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Versión estenográfica del mensaje de la senadora Olga Sánchez Cordero, presidenta de la Mesa Directiva del Senado de la República, en la inauguración de la exposición fotográfica “Los niños polacos de Siberia en la Hacienda de Santa Rosa, México. 1943-1947”.  Muchas gracias. 

 

Muy buenos días. 

 

Gracias a Elisa por la deferencia y gracias también por conducir esta sesión fotográfica de Polonia, en nuestro Senado de la República, los niños polacos de Siberia en la Hacienda de Santa Rosa, en los años de 1943 y 1947. 

 

Por cierto, mi querido embajador, en esta fecha, 1947, yo nací en ese año. Soy exactamente la generación de la postguerra. 

 

Excelentísimo señor embajador de Polonia en México, señor Maciej Zietara, bienvenido a este su Senado. 

 

Luis Adam Decelis Maciak, presidente de la Asociación Polaca Mexicana, bienvenido. 

 

Nieta del canciller polaco de entreguerras.  

Hijo del diplomático que trajo los niños polacos a la Hacienda de Santa Rosa, en 1943. 

 

Andrzej Rattinger, cónsul honorario de Polonia en México e hijo del soldado que trajo a los niños polacos a la Hacienda de Santa Rosa. 

 

Integrantes de la comunidad polaca.  

 

Senadoras y senadores. 

 

Amigas y amigos todos, muy buenos días. 

 

Es para mí un gusto darles la cordial bienvenida en este recinto y participar a nombre del Senado de la República en la inauguración de la exposición “Los niños polacos de Siberia en la Hacienda de Santa Rosa, México. 1943-1947”. 

 

Es importante señalar que esta exposición no hubiese podido realizarse, sin la loable labor de la Embajada de Polonia y el archivo de la Academia Polaca de Ciencias, a quienes agradecemos ampliamente. 

 

Como ustedes recordarán, México cuenta con la tradición de brindar refugio y ver esta figura diplomática como un medio para salvar vidas y para reconstruir historias.  

 

Las mexicanas y los mexicanos somos empáticos ante el dolor de la ruptura personal, social y cultural que sufren las personas exiliadas. Por eso, nos sentimos orgullosos al poder defender las vidas de las niñas, niños, hombres y mujeres forzadas a salir de sus países. 

 

En este sentido, nuestro pueblo guarda en el corazón los dramas humanos vividos por las oleadas de refugiados que han llegado a nuestro país.  

 

Así, el imaginario colectivo mexicano tiene muy presente que en la década de 1920, recibimos a personas provenientes de la URSS; en 1937 a quienes defendieron la República española exiliados por la guerra civil y el franquismo.  

 

En la década de los 40, a miles de judíos y judías que huían de la guerra en Europa. En 1954, a las y los guatemaltecos expatriados por el Golpe de Estado contra el presidente Jacobo Árbenz. 

 

En la década de los 70, a las miles de sudamericanas y sudamericanos perseguidos por las dictaduras. 

 

En la década de 1980, a los centroamericanos y centroamericanas y en general, a indígenas guatemaltecos en particular, que escapaban de la violencia. 

 

Sin embargo, muy poco se sabe de la llegada, en 1943, de las mil 500 personas refugiadas polacas, víctimas de la violencia nazi y soviética, y que recorrieron una época travesía desde Siberia, pasando por Medio Oriente, Australia y San Francisco, hasta llegar a Guanajuato. 

 

La exposición que hoy nos reúne es una muestra de esos gestos de humanidad, y hace un homenaje fotográfico a las mil 500 personas, entre las que estaban los niños polacos de la Hacienda de Santa Rosa aquí, en Guanajuato, México. 

 

Este homenaje presenta fotografías, dibujos alusivos a su vida cotidiana en la finca. Añoranzas, miedos, esperanzas que vivieron entre 1944 y 1947. 

 

En este escenario, deseo expresar a nombre del pueblo de México, nuestra profunda y sincera gratitud a todas aquellas personas que,  pasaban las crisis en sus países y pudiendo haber regresado a sus lugares de origen, decidieron voluntariamente hacer de México su segundo hogar; trabajar, educar a sus hijas e hijos y jugar todo su futuro, e invertir en esta tierra mexicana a lo que ahora también es la suya. 

 

México siempre rechazará la guerra como la vía de resolución de conflictos, y siempre tendremos los brazos abiertos para quienes, huyendo de los horrores de la guerra, quieran construir, invertir y apoyar y aportar su trabajo y talento, en nuestro país. 

 

Muchas gracias. Pero antes, quisiera hacer un reconocimiento a Polonia. 

 

Polonia ha recibido últimamente, a millones de personas, millones de personas que han sido exiliadas de Ucrania, por la guerra, y ha tenido los brazos abiertos, como en su momento México lo hizo, a todas estas ucranianas y a la infancia que ha llegado a las puertas de Polonia y que los han recibido. 

 

No ha sido fácil, embajador, ha sido muy complicado porque son millones, pero de verdad el reconocimiento desde este Senado de la República, por esta acción solidaria, humanitaria de Polonia hacia las personas que han emigrado de Ucrania. 

 

Muchas gracias.