Versión estenográfica del mensaje de la senadora Ana Lilia Rivera Rivera, presidenta de la Mesa Directiva del Senado de la República, en el 80 Aniversario de las Relaciones Diplomáticas entre México y Canadá.
Buenos días a todas, a todos.
Doy la más cordial bienvenida al excelentísimo señor Graeme Clark, muy bienvenido sea a esta casa del Pacto Federal en México, embajador extraordinario y plenipotenciario de Canadá en México. Nos honra su presencia.
Saludo con afecto a nuestra compañera Gina Andrea Cruz, presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores de América del Norte.
Asimismo, al maestro Roberto Velasco Álvarez, jefe de la Unidad de América del Norte de la Secretaría de Relaciones Exteriores, quien asiste en representación de la doctora Alicia Bárcena, secretaria de Relaciones Exteriores; bienvenido.
Distinguidas, distinguidos invitados.
Estimadas, estimados senadores;
Hoy nos reunimos en esta solemne ocasión para celebrar un hito significativo en la historia de nuestras naciones; el 80 Aniversario del Establecimiento de Relaciones Diplomáticas entre México y Canadá.
A lo largo de estas ocho décadas, juntos hemos tejido una historia de cooperación, amistad y respeto mutuo. Nuestras relaciones diplomáticas iniciadas el 29 de enero de 1944, han florecido en una asociación estratégica que abarca numerosos ámbitos; desde el comercio, la esfera laboral y la inversión, hasta la cultura, la educación; pero también hemos pasado en colaboración en asuntos de seguridad ambiental y de defensa de los derechos humanos.
Unidos hemos enfrentado desafíos y celebrado logros, siempre con el espíritu de colaboración y de entendimiento mutuo.
En esta relación sólida, madura y altamente benéfica para ambos países, la diplomacia parlamentaria ha jugado un papel crucial para el fortalecimiento de nuestra relación bilateral, ofreciendo una plataforma complementaria para el desarrollo e impulso del intercambio cultural, político y económico.
En este punto hago un paréntesis para reconocer que las senadoras y los senadores integrantes de la Comisión de Relaciones Exteriores América del Norte y su presidenta, la senadora Gina Andrea Cruz, han realizado un trabajo significativo y sustancioso para el desarrollo de nuestras relaciones bilaterales.
Pero esta colaboración tan estrecha a la que me refiero, no sólo se ve reflejada en la prolífera relación de tratados internacionales y acuerdos firmados por el Ejecutivo Federal y aprobados por esta Cámara Alta, sino también en los intercambios culturales y educativos que promueven el entendimiento mutuo.
Estas acciones, más allá de ser meros gestos de diplomacia, son reflejo de una voluntad compartida por fortalecer los lazos entre ambas naciones, mostrando así que nuestra amistad trasciende lo político para arraigarse en el aprecio y respeto mutuo entre ambos pueblos.
En esta cercanía que hoy nos permite develar la placa conmemorativa en esta casa del pueblo y del Pacto Federal, sede del Senado de la República, por el cumplimiento de 80 años del establecimiento de relaciones diplomáticas.
Con este acto, no sólo recordamos y honramos nuestro pasado compartido, sino que también reafirmamos nuestro compromiso de un futuro lleno de posibilidades, de crecimiento para mejorar la calidad de vida de nuestra gente.
Con esta muestra de amistad desde el Senado de México, enviamos un mensaje de voluntad para que continuemos con la senda del diálogo constructivo; un diálogo que trascienda diferencias culturales y políticas y pueda crear un terreno común de mayor comprensión, identificación y cooperación mutua.
Hago votos, porque este acto, junto con la placa conmemorativa como símbolo entrañable, sean un recordatorio de la fortaleza y permanencia de nuestros lazos bilaterales.
A medida que miramos hacia el futuro, hoy reitero el compromiso de esta Cámara de Senadores para continuar fortaleciendo nuestra relación, explorando nuevas oportunidades y profundizando nuestra comprensión mutua.
Que esta conmemoración sirva no sólo de un recuerdo de lo que hemos logrado juntos, sino también como una inspiración para lo que podemos aún alcanzar.
Que Canadá con sus montañas, sus cielos profundamente azules y sus hojas de arce, y México con sus playas maravillosas, su corazón de maíz y su sangre de maguey, diversos pero unidos por la buena voluntad y la diplomacia, forjemos una historia de amistad, cuyo vínculo resplandezca como un faro de esperanza y que en el concierto de naciones la luz de esta hermandad irradie armonía y paz, tan necesarias en estos tiempos que nos ha tocado vivir, tan difíciles.
¡Que viva nuestra amistad!
¡Que viva el pueblo de Canadá y que viva México!
Muchas gracias.