Versión estenográfica del mensaje de la senadora Ana Lilia Rivera Rivera, presidenta de la Mesa Directiva del Senado de la República, en la entrega de reconocimientos a sonideros.
Muy buenas tardes a todas y a todos.
Demasiado silencio para los que traen la música por dentro. Si hay alguien escandaloso, son los sonideros.
Me da mucho gusto recibir a hombres y mujeres tan alegres, tan felices y que llevan tanta felicidad a nuestros barrios, a nuestros pueblos.
Y por supuesto saludar en este presídium el día de hoy a quien tuvo no solamente esta tan gran, acertada oportunidad de reunirnos, a nuestro querido compañero Gabriel García.
A nuestro querido compañero, el senador Reyes, es de Coahuila, pero también sonidero.
Amigas y amigos representantes de los sonidos, o grupos sonideros más representativos. Por la edad que veo, ya debemos de tener unos nuestros añitos en esto.
Por eso me da mucho gusto saludarlos, saludarlas, a los maestros de los ritmos sonideros.
Agradezco mucho la generosidad de mi amigo, el senador Gabriel García Hernández, por invitarme a ser parte de este gran proyecto que hoy se cristaliza.
Me consta el entusiasmo que nació de una acción inconcebida en los barrios y en las colonias populares de la Ciudad de México, que se nos prohibiera nuestro arte.
Él decidió que tenían que ser visibles y qué mejor invitarlos a la Casa del Pacto Federal, donde ahorita todo México se va a enterar que son reconocidos por lo que valen, y por lo que representan, y por lo que son para la cultura popular de México. Gracias, Gabriel.
En las entrañas de México late un corazón sonidero. ¿Cómo? ¿Pero cómo? ¿Cómo, escuché hace rato?
UN ASISTENTE: ¡Venga, venga, ese sabor! ¡Rico y sabor! ¡Huepajé!
SENADORA ANA LILIA RIVERA RIVERA: Ese es el corazón sonidero de México, es un lazo que une comunidades, es un grito de identidad.
Las poderosas mezclas de la cumbia y sonidos tropicales resuenan en las calles, en nuestros mercados.
¿Qué ama de casa de la Ciudad de México no hace sus labores mientras escucha un buen sonido, con los ritmos de esta gran actividad?
Celebramos con ustedes nuestra rica diversidad y nuestra cultura. Los sonideros son arquitectos sonoros, construyen puentes emocionales a través de sus altavoces.
Cada nota es un eco de historias compartidas, de amores perdidos, pero también encontrados; de alegrías y desafíos superados.
En el bullicio de la Ciudad los sonidos se entrelazan para formar una sinfonía urbana, donde la música se convierte en un testimonio palpable de la resistencia, pero también de la resiliencia de nuestra gente.
Cuántos agobiados por la vida cotidiana, por el tráfico, por el desempleo, por la pobreza, no están esperando que llegue el día para ir y despejarse bailando y escuchando con ustedes en las plazas públicas.
Las fiestas sonideras son auténticos festivales de la comunidad, donde las diferencias se desvanecen y todos bailan al mismo compás en estas pistas de baile callejera, donde la verdadera magia ocurre, donde la música trasciende las barreras y conecta corazones.
Los sonideros no sólo son la banda sonora de miles de vidas, son maestros de ceremonias que guían a la multitud a través de un viaje emocional, tejiendo experiencias que perduran en el alma.
Queridas y queridos sonideros:
En nombre del Senado de la República me honra ser partícipe de este merecido reconocimiento al movimiento sonidero. A título estrictamente personal, expreso mi solidaridad y condena a los actos de persecución, criminalización y desdén a esa forma vital de expresión de nuestro pueblo, que no es sólo un eco del pasado, sino una fuerza viva que resiste y persiste en el tiempo, una fuerza que se adapta, que absorbe nuevas influencias y que sigue siendo un faro de autenticidad en medio del caos moderno.
Es un recordatorio de que la tradición y la innovación pueden coexistir, que la música es un puente entre generaciones y una herramienta poderosa para preservar nuestra identidad.
Celebremos al movimiento sonidero. Honremos a aquellos que, con sus bocinas y sus consolas, han construido una banda sonora para nuestras vidas, apropiándose de espacios que también es el suyo.
Que el tibiri tabara siga resonando en nuestras calles, recordándonos que en la diversidad de las melodías y estilos de baile encontramos la unidad que nos hace fuertes, porque la música también hermana.
¡Que viva el movimiento sonidero!
TODOS: ¡Viva!