Versión estenográfica de la participación de la senadora Andrea Chávez Treviño, presidenta de la Comisión de Bienestar del Senado de la República, durante la agenda política de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión.
Gracias presidente, con el permiso del pueblo de México, con el permiso de nuestras y nuestros hermanos migrantes que piscan algodón, que recogen las berries, que limpian hogares ajenos, que cocinan y sirven comida en los Estados Unidos.
Que ayudan en el campo, en las empresas, en las universidades, que levantan a dos países con el esfuerzo de ellos, de sus familias, dejando atrás a sus seres queridos, dejando atrás sus hogares, dejando atrás sus tradiciones, dejando atrás sus costumbres, dejando atrás su lengua, su idioma, sus sabores, sus colores.
Un aplauso para nuestras y nuestros hermanos migrantes que levantan a Estados Unidos y a México por igual.
Quiero celebrar que después de varios meses en que ha sido muy difícil llegar a consensos básicos con la oposición, incluso en temas tan delicados como el de la soberanía nacional, hoy por fin en este Senado de la República se cierre filas, al menos en palabras, en torno a los intereses de México y de nuestros paisanos.
Con un poco de suerte ya no tendremos que escuchar nunca más mensajes lamentables como el que emitió la gobernadora María Eugenia Campos en el estado de Chihuahua, afirmando que no recibiríamos en nuestro estado a nuestros propios paisanos deportados, algo que nos llenó de rabia y vergüenza, particularmente en Ciudad Juárez.
Una ciudad de migrantes construida con familias llegadas de Tabasco, de Veracruz, de Guanajuato, de todas las entidades federativas y que han sacado con entrega y pasión adelante a sus familias y a la economía fronteriza.
Si los panistas nos acompañan sólo hoy, por un cálculo político, teniendo en cuenta lo mal que les ha ido en las anteriores ocasiones en que se opusieron a los intereses nacionales, no me toca a mí juzgarlo, será al pueblo de México.
Lo importante es que hoy sí se suman todas y todos al rechazo de esta propuesta que francamente es injusta.
Como ya se ha dicho aquí, todas y todos coincidimos: la medida es profundamente arbitraria y castiga, con una doble o triple tributación a quienes ni siquiera se benefician de los derechos sociales que se costean con el dinero de los impuestos que pagan.
Pero, si en el debate internacional no hay vida ni sensibilidad suficiente para conversar sobre el profundo daño que esta medida haría a millones de mexicanas y mexicanos, de familias binacionales inmigrantes, a millones de trabajadores que viven, trabajan y pagan impuestos en Estados Unidos, no sólo mexicanas y mexicanos, sino de otras nacionalidades, retomemos el debate en los términos que mejor entiende nuestro vecino del norte: la rentabilidad económica que sería nula o incluso negativa en esta medida.
Cuando uno implementa un nuevo impuesto tiene que tomar en cuenta los costos de recaudarlo y las afectaciones a esa actividad económica que, en algunos casos, especialmente en impuestos mal pensados y de coyuntura, reducen el volumen monetario y la formalidad de esta actividad.
Entonces, si el propósito de esta medida, tal y como lo comunican los legisladores republicanos, es recaudar más dinero, sería una medida fallida porque implementar las modificaciones administrativas necesarias para recaudar los miles de millones de dólares que se pretenden captar, requeriría una inversión enorme que tardaría varios años en ser amortizada y peor aún, provocaría en muchos casos la utilización de vías informales alternas al sistema financiero, lo que haría que el total de las remesas a grabar fuera mucho más bajo, reduciendo drásticamente la recaudación esperada.
En resumen, el impuesto propuesto es caro de recaudar y además reducirá drásticamente el flujo de remesas enviadas por los cauces formales del sistema financiero.
Con estos factores en cuenta, podrían pasar los cuatro años de la administración del presidente Donald Trump sin que Estados Unidos recaudara ni un solo dólar, dañando, eso sí, a las familias binacionales y también a las familias estadounidenses que tendrían que pagar una infraestructura de cobro y administración deficitaria que recauda menos de lo que cuesta.
Si esta medida no tiene rentabilidad económica y aun menos rentabilidad social, cabe pensar que el único incentivo de los republicanos para ponerla encima de la mesa es una supuesta rentabilidad política, pues como tantas otras propuestas realizadas en los últimos meses, ésta no deja de ser un mensaje para la base electoral.
Si detrás de esta propuesta entonces sólo se esconde un motivo político, hay que abordarlo como lo ha hecho anteriormente nuestra presidenta de la república, la doctora Claudia Sheinbaum Pardo, como lo ha propuesto en la conferencia Mañanera: actuar con inteligencia, prudencia y estrategia, manteniéndonos en el camino…
Qué mejores frutos está entregándole a nuestra patria, el de la coordinación, pero nunca el de la subordinación.
Pero como nos muestran las encuestas, la presidenta de México cuenta con el respaldo prácticamente unánime del pueblo mexicano y es referencia y orgullo en el mundo entero y por ello cuenta con el apoyo y respaldo pleno y entero de este Senado, de esta Comisión Permanente.
¡Arriba nuestros hermanos migrantes que levantan a dos países!