Versión estenográfica del mensaje del senador Eduardo Ramírez Aguilar, presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República, en la inauguración del Parlamento Juvenil “Chiapas en el Senado”.
Muchas gracias.
Buenos días a todas, a todos.
La verdad es que me siento muy emocionado que mis paisanos, los más jóvenes, las más jóvenes estén en este recinto, lugar donde se discuten los problemas de la patria.
Le agradezco a mis dos compañeros, a Germán Martínez, quien es un michoacano, un senador con vehemencia, con ímpetu para defender sus posiciones, su visión de país.
Y agradezco también la presencia de César Cravioto, un buen compañero, un buen amigo que defiende con integridad sus ideales, sus convicciones, sin renunciar nunca a ellas y siempre tratando de construir a favor de lo que nosotros representamos en la cuarta transformación.
Gracias, Tamara, gracias Cristal, gracias Faruk.
Estaba pensando qué podía compartirles a las nuevas generaciones de Chiapas. Y, cuando pasó Elia a esta Tribuna, que expresó que sean bienvenidos a esta su casa, recordé que hubo un Congreso Indígena hace más de seis décadas. Este Congreso Indígena fue nacional.
Y, cuando le iban a poner el Congreso “Diálogo y Encuentro”, resulta que la palabra diálogo no existe, no existe en la lengua materna de en ese momento de las etnias que estaban concentradas. Y había una mujer que estaba dirigiendo esos trabajos, una mujer defensora de los derechos de las mujeres, una mujer ilustre, una mujer que ha pasado a la historia. Ella se llamaba Rosario Castellanos.
Y Rosario Castellanos dijo: a ver, no encontramos esa palabra, cómo podemos hacer que las conclusiones terminaron en un buen diálogo. Y entonces empezaron a hablar tzotziles, tzeltales, mazahuas, bueno, de todas las etnias del país; y concluyeron que iba a denominarse “Vamos a encontrar la palabra en común, a ver si nos ponemos de acuerdo”.
Y ese fue el texto con el que arrancaron su Congreso y esa es la forma en cómo nosotros aquí encontramos, ya no solamente la palabra en común; sino los textos en común para traducirlos en leyes.
Esa fue una enseñanza de Rosario Castellanos, además de tantas obras.
Entonces, cuando llegamos a este Senado, quiero compartirles que mi experiencia fue maravillosa, porque me propuse a mí mismo no ser un senador más de los que habían estado en nuestro hermoso estado de Chiapas. Y dije: yo no vine a levantar la mano, no vine a ser una estadística, a ser un senador que llegara el día martes en el primer vuelo y regresarme el jueves a medio día.
Me propuse trabajar por México, me propuse esforzarme para generar que Chiapas estuviera en el centro de las decisiones. Yo hoy puedo mirarlos a los ojos, con serenidad y con absoluta tranquilidad que yo hecho mi trabajo con responsabilidad, con compromiso y con mucha pasión por lo que hago.
Y esa satisfacción me la da el tiempo, me lo ha dado el diálogo, me lo ha dado los momentos álgidos que en esta Tribuna se viven y que, concluyendo los debates, nos buscamos para conciliar mejores reformas constitucionales.
Hoy puedo decirles a mis paisanos que Eduardo Ramírez le ha cumplido a Chiapas. Yo no le he fallado a Chiapas.
Y quiero expresarles a ustedes, jóvenes, que busquen su propósito pero sean hombres y mujeres con causa, no renuncien jamás a sus propósitos; pero que ese propósito tenga una causa. Yo encontré la mía, mi causa es Chiapas, ustedes encuentren la suya; nunca dejen trozos de dignidad por llegar a espacios públicos, no es ese el propósito de las nuevas juventudes.
No es en la fiesta, no es -perdón que se los diga- en el desmadre como se consiguen los espacios públicos: es con el trabajo, es con la seriedad y siempre háganlo, honren sus acuerdos, su palabra y que esos acuerdos no rompan con sus principios.
Todo podemos acordar, menos a lo que nosotros creemos como personas y después, en lo que representamos políticamente.
Estoy cierto que de aquí van a salir los nuevos legisladores, los nuevos dirigentes no solamente de Chiapas, sino también de México.
Cuando llegué a este recinto, vi a Belisario Domínguez, y Belisario Domínguez es un senador chiapaneco. Fue un senador de corto tiempo y se paró muchas veces a señalar el asesinato vil y cobarde de Francisco I. Madero y Pino Suárez; frente al usurpador Victoriano Huerta.
Le costó la vida, pero en uno de sus discursos, que no pronunció en esta Tribuna, bueno, en la antigua sede del Senado, allá en el Centro Histórico, no pudo pronunciarlo porque cuando lo vio el presidente del Senado dijo “esto es muy duro y te pueden matar, Belisario. Guarda tu discurso a ver si en la otra sesión tienes posibilidad”.
Y se fue como senador. Y llegó a una imprenta a tocar la puerta y una niña, una jovencita, María Hernández Zarco, le dijo “doctor, doctor, yo trabajo por las noches en la imprenta, deme el discurso y yo lo voy a imprimir y se lo entrego en la madrugada. Nada más que no me vaya a cachar mi patrón”.
Esta jovencita le entregó el discurso pronunciado. Cuando tengan oportunidad léanlo, es una cátedra de principios democráticos, de valor civil. Y lo fueron a distribuir por toda la Ciudad de México.
En ese discurso decía Belisario Domínguez que cada mexicano cumpla con su deber y la patria estará salvada.
¡Cumplan con su deber como jóvenes!
¡Cumplan ese deber con México y tendremos, no solamente una patria salvada, sino una mejor patria para todos!
Es cuánto.