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Versión estenográfica del mensaje de la senadora Olga Sánchez Cordero, presidenta de la Mesa Directiva de la Comisión Permanente, en la inauguración de los Diálogos Parlamentarios “Reproducción asistida, visión de salud pública”. 

  

Mi querido Rafa, como siempre, gracias por tu trabajo, por reunirnos a todos aquí. 

 

Y agradecer a todas y a todos, su presencia. Sobre todo decir que están presentes mis colegas Rafael Espino, al senador, presidente de la Comisión de Justicia. La senadora Nuvia Mayorga, gracias, que también tuve el gusto de que estuviera en Turquía, viendo los temas de migración. 

 

Y, gracias a todos los médicos, médicas, a todas las organizaciones civiles, académicos, investigadores, por formar parte de este gran proyecto, porque sin duda alguna es una visión en esta materia que tenemos que tener todas las voces. 

 

Esta mañana, vamos a retomar una muy relevante iniciativa, que su servidora presentó hace ya tres años, tres años y medio, en sete Senado de la República, y sobre la que voy a continuar trabajando para lograr su aprobación. De ahí la importancia de esta sesión. 

 

Hace 44 años, para ser exactos un 25 de junio de 1978, nación Louise Joy Brown, la niña a quien se le llamó en su tiempo, la bebé de probeta. Fue el fruto del anhelo de su madre y de su padre, así como de los esfuerzos científicos de los médicos investigadores ingleses, Robert Edwards y Patrick Steptoe, por hacer que una mujer con las Trompas de Falopio obstruidas, pudiera embarazarse, pudiera realizar el sueño de ser madre. 

 

El nacimiento de Louise fue la primera fertilización in vitro, hoy, Louise es la feliz madre de dos hijos, concebidos de manera natural. Sin embargo, habiendo transcurrido cuatro décadas, cuatro décadas de tal acontecimiento; en muchos países la regulación en la materia aún es muy precaria o no hay regulación. 

 

Y en México, lamentablemente no es la excepción. 

 

Día con día se registra un incremento de los casos de infertilidad humana, debido a muchos factores, que no sólo están relacionados con los hábitos personales de los afectados; sino también por otras muchas causas: entorno social y cultural, medioambiente, alimentación; en fin, muchos otros que están realmente impactando la infertilidad en nuestras sociedades modernas. 

 

Dicen por ahí, no sé si esto sea un tema exacto, pero que más o menos el 17 por ciento de las parejas mexicanas que quieren ser padres, no han podido lograr un bebé, 17 por ciento. Es altísimo. 

 

Asimismo, el desarrollo y la sofisticación creciente de nuevos conocimientos científicos y tecnológicos, ofrecen soluciones a este problema de salud y de planificación familiar; siempre y cuando estén regulados. Siempre es importante regular temas, sobre todo de este calado, de este gran calado, dentro del marco legal, que garantice la realización plena del ejercicio de los derechos humanos establecidos en nuestra Constitución y evite a su vez, un mayor aumento y diversificación de prácticas perjudiciales; prácticas en laboratorios clandestinos, en clínicas clandestinas, relacionadas todas con el acceso a este tipo de tecnologías y que ponen en grave riesgo la salud de la población. 

 

Por lo tanto, considerando lo anterior y, apelando al artículo 4º de nuestra Constitución, el cual hace explícito el derecho de las y los mexicanos a la protección a la salud y el derecho a la libre decisión reproductiva, al número y espaciamiento de los hijos; así lo dice textualmente la Constitución: “…se considera pertinente regular, en materia de salubridad general, la infertilidad humana y los métodos alternativos”. 

 

Aún cuando la definición de infertilidad primaria, como la imposibilidad de lograr un embarazo tras un año de buscarlo intencionalmente sin el uso de métodos de planificación familiar es generalmente aceptada, es de sumamente importancia también contemplar el hecho de que sus implicaciones van más allá, pues se incluye a aquellas mujeres que, si bien logran embarazarse, no pueden llevar a cabo un embarazo a su término. 

 

Por su parte, la infertilidad secundaria, es aquella que se presenta cuando una persona ha logrado ya ser padre o madre de una hija o un hijo, pero no es capaz de embarazarse en una segunda ocasión. 

 

Es importante también mencionar que nuestra especie es comparada a las otras del mundo animal: poco eficiente en términos reproductivos.  

 

Si 100 mujeres tuvieran relaciones sexuales en un periodo fértil entre la segunda y tercera semana de su ciclo menstrual, únicamente ocho de ellas, de 100 mujeres, ocho de ellas podrían embarazarse. 

 

Así, a esa ineficacia e ineficiencia que nos viene ya por naturaleza, hay que agregar que la infertilidad siempre ha existido pero que ha crecido de manera exponencial en el mundo en los últimos años, por todas las razones que he mencionado: cambio climático, medio ambiente, cambios en la alimentación; en fin, muchos temas que han impactado también esta exponencial infertilidad en los últimos años, hasta ya convertirse, por qué no decirlo con todas sus letras, en un grave problema de salud pública.  

 

Tan es así, que en abril del 2014, la Sociedad Americana de Medicina Reproductiva afirmó que la prevalencia de la infertilidad en los Estados Unidos de América es casi igual, fíjense ustedes, a la diabetes, padecimiento que sin duda afecta a una enorme proporción de personas a nivel global. 

 

De manera más precisa, la infertilidad es un problema que afecta a 80 millones de individuos en el mundo. 

 

En México, cifras presentadas por el Consejo Nacional de Población indican, lo que yo les estaba comentando, que el 17 por ciento de los y las mexicanas en edad reproductiva cursa con algún trastorno relacionado con la infertilidad. 

 

De acuerdo con datos del Censo del Mercado de Infertilidad en México, en el 32 por ciento de los casos de infertilidad la causa es atribuible a la mujer, y en el 31 por ciento a los hombres. 

 

Si observamos la problemática en parejas heterosexuales, en un 25 por ciento de los casos son ambos integrantes quienes presentan alguna situación que les impide lograr un embarazo. 

 

Fíjense ustedes, siempre, obviamente por razones de género, ¿a quién era a la que le echaban siempre la culpa de la infertilidad? Pues a la mujer. Sin embargo, hoy nos damos cuenta que el 32 por ciento de los casos de infertilidad es atribuible a la mujer, pero que el 31 por ciento de los casos de infertilidad es ahora también atribuible a los hombres. 

 

Por supuesto, hay veces que son ambos los que presentan alguna situación que impide lograr el embarazo. 

 

Las causas de infertilidad son muy variadas e incluyen desde defectos congénitos, hasta factores relacionados con los estilos de vida moderno, donde el tabaquismo, el alcohol, el estrés, son elementos de terminantes para impedir un embarazo. 

 

No puede escapar a nuestra atención que la dinámica social que obliga a un hombre y a una mujer a retrasar la decisión de ser padres o madres, también juega un papel y un rol especial como causa de infertilidad, pues con la edad va disminuyendo la calidad de los gametos, particularmente. 

 

Desafortunadamente, durante muchos años, el conocimiento en materia reproductiva no sólo era poco entendido, sino que se le rodeaba de creencias y mitos, que más allá de dar una solución objetiva y científica a los problemas de infertilidad, ponían en riesgo la salud integral de hombres y mujeres. 

 

Esto contribuyó a generar una situación de desesperanza para los individuos y una estigmatización por la incapacidad para lograr un embarazo. 

 

El costo moral, psicológico, físico, económico de la infertilidad, se convirtió en la tónica acompañada de un total desconocimiento de la materia y del uso de herramientas diagnósticas y tecnológicas en extremo limitadas en su tiempo. 

 

Afortunadamente, desde hace casi cuatro décadas se encuentran disponibles técnicas de reproducción humana asistida, basadas en evidencia científica, que han permitido a millones de personas ver cumplido ese anhelo tan importante de tener un bebé y de ser padres. 

 

Dichas técnicas, que son a veces de baja o alta complejidad según las características de cada caso, incluyen desde un coito programado, la inducción de ovulación, la inseminación artificial, la fecundación in vitro, la transferencia de óvulos fecundados, la transferencia intra tubárica de gametos u óvulos fecundados, la crio preservación de ovocitos y óvulos fecundados, la donación de ovocitos y óvulos fecundados, y la maternidad subrogada, entre otros muchos. 

 

Gracias a esta amplia gama de técnicas, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, en más del 90 por ciento de los casos de infertilidad existe una solución con la aplicación de la tecnología reproductiva actual. 

 

Y la ciencia no se detiene. Los avances en la materia avanzan a una velocidad vertiginosa, ofreciendo a las personas la esperanza de poder tener una hija o un hijo, con quienes estén biológica y genéticamente vinculados, que es muy importante desde el punto de vista inclusive emocional, inclusive psicológico del deseo de tener un hijo. 

 

Esto explica la creciente demanda de servicios de reproducción humana asistida. Tan sólo en el caso de México se tiene información de que se practican anualmente -imagínense ustedes- 80 mil procedimientos de reproducción humana asistida. 

 

Por todo esto, por todo lo anterior, nuestra Iniciativa propone agregar una fracción V Bis al artículo III de la Ley General de Salud, para ser este tema materia de salubridad general. 

 

La Iniciativa que su servidora ha presentado, contempla de una forma integral la modernización y protección de los derechos de la mujer y de las parejas en esta materia. 

 

Esta mañana nos acompañan aquí muy relevantes especialistas nacionales e internacionales, quienes generosamente -y lo subrayo- generosamente, y se los agradecemos, brindarán su particular visión y experiencia en la materia a nivel nacional. 

 

Agradezco mucho a la doctora Carmen Aguayo, directora de la Clínica de Infertilidad y Andrología del Instituto Nacional de Perinatología. 

 

Agradezco, igualmente, al doctor Alfonso del Valle, mexicano, avecindado en Canadá hace 40 años, y uno de los más reconocidos especialistas en la materia a nivel global, y fundador y presidente del Instituto Reproductivo de Toronto, que colabora en México, Estados Unidos de América y Canadá. 

 

Muy bienvenidos, mis queridísimos y estimados especialistas, científicos, Carmen y Alfonso. 

 

Así como la muy relevante audiencia de especialistas, de médicos especialistas de los sectores públicos y privado, que nos honran con su presencia, a quienes damos la voz para abrevar de sus conocimientos. 

 

El lema sería: Por una reproducción asistida con visión de Estado, con visión de salud pública. 

 

Muchas gracias.