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Versión estenográfica del mensaje del senador Ricardo Monreal Ávila, presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República, en la inauguración del evento “Charrería: Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad”. 

Si por algo es famoso México, nuestro país, es por tener tradiciones y costumbres de las más increíbles y maravillosas del mundo. 

 

La charrería, una tradición que ha estado presente a lo largo de la historia de nuestro país, y que para nosotros es un gran motivo de orgullo, porque el 6 de diciembre del año 2016, fue declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. 

 

Tiene sus orígenes en el estado de Hidalgo, siendo catalogado como la cuna de la charrería. Como deporte surge tras la Reforma Agraria, de principios del siglo XX, cuando los antiguos terratenientes emigraban a las ciudades principalmente de México y Guadalajara; nace entonces en las haciendas de los estados de Hidalgo, Puebla y Estado de México; extendiéndose más tarde por toda la Nueva España y floreciendo en el virreinato de la Nueva Galicia, actual estado de Jalisco y sus alrededores. 

 

En 1880, la charrería profesional tuvo su origen con el famoso Charro Ponciano, cuyas hazañas reconocemos por los corridos y canciones. Ponciano Díaz, originario de la Hacienda de Atenco, en el estado de Hidalgo; la primera ganadería que se estableció en América, dio gran impulso e incremento a la charrería, convirtiéndola en espectáculo de valentía y pericia, digna de admirar. 

 

El 14 de septiembre se celebra el Día Nacional del Charro en México, decretado por el presidente Abelardo Rodríguez en 1934, siendo la charrería declarada deporte nacional por el presidente Manuel Ávila Camacho, considerada además como reserva del Ejército Mexicano en la rama de caballería. 

 

Por lo que además de la disciplina deportiva, existe la obligación de observar ciertas normas adicionales al deporte, como la participación en el Desfile del 16 de septiembre. 

 

La charrería se ha convertido en una de las mejores tradiciones que fomentan a la mexicanidad en las competencias y espectáculos a nivel mundial; una expresión que por su historia, cultura, belleza, vestuario y esencia, es un referente de la verdadera unión social y familiar.  

 

Las Adelitas son de gran importancia, ya que representan a la mujer mexicana que desarrollaron un papel muy importante en la lucha por los derechos de los campesinos durante la Revolución Mexicana. En aquel entonces madres, hijas y esposas abandonaron su rol de amas de casa y no se quedaron de brazos cruzados ni esperaron el regreso de sus hombres; sino que levantaron sus hogares para llevarlos hasta sus soldados. 

 

El charro representa por su vestuario, la cultura e identidad de México, y escenifican en cada charreada, las nueve faenas que conformaban una jornada de trabajo en la que cumplían con su tarea de trasladar ganado vacuno y caballar, de un rancho a otro; de domarlo, de separarlo, de curarlo, de tusarlo e identificarlo o marcarlo con el fierro de su respectivo dueño. 

 

La charrería es, entonces, una práctica tradicional de comunidades de México, dedicadas a la cría, al pastoreo del ganado a caballo. La charrería como deporte nacional muestra las destrezas de los charros y adelitas, en el arte de montar, arriar, jinetear y lazar. 

 

Las faenas conocidas como nueve suertes, son: la Calada de Caballos, Piales en el Lienzo, Coleadero, Jineteo del Toro, la Faena de la Terna en el Ruedo, Jineteo de Yegua, Manganas a Pie, Manganas a Caballo, Paso de la Muerte. 

 

El día de hoy queremos reconocer, aquí en el Senado de la República, a charros y adelitas, quienes engrandecen la cultura y tradición de nuestro deporte nacional, y llevan en alto el nombre de México, como lo expresó el poeta Delfín Sánchez. 

 

“Vestirse de charro, es vestirse de México”. 

 

Feliz día, charros y adelitas de México. 

 

Bienvenidos, bienvenidas al Senado mexicano.