Versión estenográfica del mensaje de la senadora Olga Sánchez Cordero, Presidenta de la Mesa Directiva del Senado de la República, en la Conmemoración del 105 Aniversario de la Promulgación de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos de 1917.
Muy buenos días a todas, a todos ustedes.
La historia constitucional de México es un camino que inicia con un movimiento armado, con un estallamiento, con un reclamo airado de justicia social.
Desde sus inicios como Nación, México tiene un anhelo persistente de justicia social, que hoy comienza a ser una realidad.
Durante siglos ese anhelo no encontró confluencia de voluntades en los poderes públicos, pero hoy es el centro de las acciones del Gobierno.
Respetando la Constitución, los tres Poderes de la Unión están hoy empeñados en atender ese anhelo de justicia social, poniendo en el centro del ejercicio del poder a las personas, a su dignidad, a través de la promoción, protección, respeto y garantía de sus derechos y el respeto a los límites constitucionales al ejercicio del poder político.
Es para mí un honor compartir esta Conmemoración en este sitio histórico, en este majestuoso escenario, con los representantes de los Poderes de la Unión:
El señor Presidente de la República; el señor Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; el señor Presidente de la Cámara de Diputados; el señor Gobernador del estado de Querétaro, nuestro anfitrión; con los gobernadores y gobernadoras y Jefa de Gobierno; con los integrantes del Gabinete; con la senadoras y senadores de la República; con los diputados y diputadas; magistrados y magistradas; juezas, jueces; medios de comunicación, portando en este acto la representación de la Cámara de Senadores del Honorable Congreso de la Unión.
Hacerlo en un evento en el que conmemoramos la promulgación de este documento histórico, político, jurídico que nos une como Nación, enaltece los valores republicanos aquí representados.
La historia constitucional del país, está encaminada a enaltecer la dignidad y la justicia social, a hacer realidad el ejercicio de los derechos, a establecer los límites del poder, la colaboración entre ellos y su coordinación funcional, para garantizar la vida de las personas, sus derechos, teniendo como premisa los valores democráticos en ella contenidos.
Interpretar la Constitución es una función cotidiana del poder; y es, por tanto, una función que, desde el punto de vista de la interpretación política, implica considerarla como pacto social.
Y, desde la interpretación jurídica, implica considerarla como la norma fundamental o suprema.
El Titular del Ejecutivo, interpreta todos los días la Constitución; todos los días interpreta la Constitución, preponderantemente desde el punto de vista política, y el Judicial y el Poder Legislativo, lo hacemos preponderantemente desde el jurídico.
Ambas interpretaciones, la política y la jurídica, convergen en un objetivo común: El bienestar de toda la población.
Esa es y ha sido la principal tarea de vida y el mayor aprendizaje que el haber transitado por los Tres Poderes de la Unión en cargos de la mayor responsabilidad me ha dejado.
La Constitución, es una Constitución vigente y viva; es un documento vigente por su identidad y reconocimiento social, pero el cumplimiento de sus preceptos por parte del poder público y de las y los ciudadanos, la mantiene viva. Por eso es una Constitución vigente y viva.
En ello radica la soberanía del pueblo, en que sus derechos están reflejados en ella, que se garantiza de manera directa y a través de los ejercicios de participación ciudadana. A través de ellos, la ciudadanía interviene en los asuntos públicos y en la toma de decisiones.
De ahí la importancia del conocimiento de la Constitución por parte de todo el pueblo.
Hoy, como presidenta del Senado de la República, de la misma manera que lo hice el año pasado con la honrosa representación del Ejecutivo Federal, me dirijo a este auditorio para refrendar el único compromiso y la principal lealtad de vida que he mantenido a lo largo de mi paso por los espacios públicos: Mi lealtad, mi fidelidad, mi respeto irrestricto a nuestra Constitución.
La participación que he podido tener en esta etapa de la vida nacional lo avala. La lección más importante ha sido el convencimiento de que el ejercicio del Poder sólo se entiende si se lleva a cabo con dignidad, con honorabilidad, honestidad y justicia social.
Así se ha entendido el ejercicio del Poder en este Gobierno, porque se dignifica la vida pública, porque ese ejercicio, y en este ejercicio se fortalece el Estado de Derecho y se fortalece la democracia.
Así lo ordena el documento fundacional del Estado, que permite a los poderes públicos ejercer sus atribuciones en un marco de competencias en el que no pueden suplantarse las del uno con las de otro.
Así lo ordena la Constitución de 1917, cuya vigencia, el día de hoy, venimos a confirmar, porque la Constitución hay que conocerla, hay que cumplirla, hay que acatarla y hay que obedecerla.