Versión estenográfica del mensaje de clausura de la senadora Ana Lilia Rivera Rivera, Presidenta de la Mesa Directiva del Senado de la República, en el Conversatorio “Acción social y promoción de los derechos humanos”.
Creo que soy la última.
Gracias.
Muchas gracias a la Colectiva Internacional para la Difusión y Promoción de los Derechos Humanos.
He escuchado la historia de vida de todas y todos ustedes; cada uno una causa, y cada causa una lucha, y cada lucha nace de una historia personal.
Y hay seres humanos aquí luchando por otros seres humanos, que son muchos más de los que hoy están aquí.
¿A cuántos han ayudado con su causa de vida y con su lucha que ha generado leyes, movilidad y conciencia?
Hablaban de que para que todo esto se concrete se necesitan leyes, pero enfocadas hacia los derechos humanos; acciones, presupuestos y voluntad política para que las cosas cambien y avancen.
Desde el Senado de al República hemos impulsado en estos últimos casi seis años un nuevo modelo de gobierno: el humanismo mexicano, que se enfrenta a los resultados dolorosos de casi 40 años de una política mundial que miró a los seres humanos y a sus necesidades como una oportunidad de hacer negocios; y también los derechos humanos se fueron convirtiendo en negocios.
De manera personal, he contribuido desde el Senado de la República en la codictaminación de más de 50 reformas a la Constitución, pero de innumerables leyes.
Y mi lucha, porque mi lucha no solamente es la de ser una legisladora; mi lucha es la alimentación.
Tenemos derechos básicos que no están garantizados en el mundo.
Hoy hablamos de millones de hambrientos, pero esos millones se multiplican de malnutridos; y esa malnutrición enfrenta nuevas pandemias.
Y, quienes vivimos los efectos del COVID-19, sabemos que esa enfermedad encontró a México después de 40 años de colonismo alimentario, con pandemias ocultas y toleradas.
La pandemia del azúcar, más de 16 millones de diabéticos; y quien es experto de medicina podría decirme que quizá me quedo corta.
Cuántos millones de prediabéticos que están consumiendo dulce a través del jarabe de alta fructuosa, proveniente del maíz transgénico que está patentado por monopolios agroalimentarios, que al mismo tiempo llevan paquetes tecnológicos que controlan las semillas, que controlan los paquetes tecnológicos con una guerra declarada a la humanidad, que son los plaguicidas.
No sabemos lo que consumimos todos los días, pero sí les puedo asegurar, por un estudio que hizo el CONACyT, que de un estudio que se hizo a niños recién nacidos, la muestra indicó que todos orinaban glifosato al nacer y salir del vientre de su madre.
La leche materna que se llevó a análisis, determinó que esas madres que acababan de dar a luz a sus hijos, les estaban alimentando con leche materna contaminada con glifosato.
No tenemos ni siquiera la posibilidad de saber qué estamos consumiendo, y es una violación a nuestros derechos humanos fundamentales que los intereses económicos estén por encima de la salud, del medio ambiente, porque contaminan tierra, agua, aire, y que estén por encima de la vida.
Luchar por los derechos humanos esenciales de los seres humanos, es luchar contra intereses económicos y políticos banales, pero muy poderosos.
Por eso reconozco la lucha de cada uno de ustedes, porque sé en experiencia lo que significa luchar contra esos monstruos de poder.
Sé lo que sentirán los médicos que luchan por la vida de seres humanos, viendo que, por intereses ajenos a ellos, se están matando.
Yo les aseguro que quien esté en una trinchera de guerra, no quisiera estar allí, le tocó estar allí; y matan a otro ser humano por intereses que no son los suyos.
Porque quienes crean y generan las guerras, desde arriba las financian y las promueven, pero serían incapaces de vivir el dolor de estar enfrente de la muerte, como lo hacen ustedes, que van a salvar vidas y a luchar contra estos poderes tremendos que fomentan la guerra por dinero y por poder.
Y así cada una de sus causas; quien enfrenta a los tribunales, a los jueces, a las influencias, al dinero.
Por eso estamos en medio de un proceso de cambios profundos y yo creo que el más grande que estamos viviendo en México es el de empezar a reconocer que primero, primero deben ser los seres humanos, y que hacia ellos deberá de invertirse programas, presupuestos, leyes, instituciones y gobierno.
Reconozcamos que el modelo civilizatorio neoliberal se agotó y que lo único que nos queda, antes de que el planeta reviente, es entender que los únicos capaces de detener el deterioro humano, social y el deterioro que hemos contribuido desde nuestros espacios, es mirándonos hacia adentro como lo que somos: finitos, mortales y espirituales.
Porque no solamente el hombre tiene cuerpo, también tiene alma y el espíritu; y los luchadores por los derechos humanos lo encontraron, lo sintieron y hoy no pueden entender la vida si no es luchando por los derechos humanos de todos y de todas.
Muchas felicidades.
El Senado de la República les felicita, les reconoce y desde aquí, con humildad, nos ponemos a las órdenes de todos ustedes.
Muchas gracias.