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Versión estenográfica de la participación de la senadora Olga Sánchez Cordero, presidenta de la Comisión de Justicia en el Senado de la República, en el ciclo de conferencias “Mujeres por una vida libre de violencia comunitaria”. 

 

Andrea Vega Povedano, gracias, Andrea, porque sabemos que eres especialista en violencia contra grupos vulnerables, pero violencias contra las mujeres desde una perspectiva intersectorial. Sabemos que también te dedicas a estas violencias de mujeres en situación de migración y también obviamente de desaparición de personas. Muchas gracias por estar aquí con nosotros. 

 

A mi querida amiga, compañera de la escuela, Celia Aguilar. Gracias, Celia, eres la directora general de planeación y evaluación en INMUJERES; sabes perfectamente porque tienes una amplia experiencia en el área de desarrollo humano, pero también en el ámbito rural con enfoque de género. 

 

Agradezco también a nuestra querida Xadani Arvizu Monje, maestra en población y desarrollo por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, por Flacso México, que, por cierto, yo cuando estaba en la Suprema Corte de Justicia tuvimos grandes apoyos en perspectiva de género de Flacso. Muchas gracias. También y tú eres especialista en modelos de intervención para mujeres por la UNAM y además eres subdirectora de análisis para planeación en INMUJERES. 

 

Bienvenidas y bienvenidos sean también quienes nos acompañan por las redes sociales, por vía Webex y del Senado de la República y por el Canal del Congreso, en este ciclo de charlas “Mujeres por una vida libre de violencia”. 

 

Imagínate que sales de tu casa por la mañana, vas a la escuela, el trabajo o camino a hacer las compras para la casa. Estás caminando o esperando el transporte y alguien comienza a gritarte o peor; alguien te agrede física o sexualmente. 

 

Ese tipo de violencias que se da en el entorno por individuos de la comunidad, y que no necesariamente son cercanos a la víctima, se conoce como violencia en el ámbito comunitario. 

 

La Ley General de Acceso de las Mujeres a una vida Libre de Violencia, en su artículo 16, define a la violencia en la comunidad dirigida contra mujeres, como los actos individuales o colectivos que transgreden derechos fundamentales de las mujeres en el ámbito público y propician su denigración, discriminación, marginación o exclusión. 

 

En Encuesta de la Dinámica de las Relaciones de los Hogares, el INEGI reportó que de las mujeres de 15 años y más en México, fíjense ustedes, 45.6 por ciento, o sea, 23 millones de mujeres mexicanas manifestaron haber experimentado violencia en el ámbito comunitario a lo largo de su vida; siendo esta la violencia sexual, física, psicológica, las de mayor prevalencia. 

 

Si bien es cierto que la violencia en las calles también afecta a los hombres, casi siempre son ellos los agresores. Entre ellos mismos y en especial contra las mujeres y las niñas; sin embargo, son las mujeres las que sienten mayor temor de salir y ser violentadas en este espacio y quienes más sufren el impacto de la inseguridad que perciben. 

 

Este tipo de violencia se debe al sistema de valores que privilegia la figura del hombre al considerarle, por naturaleza, superior. Por tanto, las mujeres deben tolerar esa violencia; por ejemplo, en el caso del acoso y del hostigamiento sexual callejero, así como en las actitudes de discriminación contra ellas y los prejuicios y estereotipos que las cosifican. 

 

La violencia en el ámbito comunitario transgrede derechos fundamentales de las mujeres, quienes restringen sus actividades cotidianas por el miedo, por la inseguridad de transitar y ocupar espacios públicos que obstaculizan su movilidad. Limita su acceso a las actividades y termina por afectar su decisión de incorporarse al mundo laboral y de disfrutar las oportunidades que se presentan en los espacios públicos. 

 

La importancia de erradicar la violencia comunitaria radica en garantizarles el acceso a una vida libre de violencia, libre tránsito, el respeto a su integridad y su desarrollo pleno en todas las esferas de su vida cotidiana. 

 

Recuerdo este beso forzado, agredido en la comunidad del fútbol, de este individuo español contra una chica futbolista, una mujer maravillosa futbolista. 

 

Y recuerdo también la agresión innecesaria y también la actitud de los clubs en España, protegiendo a esta persona. 

 

Porque quiero manifestarles que cuando yo estaba en la Suprema Corte, antes de tener siquiera la perspectiva de género en el juzgamiento, cuando una mujer era acusada de adulterio y un hombre era acusado de adulterio, a la mujer se le acababa judicialmente en su persona, perdía a sus hijos, perdía su patrimonio, perdía su casa, perdía todo. 

 

Y el hombre juzgador, o incluso una mujer juzgadora: Ay, que irrelevante, es una cana al aire, hombre, es una cana al aire. 

 

Y esto fue lo que pasó. Ay, ¿quién va a fijarse en este beso? La agredida y nosotras solidariamente con ella. 

 

No basta con establecer sanciones de manera individual. Es necesario un cambio de paradigma radical, en el que se elimine la noción patriarcal de la superioridad de los hombres sobre las mujeres. 

 

Un paradigma en el que las mujeres no seamos vistas como sus propiedades, su propiedad; ni como un instrumento ni como una servidumbre.  

 

Una sociedad en la que todas las personas tengamos, en efecto, los mismos derechos. 

 

Una sociedad justa en el que ser mujer es sinónimo de poder y de libertad. 

 

Muy bienvenidas. 

 

Muchas gracias, mi querida Andrea. Ha sido muy interesante tu participación. 

 

Yo quiero decirte que efectivamente tenemos esta iniciativa aquí en el Senado de la República, pero ojalá y esta iniciativa se pueda enriquecer. 

 

Si tú tienes oportunidad de que nos apoyes en el enriquecimiento de esta iniciativa para que podamos procesarla legislativamente en el próximo periodo ordinario de sesiones, te lo vamos a agradecer, Andrea. 

 

Por otra parte, estar muy conscientes de que estas mujeres desplazadas forzadamente de sus comunidades. 

 

Primero la violencia dentro de sus comunidades, eso es algo que debemos de reconocer. 

 

Y después desplazadas de las comunidades forzadamente, ya sea por eventos naturales, terremotos, ciclones, maremotos, todo tipo de eventos terribles que afectan sus comunidades; el crimen, entre otras cosas también. 

 

Y luego la propia violencia que sufre dentro de la comunidad, el desplazamiento forzado. 

 

Y después, ya desplazadas forzadamente, tienen que enfrentar otras violencias. Eso es terrible. 

 

Y desde luego la interseccionalidad en todo esto, mujeres, algunas de ellas indígenas, otras adultas mayores o muy jóvenes, gestantes. 

 

Al fin y al cabo, también con la interseccionalidad que se manifiesta por ser mujer, por ser indígena, por ser adulta mayor, por ser muy joven o por ser gestante. 

 

En fin, por todas estas cosas, las violencias están allí presentes, siempre permanentemente presentes. 

 

Así que te agradecemos mucho y ojalá puedas apoyarnos aquí en el Senado de la República mandándonos algún comentario sobre esta iniciativa, para que podamos avanzar rápidamente con ello. 

 

Gracias, Andrea.