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Versión estenográfica de la participación de la senadora Olga Sánchez Cordero, presidenta de la Mesa Directiva de la Comisión Permanente, en la inauguración del Foro “La copa menstrual como alternativa sustentable”.

 

Muchas gracias. 

 

Muy bienvenidos a todas y a todos ustedes, aquí, al Senado de la República, a la Casa del Federalismo. Esta es la casa de ustedes. 

 

Y, quiero agradecer a mi queridísimo compañero, senador, también fue mi alumno en la Facultad de Derecho, imagínense nomás ya cuántos años han pasado; la invitación que me ha hecho a  este Foro. 

 

A mi querida Vero, gracias Vero, tan linda y siempre tan entusiasta en estos temas, que quiero también decir que, y aquí lo traigo, que todas tus iniciativas que has presentado. 

 

Y, a mi querida amiga, de hace muchos años, Martha Tagle, que tenemos muchas batallas juntas, mi querida Martha, desde hace muchos, muchos años. Ella fue diputada del Congreso, de la Cámara de Diputados el anterior trienio. 

 

También a las especialistas que hoy nos acompañan. 

 

Y, yo quería compartirles, darles la bienvenida, Alejandra, ¿verdad?, Alejandra Hernández, eres presidenta de COPAC. Y a Claudia, bueno, Claudia no nos acompaña, nos va a acompañar a la distancia; también nos está acompañando en la distancia Ricardo Monreal y Claudia Ruiz Massieu. 

 

Es un gusto para mí participar en este Foro “La Copa Menstrual como alternativa sustentable”. 

 

Yo les quiero decir algo, y se los voy a confesar abiertamente, yo desconocía esta copa menstrual. Soy de una generación que cuando llegué a la pubertad y a la adolescencia, me dijeron que cada vez que yo tenía mi ciclo menstrual, estaba enferma; que además no me tenía que bañar en esos días y que prácticamente tenía yo que estar recluida. Y una serie de estigmatizaciones de manera, yo hoy a la distancia digo irracionales. 

 

Entonces, para mí es auténticamente un gusto participar en este tema, en este Foro; porque estoy junto a muchas mujeres y hombres, también, y me da mucho gusto, que hemos sumado siempre esfuerzos por tantas y tantas causas a lo largo de muchas décadas, por nuestros derechos. 

 

Agradezco de verdad esta oportunidad de añadir mi voz a la difusión de herramientas tan significativas como esta, en la conquista de mejores condiciones para desarrollarnos y, en este caso, el de la copa menstrual, un instrumento yo diría ya centenario, que nuestro país ha intensificado su uso en los últimos cinco años, sólo en los últimos cinco años; después de décadas de ser un tabú y ahora una práctica, aunque todavía es poco recurrida, tenemos que hacerla más recurrida. 

 

La copa menstrual, ya sea hipoalergénica, de silicona o de grado médico 100 por ciento de plástico, es un instrumento cuyos primeros modelos se remontan al siglo XIX, qué impresión. Y yo tenía desconocimiento de ella. Y quiero ser muy franca y muy transparente, como siempre he sido en mi vida, no la conocía. 

 

La primera patente se registro en el lejano 1932, hace 90 años. La versión histórica más conocida, está disponible desde 1937. 

 

Su comercialización ha sido un reto hasta nuestros días, en parte por los materiales, cuya evolución a lo largo de casi un siglo, ha propiciado su resurgimiento; y, en parte, por los tabús en torno a su uso. 

 

Hoy, las alternativas plantean modelos que varían materiales, obviamente, dimensiones, precios, flexibilidad en la copa menstrual, pero mantienen ventajas enormes de durabilidad, que posibilita el ahorro de muchas mujeres; limpieza, reutilización, que la hace ambientalmente amigable y de confiabilidad, que la hace muy competitiva. 

 

Consecuentemente, por economía, por confiabilidad, por ecología, su uso y promoción entre la población plantea la viabilidad de considerar la higiene menstrual como una responsabilidad asimilable por el propio Estado Mexicano, esta pelea que han planteado muchas compañeras y que en las dos últimas legislaturas han mostrado importantes propuestas. 

 

En esta tesitura, en los últimos años hemos podido conoces esfuerzos, como las iniciativas de aquí, mi querida Martha Tagle, cuando fue diputada, por lograr la supresión del IVA en productos de higiene menstrual. 

 

Las iniciativas de mis distinguidas compañeras senadoras, Nadia Navarro, Verónica Delgadillo, Nancy de la Sierra, por incluir la copa menstrual como un elemento de salud menstrual; y por propiciar que ésta sea garantizada por el Estado en el ámbito educativo, en el sistema penitenciario federal y en el Sistema Nacional de Salud. 

 

Esta copa menstrual favorece la viabilidad de la higiene menstrual como una responsabilidad del Sistema de Salud. Promoverla, implica promover el mejoramiento de las condiciones para el ejercicio de los derechos de todas las mujeres. 

 

Traigo unos datos, no sé si me dé tiempo en esta bienvenida, que seguramente ustedes harán alusión a ellos, de presentarlos. 

 

Fíjense ustedes: En el mundo, mil 800 millones de mujeres, niñas y otras personas menstrúan, mil 800 millones de mujeres.  

 

En México, 65 millones. Imagínense la dimensión. 

 

En nuestro país hay 25.7 millones de mujeres en situación de pobreza, ¿cómo van a tener acceso a los tampones menstruales, a las toallas? 

 

De las cuales, 12.6 millones no cuentan con acceso a los servicios de salud básicos, como agua potable; ni siquiera agua potable o drenaje. Mientras nueve millones de ellas no tienen acceso a los servicios de salud.  

 

Las condiciones de carencias económicas para atender la higiene menstrual afecta la salud y las actividades, como la escuela, como el trabajo.  

 

Hay 12 mil mujeres en prisión. El 92 por ciento en edad reproductiva. El 63 por ciento tuvo que pedir artículos de aseo personal, pues no los hay. 

 

En 2018, el 36 por ciento de la población mexicana no tenía abasto diario de agua; el 33 por ciento vivía sin excusado, con descarga directa de agua, y casi 10 por ciento no contaba con sanitario o no era de uso exclusivo. Esto impacta directamente en la salud menstrual y en las posibilidades del libre ejercicio de nuestros derechos. Les comentaba: 

 

Martha Tagle, en septiembre del 2021 impulsó el no IVA a higiene menstrual, a los productos de higiene menstrual. 

 

Nancy de la Sierra, el 25 de noviembre del 2021, promovió el acceso gratuito a productos de gestión menstrual para niñas, para mujeres y personas menstruantes, en instituciones de educación pública, asimismo, para personas legalmente que están obviamente privadas de su libertad. 

 

Verónica Delgadillo -a la cual me sumé en esta Iniciativa, lo recuerdo perfecto en su exposición-, el 23 de noviembre del 2021, propuso acceso a educación libre sobre higiene menstrual, e incluir la higiene menstrual como un servicio básico el sistema de salud, modificando el artículo 30 de la Ley General de Educación, asimismo, para personas legalmente privadas de su libertad, el artículo 27 de la Ley General de Salud. Lo recuerdo perfecto. 

 

Nadia Navarro, desde el 28 de septiembre de 2021, buscó garantizar a las mujeres el acceso suficiente y gratuito de productos de higiene menstrual en los sectores prioritarios, centros penitenciarios, en mujeres privadas de su libertad, centros educativos, niveles secundaria y media superior; centros de trabajo y centros de salud. Estas iniciativas son fundamentales e importantísimas. 

 

¿Cuáles son los hechos de las ventajas de la copa menstrual? 

 

Las toallas femeninas o tampones, se recomiendan cambiar cada cuatro horas. Entonces, al mes, una mujer en promedio utiliza entre 20 y 30 toallas o tampones. Al año, sería un aproximado de 300 toallas o tampones, lo que se traduce entre 10 mil y 15 mil toallas a lo largo de nuestra vida. 

 

Si una mujer empezó a menstruar a los 13 años y a los 50 llega la menopausia, habrá utilizado un aproximado de 13 mil toallas femeninas o tampones. Japón y Corea del Sur garantizan días inhábiles por menstruación. 

 

Durante la vida reproductiva de una mujer, utiliza aproximada 13 mil 320 toallas femeninas o tampones, lo que sería alrededor de 26 mil 420 pesos necesarios para comprarlos. 

 

La copa menstrual resulta ser la más amigable con el medio ambiente, con el bolsillo de las mujeres. Su costo es de 400 a 600 pesos y se recomienda cambiarlas cada de 10 a 12 años. 

 

Si hacemos el cálculo, una mujer estaría gastando solamente 2 mil 800 pesos a precios presentes a lo largo de su vida en copas menstruales. 

 

Los productos sanitarios como los tampones y las toallas sanitarias suelen contener plásticos y compuestos químicos, muy perjudiciales para el medio ambiente. 

 

El tiempo que tardan en degradarse en un vertedero, supera en siglos la vida de una mujer. 

 

Todas estas cuestiones son extremadamente relevantes y seguramente serán tratadas en este foro. 

 

Quiero ya, por último, decirles que es muy importante este foro y que estamos ya, afortunadamente, dejando atrás los tabús, las estigmatizaciones. Estamos avanzando sobre los derechos. 

 

Muchas gracias.