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Versión estenográfica del mensaje de la senadora Ana Lilia Rivera Rivera, Presidenta de la Mesa Directiva del Senado de la República, en la develación de la inscripción: Universidad Nacional Autónoma de México “Por mi raza hablará el espíritu”.

Honorable comunidad universitaria nacional autónoma de México, estudiantes; docentes.

 

Personal de apoyo a la educación, investigadores, científicos, egresados y distinguidas autoridades:

 

En nombre del Senado de la República expreso mi más sincera felicitación, reconocimiento y gratitud a todas y todos los universitarios.

 

Cada avance científico, análisis y debate que emerge de sus aulas, no sólo enriquece el acervo académico, sino que se convierte en una herramienta poderosa para abordar los desafíos que enfrenta nuestra nación, ya sea en el ámbito de la salud en el medioambiente, el derecho, la economía, la energía, las artes o la filosofía.

 

Las y los universitarios están siempre presentes, aportando soluciones y liderando discusiones con coraje y valentía, dos virtudes que distinguen a quienes cambian el mundo de quienes se conforman con él.

 

Este día, es precisamente para celebrar y reconocer la valentía de la UNAM al cuestionar el mundo tal como es, e imaginarlo y crear uno mejor.

 

Lo que México pueda ofrecer al mundo depende en gran medida de que la UNAM siga dándonos más años de vida y de que continúe haciéndose preguntas, trabajando como lo hace para darles respuesta.

 

¿Pero qué cuestionamientos son esos que pueden asegurar que nuestra Máxima Casa de Estudios nos siga dando tanto de sí?

 

El primero de ellos es: ¿Por qué? Es una pregunta que nos llega desde muy temprano a nuestra vida. Si conocen a una niña o un niño pequeño, lo saben bien.

 

¿Por qué estamos aquí? ¿Por qué el cielo es azul? ¿Por qué hay que ir a la escuela? ¿Por qué huelen las flores? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Cuando era niña preguntaba tantos por qué, que mi madre siempre terminaba diciéndome: “porque sí”.

 

Cuando nos hacemos mayores sentimos y podemos sentir que estamos tentados a dejar de preguntar por qué y entonces comenzamos a aceptar las respuestas predeterminadas que nos rodean, hasta que algo nos impulsa a cuestionar esas respuestas: “Porque sí; no”.

 

Ese impulso es el regalo que nos da la UNAM, una casa que anima a preguntarnos por qué, es la semilla misma de los avances científicos, los descubrimientos, los remedios para los males físicos y sociales. ¿Por qué?

 

Preguntar ¿Por qué?, nos ayuda a enmendar errores, a desafiar la sabiduría convencional y a desbloquear nuevos niveles de comprensión y conocimiento.

 

Esta simple pregunta es la base misma de la vida académica. Nuestro deseo es que la UNAM persista en hacerla, porque sólo así podremos renunciar a la seguridad del silencio, a la tranquilidad de la ignorancia y a la satisfacción de una cámara de eco.

 

Si el deseo de comprender el mundo nos insta a preguntarnos por qué, la esperanza de mejorar el mundo nos obliga a preguntarnos: ¿Por qué no?

 

Esta pregunta es un llamado a la acción; la semilla que se planta para hacer lo que podría parecer imposible.

 

Por qué no revolucionar los derechos sexuales y reproductivos si creamos una píldora anticonceptiva, como se preguntó Luis Ernesto Miramontes Cárdenas, el curioso investigador de la Facultad de Química.

 

¿Por qué una mujer no puede alcanzar un Instituto de Ingeniería y patentar sus innovaciones y sus inventos?, como quizás se preguntó la doctora Rosa María Ramírez Zamora.

 

O, ¿por qué no?, ser la primera mujer secretaria de Ciencias, Humanidades, Tecnología e Innovación de mi país, como quizá un día probablemente se lo cuestionó la doctora Rosa Ruiz Gutiérrez.

 

Preguntar ¿por qué no?, ha sido un estribillo de la UNAM y sólo, sólo se hace cuando se tiene coraje y valentía. El coraje, para arriesgarse, para explorar y no temer a la respuesta, incluso de lo que se cree que está completamente conocido.

 

Cuando el éxito parece estar fuera de nuestro alcance, ninguna institución, como la casa azul y el oro, para unir imaginación y talento de manera innovadora y crear conocimientos que cambien la vida de las personas.

 

México anhela que la UNAM siga preguntándose ¿por qué no?, y sobre todo que siga asombrándonos con sus respuestas.

 

Y luego hay que hacerse las preguntas de. ¿Por qué la UNAM y la Máxima Casa de Estudios?, asumiendo este enorme compromiso de buscar la verdad y hacer el bien, por lo cual ha sido dotado de un potencial asombroso para cambiar las vidas de las personas y las perspectivas de las comunidades.

 

¿Por qué yo? ¿Por qué la UNAM?, podrán preguntarse ustedes. Esa es la siguiente pregunta.

 

Porque las hijas y los hijos de sangre azul y oro tienen una sensibilidad y una responsabilidad especial. La responsabilidad de explorar, definir y ayudar a resolver los problemas más desconcertantes de la sociedad.

 

La lucha contra la pobreza y la desigualdad, las enfermedades, el desafío de proteger un planeta y a la humanidad contra la devastación del cambio climático.

 

La Universidad Nacional Autónoma de México tiene ante sí un desafío y una oportunidad histórica. Asumir el compromiso de seguir contribuyendo al país a través de sus propias autocríticas, de su espíritu curioso y de su instinto innovador.

 

Por eso se espera tanto de la UNAM y por eso les pedimos siempre más.

 

La leyenda que hoy brillará en estos muros será testigo de esa demanda continua, porque esta Tribuna, es la que expone los problemas más apremiantes de la Patria, y las y los senadores voltearemos a ver estas letras doradas para buscar respuestas, acompañamiento y a veces también consuelo.

 

Yo sé que he hecho muchas preguntas, pero debo aprovecharla esta oportunidad de tener reunidos en este Salón, en este gran Salón que representa el Pacto Federal, que es el corazón vivo de nuestra República, hoy que está reunida esta comunidad tan sabia, unida y maravillosa como la suya.

 

Yo sé, que esta última pregunta, amigas y amigos, es la más importante: ¿Por qué ahora? Porque el ahora nos necesita para que el futuro tenga posibilidades genuinas de existir.

 

Estamos en un momento en el que las instituciones de todo tipo no cuentan con la confianza de antes, incluyendo las de educación superior, sobre todo, porque se ha puesto en duda que estudiar sea un vehículo de movilidad social, o de estabilidad económica o personal.

 

Nos toca devolverle a las y los jóvenes de nuestro país esa confianza, y tenemos que hacerlo desde ya, porque mientras dudamos, el planeta se calienta, la desigualdad crece y se caldea en algún lugar del mundo una nueva enfermedad para convertirse en una pandemia. Si no es ahora, ¿entonces cuándo?

 

Recuperar la confianza en la misión y vocación de las instituciones de educación superior no será fácil.

 

En nosotros reside la fuerza de enfrentar estas imperfecciones y errores, si es que los hay, y de mirar hacia afuera con un espíritu fresco y abierto, enfrentando una sociedad cada vez más dudosa e inquieta.

 

Hoy aquí, en el Senado de la República, les pido que juntas y juntos reunamos el coraje necesario para hacer que nuestras respectivas instituciones sean lo que nuestro país merece y necesita ahora.

 

Querida comunidad:

 

Ser un universitario y Puma es más que una identidad, es un compromiso con México y con nuestro pueblo, es aspirar a ser hombres y mujeres libres y de bien.

 

Es trabajar incansablemente por el bienestar de nuestra Patria, es sentir el orgullo de portar los colores universitarios, como dijo Navor, vestirse de gala y llevar en alto el lema que el día de hoy estará en nuestro Muro de Honor.

 

Con la develación de estas letras de oro, doradas, deseamos honrar los valores que les distinguen, el rigor académico, la excelencia en la investigación, y sobre todo el servicio desinteresado a nuestra Patria y a nuestra comunidad, pero sobre todo a los que menos tienen.

 

Que estas letras doradas sean un recordatorio constante de su misión y un estímulo para que futuras generaciones hagan honor a lo que hoy se reconoce.

 

Les reitero mi más profundo reconocimiento y gratitud por su inquebrantable compromiso por la excelencia y por su servicio a la Patria y a los mexicanos.

 

Yo les voy a pedir de pie, todos de pie, que nos pongamos todos de pie, y con toda esa emoción que da ser el reflejo de más de un siglo de conocimiento, vamos a decir:

 

TODOS: ¡Goya, Goya, cachún, cachún, ra, ra! ¡Cachún, cachún, ra, ra! ¡Goya! ¡Universidad!

 

SENADORA ANA LILIA RIVERA RIVERA: ¡Que viva la Universidad Nacional Autónoma de México!