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Versión estenográfica del mensaje de la senadora Ana Lilia Rivera Rivera, presidenta de la Mesa Directiva del Senado de la República, en el evento “Por el Derecho a una vida libre de Violencias”. 

 

Muchas gracias. 

 

Muy buenos días a todas, a todos. 

 

Saludo con mucho agradecimiento por esta invitación y por este extraordinario esfuerzo, a mi compañera, la senadora Mónica Fernández. Muchas gracias, Mónica. 

 

Por supuesto, compartir este espacio tan imponente con dos jóvenes, niñas tan valientes. Gracias a Paulina, que nos visita del CONALEP, y a Hannia, que viene de la SERDÁN No. 11. Gracias. 

 

A la fiscal, que está entre nosotros, gracias, doctora. 

 

Y a todas y cada una de ustedes, que ya han sido mencionados aquí. 

 

Creo que nos ha tocado vivir tiempos muy interesantes, lo comentaba hace unos momentos con Sulma, que desde el Senado con nosotros construye todo esto que parece tan fácil y que puede comentarse en una exposición de unos minutos, el trabajo del Legislativo que durante cinco años hemos convertido en realidad. 

 

Porque no es lo mismo cambiar el derecho a verlo efectivo en nuestras vidas; pero lo más difícil es que estas vidas de dolor, de indiferencia, de sufrimiento que culturalmente hemos soportado las mujeres, no está en una ley para que pueda ser sancionado. 

 

Efectivamente, tenemos hoy una gran labor, no solamente la legislativa, es ahora cómo logramos que todos estos derechos puedan ser defendidos por quienes las han inspirado, que son las historias de generaciones de mujeres que hemos sufrido distintos tipos de violencias, cómo se empoderan de sus derechos. 

 

Y después, cómo las instituciones hacen realidad con programas y presupuestos, que estos derechos puedan llevarnos al ejercicio de una vida plena y libre de violencia. 

 

Por eso, quiero reconocer enfáticamente este gran esfuerzo. Puede parecer un folleto simple, pero se resumen miles de casos de violencia y de miles de casos de dolor y de sufrimiento que todavía, en este momento, estamos viviendo las mujeres en todo el mundo y en todo nuestro país. 

 

Quiero además comentar que, a propósito de este gran esfuerzo, acabo de pedirle a Sulma que lo ampliemos, que esta medición de la violencia nos lo puedan entregar a todas las senadoras, pero con los datos de nuestros estados; porque si bien es cierto que hay violencia en todo el país, hay estados donde todavía es superior. Tenemos que estar conscientes de la violencia. 

 

Pero además, parece tan sencillo, pero créanmelo que ahora que lo estaba revisando, descubrí que estoy en alerta verde, pero les aseguro que hay muchos compañeros, compañeras que cuando vio ahí, le recordó a alguien: su hermana, su cuñada, una amiga de la escuela que cuando lo ves, te das cuenta que lo que estás viviendo no es normal, no debemos normalizar la violencia y el sufrimiento, el dolor, la indiferencia. 

 

Y voy a traer con ustedes, para concluir este muy breve mensaje, porque después de escuchar a la senadora Mónica, prácticamente todo estaba dicho; una feminista del siglo XIX dijo, se llamó Simone de Beauvoir, y ella decía “las mujeres no nacen, las mujeres se hacen”. 

 

¿Pero cómo te hacías mujer en el siglo XIX, si género era destino? Nací en una familia ya no del siglo XIX, en una familia más reciente, cinco mujeres, soy una de las hermanas mayores; tuve cinco hermanas y me tocó escuchar a mi madre cuando nació la quinta de mis hermanas, llorar y decir “¿por qué me tocó traer al mundo tantas mujeres, si las mujeres solamente venimos a sufrir?”. 

 

Y yo pienso que es muy difícil ser mujer en el contexto en el que culturalmente ya naciste para sufrir, para no merecer o para merecer el castigo o para merecer hambre o para merecer humillación. Emparejarnos en la vida, en una cultura patriarcal que sigue vigente y que desgraciadamente las mujeres las reproducimos en casa, nos tiene que llevar a que la consciencia de la igualdad nace en nuestro hogar, a que la consciencia de amor se genera con nuestros hijos y con nuestras hijas, cuando los tratamos igual, les damos igualdad de oportunidades. 

 

Que no va a ser fácil hoy ya teniendo todo este andamiaje legal, cambiar las cosas, porque en un Estado de Derecho donde cambia el derecho y no cambia la cultura, no cambia nada. Las instituciones también tendrán que hacer lo que les toca, el Gobierno con programas y presupuestos; pero nosotras las mujeres con este documento maravilloso que ha creado la senadora Mónica, con esa gran capacidad que tuvo de vislumbrar que no basta con tenerlos en una ley, si no salimos a las escuelas con las jóvenes, con las niñas a decirles: estos son tus derechos, conócelos y defiéndelos y llévalos a casa para discutirlos con tu madre, con tu hermana y con los que puedas, y le digas “estás en una condición de violencia, defiéndete, eso no es normal. 

 

Pero si no sabes dónde acudir, aquí está donde podemos acudir, estos son los teléfonos, estas son las direcciones”. 

 

Esto que acabas de hacer, Moni, es extraordinario. Te felicitamos, nos felicitamos de tenerte como compañera y ahora te invitamos a que nos vayamos a toda la República para que a propósito en los Congresos de los estados, analicemos qué tanto se ha logrado la armonización de todas estas leyes que hoy están plasmadas y que hacen falta que se conviertan en una realidad que cambie la cultura en la que las mujeres hemos crecido; no solamente en México, en todo el mundo. 

 

Muchas gracias y muchas felicidades.