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Versión estenográfica del mensaje de la senadora Olga Sánchez Cordero, Presidenta de la Mesa Directiva del Senado de la República, en la inauguración del Foro virtual “Rompiendo el techo de cristal: oportunidades para niñas y mujeres”, en el marco del Día Internacional de la Mujer. 

A todas ustedes, aliadas, guerreras, luchadoras, comprometidas.  

 

También a todos ustedes, porque sé que están conectados varios hombres comprometidos con esta causa, con esta lucha feminista, que no va a ceder. 

 

Y, quiero saludar también y mi reconocimiento a las panelistas. A Silvia Torres Peimbert, gracias Silvia, por haber aceptado. 

 

Cecilia Noguez. Gracias, Cecilia. Al a presidenta municipal, que acaba de dar cuenta el coordinador, Rafa Cortés, que es María de Jesús Sabeche. La licenciada Iridia Salazar. A mi compañera Martha Lucía Mícher, gracias Martha Lucía, presidenta de la Comisión de la Igualdad de Género. 

 

Aquí veo también a Pilar Barrios. Veo a Zulema Mosri, que es presidenta de la Segunda Sección de la Sala Superior de la Comisión para la Igualdad del Tribunal Federal de Justicia Administrativa.  

 

Y, qué gusto recibirlas a todas en ese evento. 

 

Saludo a las secretarias de la Mujer, tanto en Yucatán como en Nuevo León. No sé si habrá más secretarias de la Mujer en algunos otros lugares, conectadas; pero a todas les mando, de verdad, mi afecto, mi cariño, mi solidaridad, la sororidad. 

 

Y, todas ustedes compañeras, compañeros también, feministas, mujeres y hombres que comparten esta visión y convicción, visión y convicción de que los derechos humanos son derechos también, humanos, son derechos de las mujeres. 

 

Tenemos, fíjense, desde 1995 con la Convención de Beijing, que se decía y fue, digamos, la reunión de la Comisión de Beijing fue extraordinaria, porque se estableció esta frase: “Todos los derechos humanos, para todas las mujeres”. 

 

Hubiera parecido una verdad de orgullo, pero no lo era, había una asimetría legal impresionante. Había derechos que ni siquiera soñábamos tener, en 1995; y esto de que todos los derechos humanos son de todas las mujeres es, de verdad, un avance impresionante. 

 

Ahora, nosotros ya estamos en una Legislatura de paridad de género en el Senado de la República. Sí, pero acabamos de tener una publicación en Nuevo León, hace unos cuantitos días, que va para atrás la paridad en Nuevo León. Eso no lo podemos permitir. 

 

Tenemos que presentar una acción de inconstitucionalidad a través de los partidos políticos, a través de la Comisión de Derechos Humanos, Comisión Nacional de Derechos Humanos; porque la paridad es un principio constitucional de la Consejería Jurídica del Ejecutivo Federal, en fin; todos los que están legitimados para presentar esta acción de inconstitucionalidad, la debemos presentar. 

 

Lamentablemente, yo tengo una opinión de mi Jurídico, que no tenemos atribuciones, que no somos entes legitimados para presentarla. Pero a mí, la verdad, yo quisiera que las entidades legitimadas lo hicieran. 

 

Y así tenemos la embestida, ¿eh?, permanente, la embestida es permanente. Por eso, en el marco de las conmemoraciones del Día Internacional de la Mujer, evocamos un año más de lucha histórica, de ideales compartidos, de transformaciones puestas en marcha. 

 

Estos son los días de recordar la valentía de nuestras antecesoras, reconocer la fortaleza de nuestras compañeras y celebrar la alegría en los ojos de las niñas y de las jóvenes que nos van a suceder en esta causa. 

 

Yo quería compartir con ustedes, cuestiones bien interesantes que para mí también lo fueron. Pero, uno de estos fue el concepto que se acuña en 1978, por Marilyn Loden, experta en derechos humanos y en recursos humanos, sobre todo. Y que, fíjense ustedes este dato, interesante:  

 

Al participar en 1978 en un panel en el que se afirmaba que las mujeres no alcanzaban los puestos más altos en las organizaciones, ¿qué creen? Era debido a que eran muy tímidas y que tenían baja autoestima. Eso es lo que  se decía en 1978. 

 

Esta autora, Marilyn Loden, que creó el concepto “techos de cristal”, relata que en ese momento buscó la manera de transmitir que estos límites de techos de cristal, fue la primera palabra que acuñó en este panel, Marilyn Loden; y que la manera de transmitir estos límites provenían de una estructura cultural y, cito textual: “A los sesgos que suponen que los hombres son líderes innatos, que las madres trabajadoras no están comprometidas, que las mujeres son demasiado emocionales, que el acoso sexual no es un problema y que no hay lugar en el salón de ejecutivos, para gente que habla tan suave, que tiene un alto grado de inteligencia emocional y que favorece un liderazgo participativo, en vez de una querencia autocrática”. 

 

Fíjense ustedes. Todo esto se dijo, y claro, entonces las mujeres no teníamos esa oportunidad, ¿por qué? Porque históricamente, el sistema patriarcal nos estableció normas, valores, roles sociales que determinaban lo que podía y lo que debían hacer, hombres y mujeres. 

 

Y, esta determinación incluso llegó a ser legal, porque establecía que existían labores propias del sexo y que el lugar de las mujeres estaba en el cuidado y la dependencia económica y jurídica, de ellas hacia el marido. 

 

A ver, y lo vivíamos en las normativas, ¿quién administraba la sociedad conyugal? El hombre; ¿quién determinaba el lugar de residencia de la pareja, de la familia? El hombre. La mujer tenía que pedirle autorización para contratar; la mujer no podía interponer un amparo, si no era con el consentimiento del hombre. 

 

Esa dependencia: económica, jurídica, social, patriarcal en este sistema. Y ahí estaba el techo de cristal, acuñado por Marilyn Loden. 

 

Bueno, en la vida práctica siguen existiendo estos límites, porque seguimos enfrentando las mujeres, toda suerte de dificultades para llegar y, si nos dicen que somos demasiado emocionales y no podemos ocupar espacios, y que no podemos alcanzar y que se nos exige trabajar más y mejor, para obtener menos reconocimiento y remuneración a nuestros pares hombres, son estas fronteras lo que evidentemente es, precisamente conocida como el techo de cristal. 

 

Fíjense ustedes en los datos del INEGI, que quiero compartir: 

 

A finales del año 2021, a finales del año 2021, más del 60 por ciento de las personas ocupadas en el mercado laboral en el país, eran hombres. Tan sólo 39 por ciento eran mujeres. 

 

En 2019, la brecha salarial en México –que es la última medición que tenemos– era más del 18 por ciento, la diferencia entre hombres y mujeres. 

 

En este contexto, actividades que visibilizan las fronteras que aún enfrentamos, se hacen necesarias, por eso el Conversatorio del día de hoy: ¿cómo vamos a seguir rompiendo los techos de cristal en nuestros ámbitos? ¿Cómo vamos a alcanzar posiciones que nos estaban vedadas? ¿Cómo vamos a romper paradigmas sobre lo que las mujeres somos y podemos lograr? 

 

Esto es lo que vamos a compartir, nuestra experiencia, porque vamos a hablar de la importancia también, de que una de las herramientas más necesarias es, sin duda alguna, la educación. La educación, para que las niñas y nuestras mujeres accedan a nuevas y mejores en este proceso, para que abran espacios. 

 

En mi caso, la educación fue la herramienta para avanzar. Fue mi madre quien siempre insistió en que yo estudiara, en que terminara la carrera, en que me mantuviera con mi independencia económica. 

 

¿Qué le pasó a ella? Ella era estudiante, llegó hasta el tercer grado de la Facultad de Derecho. Se casa: era vedado, prohibido que una mujer casada regresara a estudiar en una Facultad de Derecho; sobre todo en una Facultad en donde prácticamente el 95 por ciento, en su época, eran hombres. No podía regresar. 

 

Y me dijo: “tienes que estudiar, tienes que terminar la carrera, tienes que ser independiente económicamente”. Si no eres esto, la autonomía sin independencia económica es un engaño, es una falacia.  

 

Quien detente el poder económico sobre otra persona, detenta eso: el poder.  

 

Me tocó vivir y participar en los movimientos del 68. Yo decidí que la guía de mi vida sería luchar por los derechos de las personas, principalmente los derechos de las mujeres.  

 

Pero ahora hay muchas mujeres atrás, porque si bien muchas mujeres nos antecedieron y lucharon por nosotras y  hemos ocupado espacios, hay mujeres todavía atrás de nosotros. Y nosotros tenemos un compromiso. 

 

Nosotros que hemos llegado a posiciones de poder tenemos el compromiso de velar, velar porque muchas de nuestras compañeras más jóvenes, de nuestras niñas logren ocupar cada vez más espacios. 

 

Y me parece verdaderamente, qué les diría yo, una palabra muy fuerte pero tal vez esa sea la que describa. Me parece verdaderamente una traición que las mujeres que llegan a posiciones de poder, ellas sean las únicas y limiten la entrada a otras mujeres. Esto no puede ser, es traición con las propias mujeres, traición con nuestras niñas.  

 

Nosotros necesitamos estar comprometidas, abrir espacios para que ellas puedan lograr esto. 

 

Desde luego para mí, desde la Suprema Corte de Justicia, durante los 21 años pude tener la oportunidad de emitir sentencias paradigmáticas.  

 

La primera sentencia que fue una sentencia paradigmática fue la violación entre cónyuges, porque ahí se erradicó la propiedad “propiedad” del sistema patriarcal del cuerpo de la mujer en el matrimonio. 

 

Ahí se defendió la autonomía de la sexualidad de la mujer por encima de todo; sus derechos sexuales y reproductivos por encima de todo.  

 

Ahí se dijo precisamente de este avance en los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y por supuesto se erradicó el tema de que no existía violación y que además era un tema de, imagínese del abuso de un derecho sobre la propiedad.  

 

El abuso de un derecho es un concepto civilista de propiedad y así era la resolución de la Corte, de que no existiera violación entre cónyuges. Nos apartamos del criterio. 

 

Hubo grandes decisiones, grandes decisiones en la Suprema Corte. 

 

La progresividad en los derechos fue verdaderamente importante, en los derechos de las mujeres, y ha sido irrenunciable. Tenemos que seguir luchando.  

 

Hay un embate, perdónenme que se los diga, hay un embate de la derecha, de los conservadores, del sistema patriarcal en contra de esta progresividad de derechos. Lo acabamos de ver antier, esta misma semana, que va para atrás la paridad en Nuevo León.  

 

¿Cómo? ¿Cómo, si ya la paridad es un principio constitucional? Pues va para atrás.  

 

No podemos hacer eso. No podemos renunciar a lo ya ganado, renunciar a nuestros derechos.  

 

Yo quisiera dejar aquí algunas reflexiones personales. 

 

Fui la primera Secretaria de Gobernación, fui la primera Notaria y después de mí en el Notariado de la Ciudad de México, 40 años después, casi 40 años después de que yo llegué a la Notaría, ¿saben cuántas mujeres están integrando el Notariado de la Ciudad de México? 6 por ciento. Es más, ni llega al 6 por ciento, cinco y pico.  

 

Cuando estuve en la Corte insistí sobre los derechos.  

 

La sentencia de Mariana Lima de cómo investigar un feminicidio con perspectiva de género; las sentencias de debelar y desvelar las asimetrías en las causas penales y en los procesos civiles y familiares.  

 

Hoy estamos oyendo precisamente de tres criaturas que quieren llevarse, esto lo acabo de escuchar en Carmen Aristegui, que se los quiere llevar el padre cuando ellos son mexicanos, querían vivir con su madre.  

 

Y todas estas situaciones que no tienen la conceptualización de cómo juzgar con perspectiva de género. 

 

Cuando llegue a la Secretaría de Gobernación, lo primero que hice fue quitar las vallas metálicas para abrir las puertas de la Secretaría.  

 

Creamos, y aquí está Pilar Barros como testigo; creamos el Grupo Interinstitucional en contra de las Violencias de Género de todas las instancias del Gobierno Federal; y ojalá continúen y continúen con más ánimo, mi querida Pilar, para seguir avanzando. 

 

Decidí que la política era diálogo y no represión; y decidí tener una concepción distinta de poder y del poder de la propia Secretaría de Gobernación. 

 

¿Qué me llevé? ¿Saben qué me llevé? Que era muy débil, nuevamente el estereotipo. Muy débil en mis decisiones, muy suave. 

 

Sí, muy suave, porque sí quería privilegiar el diálogo, sí quería privilegiar los puentes, sí quería privilegiar que no se reprimiera y que no se tuviera una prensa con censura previa; al contrario, la libertad de expresión sobre todas las cosas, pero obviamente esta política basada en el diálogo fue, digamos, interpretada en mi contra como una suavidad inexplicable de una Secretaria de Gobernación. 

 

¿Qué querían? ¿La represión, el manotazo, llamar a cuentas a los gobernadores y decirles: “Señor gobernador, presenta hoy mismo su renuncia”, como lo hicieron en un sexenio 11 gobernadores a través de la Secretaría de Gobernación? Que les pidieron su renuncia a 11 gobernadores.  

 

¿Dónde estaba la democracia, dónde estaba la elección de esos gobernadores en sus diferentes estados? 

 

¿Dónde estaba el respeto a la soberanía de los estados? 

 

Once gobernadores fueron destituidos en un sexenio. Aquí todos los gobernadores tenían diálogo conmigo, el respeto irrestricto a todos; pero se entendió como una Secretaría débil, suave.  

 

Y así fue el paso por la Secretaría, ¿por qué? Porque una mujer en posición de liderazgo que intenta transformar los conceptos de autoridad que históricamente hemos escuchado, y que las mujeres no entendemos o entendemos más bien que el poder no es la capacidad de subordinar a otros, como nos lo habían enseñado, y que el liderazgo femenino comprende que el poder es el ejercicio de la voluntad colectiva y la capacidad de hacer una diferencia en la vida de las personas. ¿Eso era lo diferente? 

 

Ahora en la Cámara de Senadores, como Presidenta del Senado, me encuentro en una posición para seguir avanzando en esta lucha que no termina y que no va a terminar por los derechos. 

 

Tengo la gran oportunidad de responder a la demanda de las mujeres y de las niñas por la igualdad.  

 

Tengo la oportunidad de servir, lo cual es una verdadera naturaleza del poder político y del servicio público; porque el servicio público es eso: servir, no ser servirse.  

 

Y podemos crear un círculo virtuoso. Podemos crear un triángulo virtuoso que permita avanzar en la conquista de los derechos de las mujeres, pero este triángulo son tres aspectos importantes y que quiero compartírselos para terminar.  

 

Tenemos la herramienta legislativa, tenemos la herramienta de las resoluciones judiciales y tenemos la herramienta política. Si no sirve la herramienta… Perdón, también está conectada Alicia Leal. Gracias, Alicia, por estar aquí con nosotros. 

 

La herramienta política, la herramienta legislativa, si la herramienta legislativa no da buenos resultados y frutos vamos a acudir al Tribunal y tenemos resoluciones jurisdiccionales.  

 

Si las resoluciones jurisdiccionales nos son adversas, tenemos la presión política y podemos echar mano de estas tres herramientas para ir avanzando, pero no podemos bajar la guardia. Una, otra u otra herramienta para ir avanzando. 

 

A veces las sentencias no nos son favorables; a veces la legislación no da los resultados correctos; a veces la política tampoco, pero si nosotros utilizamos las tres herramientas en este triángulo virtuoso podemos avanzar.  

 

No nos dejen, no nos permitamos retroceder; no nos dejen en la lucha. Tenemos que continuar con esta lucha. 

 

No podemos ser las primeras y únicas; somos las primeras de muchísimas. 

 

Por eso, de verdad estoy feliz de estar con ustedes esta mañana, compartirles mis experiencias.  

 

Estar con ustedes significa estar en este círculo virtuoso.  

 

Estar con ustedes significa que todas juntas podemos ir avanzando enormemente.  

 

Y de verdad, mi querida Alicia Leal, qué bueno que estás aquí, no podemos permitirnos que una legislación como la que acaba de expedir tu Congreso Local ignore el principio de paridad. Tenemos que luchar otra vez para reposicionar la paridad en el Gobierno y en la configuración del Congreso de Nuevo León. 

 

Muchas gracias, Rafa; muchas gracias a todas y muchas gracias por esta audiencia tan agradable y tan comprometida.