientos y una ciudadanía consciente.
En momentos críticos ha alzado la voz en defensa de los derechos y la justicia social.
Esta herencia, marcada por la lucha, la construcción de consensos y la transformación, es un recordatorio de que la Universidad es parte indisociable de la sociedad mexicana.
Esta coyuntura también nos invita a reflexionar sobre los retos que se dibujan en el horizonte.
La educación superior en México enfrenta desafíos significativos, como la necesidad de destinar un presupuesto suficiente, ampliar la cobertura, cerrar las brechas, mejorar la calidad educativa y fortalecer la investigación.
Resolverlo requiere de una plena conciencia y una responsabilidad compartida de las autoridades gubernamentales, la comunidad académica y la sociedad en su conjunto.
En este contexto es necesario destacar la importancia de la ventaja demográfica que representa la juventud mexicana.
Según las proyecciones del Consejo Nacional de Población, a la mitad de este año de 2024, México cuenta con 40.1 millones de jóvenes entre 12 y 29 años, representando el 30 por ciento de la población.
Ellas y ellos son motivos de esperanza y el mejor proyecto que podemos apoyar como nación.
Por otro lado, el incremento de la matrícula de educación superior ha sido significativo en las últimas dos décadas, pasando de 2 millones de estudiantes en el año 2000, a 5.3 millones en 2023.
No obstante, a pesar de este crecimiento, todavía tenemos una cobertura de casi 44 por ciento. Es claramente insuficiente.
Esto significa que a pesar del gran esfuerzo de las últimas décadas sólo poco más de 4 de cada 10 jóvenes entre 18 y 22 años pueden cursar estudios universitarios.
También, cabe señalar que esta cobertura es significativamente menor al promedio de América Latina, que es del 56 por ciento, o a la de naciones como Colombia, Brasil o Chile.
De igual manera, la brecha de cobertura de educación superior a nivel nacional se ha ampliado en 17 estados, siendo la más significativa en Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Michoacán y Tlaxcala, que se encuentran por debajo de la media nacional.
Esta situación es inaceptable y demandan nuestra acción conjunta e inmediata.
Asimismo, las y los jóvenes de hoy anhelan certeza y estabilidad en un mundo en constante cambio.
Necesitan confiar en que las instituciones sociales son primordiales para su desarrollo integral.
Por ello, debemos motivarlos a creer con hecho que los principios cívicos de los sistemas políticos modernos tienen los cimientos suficientes para enfrentar y superar los grandes problemas de una sociedad cada vez más diversa, digitalizada y globalizada.
Es elemental que comprendan y adopten los valores de la libertad, la democracia, la igualdad, la pluralidad, la solidaridad, el diálogo, la transparencia, el respeto y la sustentabilidad ambiental como dimensiones indispensables para tejer comunidades pacíficas, cohesionadas y viables.
En esta lógica, la colaboración con el Senado de la República y con todos los sectores del país debe estar encaminada a crear políticas públicas que consoliden y fortalezcan el sistema educativo nacional y promuevan el acceso universal a una educación pública de calidad.
Debemos trabajar para que todas las personas tengan la oportunidad de desarrollar su potencial y contribuir al bienestar de nuestra nación.
En este sentido, quiero agradecer a las y los senadores de la República Mexicana por este alto honor para la Universidad Nacional Autónoma de México.
La inscripción en letras doradas es un compromiso con la memoria colectiva, el presente y el futuro no sólo de la Universidad, sino de la nación.
A las y los jóvenes estudiantes, quiero decirles que son el corazón y el alma de nuestra Casa de Estudios.
Su entusiasmo, creatividad y determinación, son la fuerza que impulsa nuestro quehacer.
En sus manos estará, desde distintas esferas y disciplinas, construir un México y un mundo mejores.
A las y los docentes, académicos, académicas, trabajadores, trabajadoras, quiero expresar mi más profundo agradecimiento por su inagotable trabajo, dedicación y profesionalismo. Su labor es la base sobre la que se sostiene el desarrollo de nuestra Universidad.
La misión de la Universidad de la Nación es clara: formar una ciudadanía crítica y sensible, responsable y comprometida con las instituciones democráticas, capaz de construir realidades menos desiguales, más justas y verdaderamente sostenibles, impulsando la innovación, promoviendo la investigación de vanguardia y fortaleciendo nuestros vínculos con la sociedad.
Este acto solemne llena de orgullo, alegría y gratitud a miles de mexicanas y mexicanos.
Es un reconocimiento a todos aquellos que han hecho de la Universidad Nacional un referente de rigor académico y compromiso social, y es también un aliciente para seguir adelante, con renovada energía y determinación en la construcción de un México más justo y próspero.
Quisiera concluir estas palabras recordando la explicación que dio el Rector Vasconcelos hace 103 años, del significado del Escudo y el lema de la Universidad.
Considerando que a la Universidad Nacional corresponde definir los caracteres de la cultura mexicana y teniendo en cuenta que en los tiempos presentes se opera un proceso que tiende a modificar el sistema de organización de los pueblos, sustituyendo las antiguas nacionalidades, que son hijas de la guerra y la política, con las federaciones constituidas a base de sangre e idioma comunes, lo cual va de acuerdo con las necesidades del espíritu, cuyo predominio es cada día mayor en la vida humana.
Y a fin de que los mexicanos tengan presente la necesidad de fundir su propia Patria, con la gran Patria hispanoamericana, que representará una nueva expresión de los destinos humanos, se resuelve que el Escudo de la Universidad Nacional consistirá en un mapa de la América Latina con la leyenda: “Por mi raza hablará el espíritu”.
Se significa en este lema la convicción de que la raza nuestra elaborará una cultura de tendencias nuevas, de esencial espiritual y libérrima.
Sostendrá en el Escudo un águila y un cóndor, apoyado todo en una alegoría de los volcanes y el nopal azteca.
Quien inscribe estas letras y nuestro lema es el pueblo de México en su conjunto a través de sus representantes, pues la historia de la Universidad sería inconcebible sin la voluntad de millones de personas que reconocen que, sin educación superior gratuita y autónoma, sería aún más complejo, si no imposible, construir un mejor país.
Sea este legado de reflexión, apertura y resiliencia, un recordatorio de que el espíritu de la UNAM siempre hablará y estará al servicio de las y los mexicanos y de la humanidad.
“Por mi raza hablará el espíritu”.
SENADORA ANA LILIA RIVERA RIVERA: Muchas gracias, doctor Lomelí Vanegas.
Honorable comunidad universitaria Nacional Autónoma de México, estudiantes, docentes, personal de apoyo a la educación, investigadores, científicos, egresados y distinguidas autoridades:
En nombre del Senado de la República expreso mi más sincera felicitación, reconocimiento y gratitud a todas y todos los universitarios.
Cada avance científico, análisis y debate que emerge de sus aulas, no sólo enriquece el acervo académico, sino que se convierte en una herramienta poderosa para abordar los desafíos que enfrenta nuestra nación, ya sea en el ámbito de la salud en el medioambiente, el derecho, la economía, la energía, las artes o la filosofía.
Las y los universitarios están siempre presentes, aportando soluciones y liderando discusiones con coraje y valentía, dos virtudes que distinguen a quienes cambian el mundo de quienes se conforman con él.
Este día, es precisamente para celebrar y reconocer la valentía de la UNAM al cuestionar el mundo tal como es, e imaginarlo y crear uno mejor.
Lo que México pueda ofrecer al mundo depende en gran medida de que la UNAM siga dándonos más años de vida y de que continúe haciéndose preguntas, trabajando como lo hace para darles respuesta.
¿Pero qué cuestionamientos son esos que pueden asegurar que nuestra Máxima Casa de Estudios nos siga dando tanto de sí?
El primero de ellos es: ¿Por qué? Es una pregunta que nos llega desde muy temprano a nuestra vida. Si conocen a una niña o un niño pequeño, lo saben bien.
¿Por qué estamos aquí? ¿Por qué el cielo es azul? ¿Por qué hay que ir a la escuela? ¿Por qué huelen las flores? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Cuando era niña preguntaba tantos por qué, que mi madre siempre terminaba diciéndome: “porque sí”.
Cuando nos hacemos mayores sentimos y podemos sentir que estamos tentados a dejar de preguntar por qué y entonces comenzamos a aceptar las respuestas predeterminadas que nos rodean, hasta que algo nos impulsa a cuestionar esas respuestas: “Porque sí; no”.
Ese impulso es el regalo que nos da la UNAM, una casa que anima a preguntarnos por qué, es la semilla misma de los avances científicos, los descubrimientos, los remedios para los males físicos y sociales. ¿Por qué?
Preguntar ¿Por qué?, nos ayuda a enmendar errores, a desafiar la sabiduría convencional y a desbloquear nuevos niveles de comprensión y conocimiento.
Esta simple pregunta es la base misma de la vida académica. Nuestro deseo es que la UNAM persista en hacerla, porque sólo así podremos renunciar a la seguridad del silencio, a la tranquilidad de la ignorancia y a la satisfacción de una cámara de eco.
Si el deseo de comprender el mundo nos insta a preguntarnos por qué, la esperanza de mejorar el mundo nos obliga a preguntarnos: ¿Por qué no?
Esta pregunta es un llamado a la acción; la semilla que se planta para hacer lo que podría parecer imposible.
Por qué no revolucionar los derechos sexuales y reproductivos si creamos una píldora anticonceptiva, como se preguntó Luis Ernesto Miramontes Cárdenas, el curioso investigador de la Facultad de Química.
¿Por qué una mujer no puede alcanzar un Instituto de Ingeniería y patentar sus innovaciones y sus inventos?, como quizás se preguntó la doctora Rosa María Ramírez Zamora.
O, ¿por qué no?, ser la primera mujer secretaria de Ciencias, Humanidades, Tecnología e Innovación de mi país, como quizá un día probablemente se lo cuestionó la doctora Rosa Ruiz Gutiérrez.
Preguntar ¿por qué no?, ha sido un estribillo de la UNAM y sólo, sólo se hace cuando se tiene coraje y valentía. El coraje, para arriesgarse, para explorar y no temer a la respuesta, incluso de lo que se cree que está completamente conocido.
Cuando el éxito parece estar fuera de nuestro alcance, ninguna institución, como la casa azul y el oro, para unir imaginación y talento de manera innovadora y crear conocimientos que cambien la vida de las personas.
México anhela que la UNAM siga preguntándose ¿por qué no?, y sobre todo que siga asombrándonos con sus respuestas.
Y luego hay que hacerse las preguntas de. ¿Por qué la UNAM y la Máxima Casa de Estudios?, asumiendo este enorme compromiso de buscar la verdad y hacer el bien, por lo cual ha sido dotado de un potencial asombroso para cambiar las vidas de las personas y las perspectivas de las comunidades.
¿Por qué yo? ¿Por qué la UNAM?, podrán preguntarse ustedes. Esa es la siguiente pregunta.
Porque las hijas y los hijos de sangre azul y oro tienen una sensibilidad y una responsabilidad especial. La responsabilidad de explorar, definir y ayudar a resolver los problemas más desconcertantes de la sociedad.
La lucha contra la pobreza y la desigualdad, las enfermedades, el desafío de proteger un planeta y a la humanidad contra la devastación del cambio climático.
La Universidad Nacional Autónoma de México tiene ante sí un desafío y una oportunidad histórica. Asumir el compromiso de seguir contribuyendo al país a través de sus propias autocríticas, de su espíritu curioso y de su instinto innovador.
Por eso se espera tanto de la UNAM y por eso les pedimos siempre más.
La leyenda que hoy brillará en estos muros será testigo de esa demanda continua, porque esta Tribuna, es la que expone los problemas más apremiantes de la Patria, y las y los senadores voltearemos a ver estas letras doradas para buscar respuestas, acompañamiento y a veces también consuelo.
Yo sé que he hecho muchas preguntas, pero debo aprovecharla esta oportunidad de tener reunidos en este Salón, en este gran Salón que representa el Pacto Federal, que es el corazón vivo de nuestra República, hoy que está reunida esta comunidad tan sabia, unida y maravillosa como la suya.
Yo sé, que esta última pregunta, amigas y amigos, es la más importante: ¿Por qué ahora? Porque él ahora nos necesita para que el futuro tenga posibilidades genuinas de existir.
Estamos en un momento en el que las instituciones de todo tipo no cuentan con la confianza de antes, incluyendo las de educación superior, sobre todo, porque se ha puesto en duda que estudiar sea un vehículo de movilidad social, o de estabilidad económica o personal.
Nos toca devolverle a las y los jóvenes de nuestro país esa confianza, y tenemos que hacerlo desde ya, porque mientras dudamos, el planeta se calienta, la desigualdad crece y se caldea en algún lugar del mundo una nueva enfermedad para convertirse en una pandemia. Si no es ahora, ¿entonces cuándo?
Recuperar la confianza en la misión y vocación de las instituciones de educación superior no será fácil.
En nosotros reside la fuerza de enfrentar estas imperfecciones y errores, si es que los hay, y de mirar hacia afuera con un espíritu fresco y abierto, enfrentando una sociedad cada vez más dudosa e inquieta.
Hoy aquí, en el Senado de la República, les pido que juntas y juntos reunamos el coraje necesario para hacer que nuestras respectivas instituciones sean lo que nuestro país merece y necesita ahora.
Querida comunidad:
Ser un universitario y Puma es más que una identidad, es un compromiso con México y con nuestro pueblo, es aspirar a ser hombres y mujeres libres y de bien.
Es trabajar incansablemente por el bienestar de nuestra Patria, es sentir el orgullo de portar los colores universitarios, como dijo Navor, vestirse de gala y llevar en alto el lema que el día de hoy estará en nuestro Muro de Honor.
Con la develación de estas letras de oro, doradas, deseamos honrar los valores que les distinguen, el rigor académico, la excelencia en la investigación, y sobre todo el servicio desinteresado a nuestra Patria y a nuestra comunidad, pero sobre todo a los que menos tienen.
Que estas letras doradas sean un recordatorio constante de su misión y un estímulo para que futuras generaciones hagan honor a lo que hoy se reconoce.
Les reitero mi más profundo reconocimiento y gratitud por su inquebrantable compromiso por la excelencia y por su servicio a la Patria y a los mexicanos.
Yo les voy a pedir de pie, todos de pie, que nos pongamos todos de pie, y con toda esa emoción que da ser el reflejo de más de un siglo de conocimiento, vamos a decir:
TODOS: ¡Goya, Goya, cachún, cachún, ra, ra! ¡Cachún, cachún, ra, ra! ¡Goya! ¡Universidad!
SENADORA ANA LILIA RIVERA RIVERA: ¡Que viva la Universidad Nacional Autónoma de México!
Procederemos a la develación de la leyenda en el Muro de Honor.
Solicito a quienes conforman el presídium, trasladarnos a la base del Muro de Honor para la respectiva develación.
En su momento, nos pondremos de pie para develar la leyenda y continuaremos así para entonar nuestro Himno Nacional.
Muchas gracias.
MODERADORA: Favor de continuar de pie.
En estos momentos los cinco senadores promoventes se dirigen al Muro de Honor, donde en unos momentos más se correrá la cortina; por supuesto, también los integrantes de Mesa Directiva.
Estamos listos. A continuación, se realizará la develación del apotegma: Universidad Nacional Autónoma de México “Por mi raza hablará el espíritu”
(Develación de la leyenda)
MODERADORA: Bien. Ya estamos apreciando la inscripción en letras doradas en este Muro de Honor de esta leyenda, que a partir de este día queda inscrita en este Salón de Sesiones, de la Máxima Casa de Estudios.
Les pido continuemos de pie para entonar con orgullo y respeto nuestro Himno Nacional.
(Himno Nacional)
TODOS: ¡Goya, Goya, cachún, cachún, ra, ra! ¡Cachún, cachún, ra, ra! ¡Goya! ¡Universidad!
MODERADORA: Muchas gracias.
El Senado de la República agradece a la Banda de Música de la Secretaría de Marina su participación en esta solemne ceremonia.
Asimismo, damos las gracias a todos y todas por su asistencia.
Gracias. Y que pasen un excelente día.