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Versión estenográfica del mensaje de la senadora Ana Lilia Rivera Rivera, presidenta de la Mesa Directiva, en el encendido del árbol navideño del Senado de la República. 

Buenas tardes-noches. 

 

Muchas gracias a quienes acudieron a esta invitación que hemos hecho desde la Mesa Directiva.  

 

Agradecerle a la senadora Ceci Sánchez, a la senadora Nancy de la Sierra, a nuestro querido compañero Navor, que han venido conmigo para darle a todas y todos los trabajadores, trabajadoras del Senado, un pequeño símbolo del amor, del cariño y de la gratitud que todos los días ustedes se ganan con su trabajo. 

 

Estamos culminando un año más, y para nosotros, nosotras, es quizá el último diciembre que pasemos con ustedes como senadores y senadoras de la República. 

 

Hemos llegado en un momento muy precioso de la historia de México, donde la transformación más importante es que las personas nos veamos como seres humanos. 

 

Más allá de las ideologías, de las trincheras políticas, de los espacios laborales donde hoy compartimos este espacio, que podamos entender que los festejos de fin de año y de la Navidad, tienen un significado. 

 

Hace más de dos mil años que un hombre vino al mundo. A ese hombre que de la Divinidad tomó el cuerpo humano para poder sentir nuestro dolor, para poder entender nuestras emociones y nuestros sentimientos. 

 

Ese hombre que vino a redimirnos fue crucificado por los hombres y acaso cada año en su insistencia de nacer en los nacimientos que representamos, nos indica una cosa. 

 

Que esa necesidad de cada año festejar el nacimiento de nuestro señor Jesucristo, nos quiere decir una cosa; que desde que Dios se hizo hombre, no hay otra forma de amar a Dios, que amando al hombre. 

 

Entonces, en estos tiempos tan difíciles donde parece que la violencia y la guerra empiezan a brotar en el mundo como una amenaza que nos lastima, recordemos que la única manera de amar a Dios es amar al hombre. 

 

Y, si nosotros no podemos hacer el bien a los que están lejos de nosotros, que de nuestro corazón salga todo el bien para pedirle a Dios paz a todos los hombres, a todas las mujeres de buena voluntad. 

 

Porque si hay paz, podemos todavía creer que el mundo puede ser un espacio digno para nuestros niños, nuestras niñas y los jóvenes. 

 

Entonces, que este símbolo de este nacimiento de Jesucristo, nos recuerde que el amor, la comprensión, la piedad y el amor al prójimo, es lo más importante.  

 

Que llenemos nuestro corazón de todas las cosas buenas que podamos.  

 

Que tiremos el rencor, el odio y los sentimientos que a veces nos hacen llegar a nuestro trabajo con el ceño fruncido. 

 

Que recordemos que la vida es un momento y es una oportunidad única. 

 

Que perdonar no le hace bien al que nos lastimó, sino al que perdona, porque puede vivir en paz. 

 

Que ese sea el mensaje de este nacimiento que maravilloso hicieron artesanos de Tlaxcala, que es un nacimiento hecho con hojas de maíz o, como le decimos allá en mi pueblo, de totomoxtle.  

 

Que estos guajolotes y este burrito y esta vaca, o toro, nos recuerden que, aparte de todo, somos mujeres y hombres de maíz. 

 

Allí reflejada toda la fuerza de nuestra cultura en el nacimiento del ser, más allá de su divinidad, más maravilloso que ha caminado en este planeta. 

 

No hay revolucionario más grande del mundo, que Jesucristo. 

 

Entonces, decirles a todas y todos ustedes, que tengan felices fiestas. Que Dios las bendiga y los bendiga. 

 

Que, donde quiera que vayan, vayan con una sonrisa, porque la vida, la vida es ahora y no es momento de desperdiciarla. Es muy breve para no ser felices. 

 

Hay que ser felices.  

 

Quieran mucho, hasta que ya no aguanten, porque el amor nunca nos va a hacer daño. 

 

Feliz Navidad y feliz fin de año, y que el año que viene nos colme de bendiciones a todas y todos. 

 

Voy a pedirles que me ayuden a que contemos del cinco al cero para que se prendan las luces. 

 

¿Me ayudan? 

 

No se vayan a ir terminando el conteo, porque trajimos unas botanitas que queremos compartir con ustedes, desde Tlaxcala. 

 

Vamos a comer tamales tlaxcaltecas, buñuelos tlaxcaltecas, ponche de Tlaxcala, van a ver; lo que no hay, pues no hay. No trae piquete el ponche, no trae piquete. 

 

Vamos del cinco al cero, sale. Una, dos, tres: 

 

5, 4, 3, 2, 1, 0.