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Versión estenográfica del mensaje del senador Ricardo Monreal Ávila, presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República, en la Presentación del Informe Final de Actividades Legislativas de la senadora Olga Sánchez Cordero, como presidenta de la Mesa Directiva. 

Muchas gracias.  

 

Quisiera, a nombre de la Junta de Coordinación Política, expresar nuestro reconocimiento a la senadora Olga Sánchez Cordero por su conducción imparcial y profesional que ha tenido a lo largo de este año de ejercicio legislativo. 

 

Los parlamentos en el mundo, en las Repúblicas como la nuestra, son indispensables. El nuestro cumplirá en el 2024, 200 años de vida, salvo la interrupción breve de 1857 a 1874, en donde tuvimos un sistema unicameral. 

 

El Senado ha cumplido con la Patria, desde los primeros constituyentes, en 1813 con los Elementos de Ignacio Rayón; luego en la Constitución de Apatzingán en el 14, y en la propia Anáhuac el Congreso de Chilpancingo. 

 

Los inicios de la guerra de independencia y de nuestra autonomía como Nación, encabezados por los Sentimientos de la Nación de Morelos y de Hidalgo.  

 

No ha sido fácil construir la patria, ha sido una etapa complicada; pero en 1824 gozamos de la primer Constitución Federativa de los Estados Unidos Mexicanos vigente, porque yo sostengo que en el 57, en la Constitución Liberal, fue la ratificación, después de la breve interrupción, del gobierno centralista de 1836, cuando impulsaron la Constitución, entre otros conservadores ilustres, como Lucas Alamán, Sánchez de Tagle, frente a voces únicas como las de Ramos Arispe, García Salinas, incluso Gómez Farías, Servando Teresa de Mier, cuyas letras de los discursos quedaron plasmados para siempre en el Diario de Debates. 

 

Salvo esta interrupción de este gobierno centralista, la Constitución llamada “De las Siete Leyes”, en el 57 recuperamos el sentido liberal de nuestro país. 

 

Luego vino ese gigante, Juárez, con Los Héroes de Reforma; pero antes, en el 48, el zarpazo que nos ha generado para siempre un daño incalculable en la pérdida del territorio nacional con el Tratado de Guadalupe; por cierto, frente a la Presidencia de la República, por una ausencia arreglada de Santa Ana, al frente el presidente de la Corte, Peña y Peña. Que, cuando relees la historia del Tratado de Guadalupe, te das cuenta cómo la polarización y la crispación social nos debilitó para enfrentarnos al zarpazo. 

 

Después de la invasión de 1847 aquí en México por los norteamericanos, cedimos; y el presidente en funciones, de la Peña y Peña, cedió y firmó el Tratado de Guadalupe.  

 

Convocaron a un constituyente para aprobar y la lucha centrada, cifrada, fratricida entre conservadores y liberales, o federalistas y centralistas, esa lucha interna provocó la pérdida de territorios y la herida que no hemos podido y no podremos atender. 

 

Cincuenta y un votos de los diputados votaron a favor de ceder nuestro territorio, contra 35 en ese momento, conformado el Congreso. Y en el Senado de la República, 31 votos contra cuatro, entre otros el voto particular de Mariano Otero, lúcido congresista y jurista. 

 

Recuerdo todo esto porque es un momento clave para el país.  

 

Hago este breve recorrido histórico porque hoy se rinde un Informe de la Presidenta Olga Sánchez Cordero, y actuó con dignidad y decoro, actuó con independencia. 

 

Quiero expresarles a todos, frente a los gobernadores de entidades federativas, de Alfredo del Mazo, del Estado de México; de nuestro amigo y compañero legislador, ahora gobernador, Mauricio Kuri; de David Monreal, que a su vez también fue senador; el gobernador Cabeza de Vaca, de la gobernadora de Tlaxcala, Lorena, que ha sido una lucha larga por mantener el federalismo en este país. 

 

Pero quiero afirmar, frente a los miembros de la Corte, de Alfredo y Margarita; del rector de nuestra Casa Máxima de Estudios, de la cual me precio ser maestro de la UNAM, de la División de Estudios de Posgrado; frente a los órganos autónomos, entre otros el INAI, el Tribunal Electoral, sus miembros; y obviamente frente a mis pares, senadores y legisladores, encabezados por su Presidente de la Mesa Directiva que, a su vez, es Presidente del Congreso de la Unión, decirles que, lo saben mis compañeros, en estos cuatro años de Legislatura hemos tenido un respaldo y respeto irrestricto del Presidente de la República. 

 

Ni hemos tenido palomas mensajeras ni mucho menos gavilanes amenazantes. Hemos actuado con rectitud y hemos actuado con autonomía; hemos actuado con independencia y el Presidente ha tenido una actitud deferente con este Congreso Mexicano. 

 

Lo afirmo yo, que he sido partícipe en tres legislaturas como diputado federal y en tres como senador de la República. Aunque no éramos mayoría ni yo era coordinador, creo que nunca hubo tal respeto para un órgano de deliberación tan importante, como el Senado de la República. 

 

Por eso me precio y me satisface ser parte de esta Legislatura y quiero públicamente reconocer que aquí en esta Casa se han construido acuerdos; que en esta casa, gracias a los Coordinadores y a todos los senadores de todos los grupos parlamentarios, hemos logrado consensos. 

 

Pueden ustedes imaginar que el 80 por ciento de nuestros productos legislativos han sido aprobados por unanimidad. Eso se debe al diálogo, a la conciliación, al encuentro, a la escucha de adversarios, contrarios y aliados; y por eso expreso mi reconocimiento a los coordinadores de los grupos parlamentarios, a cada uno de ellos.  

 

A Julen Rementería, del PAN; a Miguel Osorio Chong, del PRI; a Clemente Castañeda, de MC; a Raúl Bolaños, del Verde; a Geovanna Bañuelos, del PT; a Sasil, del PES; a Miguel Ángel Mancera, del PRD. 

 

Quiero felicitar a la Mesa Directiva por su desempeño. A las vicepresidentas, a los vicepresidentes y a las secretarias. Muchas gracias por su trabajo imparcial y profesional en nuestro órgano de deliberación. 

 

Muchas gracias a los embajadores. 

 

México sí está en un proceso de transición política, sépanlo bien, y tenemos que llegar a un feliz puerto para profundizar la vida democrática de nuestro país. 

 

Saludo con respeto al presidente de Morena, Mario Delgado; y saludo con respeto a todos los asistentes que han venido a presenciar y a escuchar a esta mujer extraordinaria, única, para mí. Es una mujer que admiro y es una mujer que quiero, Olga Sánchez Cordero. 

 

Bienvenidos todos.