Versión estenográfica del mensaje de la presidenta de la Comisión de Bienestar del Senado de la República, Andrea Chávez Treviño, en la inauguración de la “Exposición artística del estado de Chihuahua: Manos de Barro”.
Muy buenas tardes tengan todas y todos.
Es para mí un placer, un honor, un orgullo poderlas y poderlos saludar a quienes asisten el día de hoy al Senado de la República. Sean cordialmente bienvenidas y bienvenidos.
Empiezo por las y los 14 alfareros artesanos de la localidad de Mata Ortiz, municipio de Casas Grandes, estado de Chihuahua, para quienes pido nuevamente un fuerte aplauso, porque son ellas y ellos los anfitriones de este día.
Saludo también con gusto a mis compañeras y compañeros senadores de la República.
En primer lugar, al coordinador de la bancada de Morena, al licenciado Adán Augusto López Hernández. Gracias.
A nuestra querida compañera Karen Castrejón de la bancada del Partido Verde Ecologista de México, senadora de Guerrero; Edith López Hernández, senadora de Chiapas.
Nuestra querida Malú Micher, senadora de Guanajuato; Laura Estrada de Oaxaca; Luis Alfonso Silva Romo, de Oaxaca; nuestra querida Olga Sosa, de Tamaulipas.
Beti Mojica, además de ser senadora del estado de Guerrero, es presidenta de la Comisión de Cultura, y le doy infinitas gracias por su presencia, Beti, gracias.
Nuestro querido paisano, Juan Carlos Loera de la Rosa, del estado de Chihuahua, y Susana Harp, del estado de Oaxaca, quien fuera antes presidenta de la Comisión de Cultura, y ahora de la Comisión de Ciencia y Tecnología.
Saludo también con mucho gusto a una ciudadana ilustre de la región noroeste de nuestro estado, nuestra querida Diana Acosta, quien es una promotora incansable de esa región, que es muy rica en muchos sentidos, no sólo en expresión artística sino también por la enorme bondad y la generosidad de quienes habitan en esa región, y también del misticismo de la cual está revestida toda la región de Nuevo Casas Grandes y Casas Grandes.
Saludo también con mucho gusto a la antropóloga Marta Turok. Bienvenida al Senado de la República.
Antropóloga que nos hizo el favor de ayudarnos, bueno, desde hace muchos años está ayudando a toda esta región, a toda esta tradición, pero también nos hizo el favor de ayudarnos a redactar toda la parte de exposición de motivos, de una iniciativa que será presentada el día de hoy, para declarar el 1º de diciembre de cada año el Día Nacional del Alfarero y de la Alfarera.
Este año se cumplieron dos años del sensible fallecimiento del artesano alfarero Juan Quezada, y para honrar su memoria y para honrar la memoria de todas las y los alfareros, hemos decidido convenir en esta fecha, 1 de diciembre, espero poder contar con el apoyo de mis compañeras y compañeros.
Lidia, gracias por estar el día de hoy aquí, en representación de tu familia. Gracias por mantener viva esa tradición y por hablarnos de las preocupaciones y necesidades que tienen todas las y los alfareros, que son retos inmensos que hay que ir ayudando todos los días a solucionar.
También saludo con mucho gusto a Paola Hinojos; gracias por estar el día de hoy aquí, diseñadora de la región noroeste del municipio de Casas Grandes. Gracias, Paola.
Y a todas y todos ustedes, medios de comunicación, pueblo en general.
(Inaudible) Rentería, gran amigo, empresario de la región. Muchas gracias por estar el día de hoy aquí.
Quiero leer un texto que preparé, para luego hablarles de una provocación y de un reto que les quiero dejar a todas y todos ustedes.
Durante siglos, la tierra arcillosa y ancestral sobre la que se asentó la civilización prehispánica de Paquimé, escondió la riqueza cultural del barro convertido en diccionario, traduciendo el lenguaje no escrito de un pueblo; sus memorias y sueños, a través de las formas y texturas del desierto chihuahuense, que preservan con asombrosa fidelidad nuestras raíces, nuestra identidad y nuestra historia.
Tras siglos de saqueo, expolio y olvido, en los que las piezas originales fueron llenando los anaqueles de colecciones privadas, casas de subastas y museos extranjeros, la cerámica de Paquimé logró sobrevivir y reinventarse, hasta ocupar un lugar en la sociedad chihuahuense y mexicana.
Hace unas cuatro décadas, en la localidad Juan Mata Ortiz, a 35 kilómetros de la cabecera municipal del municipio de Casas Grandes, el barro se fundió nuevamente y para siempre con las manos de este hermoso pueblo creador, para dar vida a estas piezas de arte, que desgraciadamente en muchas ocasiones son más apreciadas y valoradas fuera de nuestras fronteras que nuestra propia patria, algo que poco a poco está cambiando y que buscamos transformar para siempre.
Les quiero presumir que, según FONART (Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías), las ollas de Mata Ortiz son, sin lugar a duda, uno de los productos más vendidos en sus tiendas-galerías.
Sin embargo, su complejo traslado -hoy se nos rompió una ollita-, dificulta que estas hermosas piezas de arte, consideradas unas de las expresiones de las cerámicas más finas del mundo, esté presente en más hogares a lo largo del país.
Por ello, en un importante esfuerzo de colaboración mutua, junto a las artesanas y artesanos, hemos traído a este Senado de la República una importante muestra, bastante representativa, del trabajo de decenas de alfareros y alfareras, que además nos acompañan el día de hoy, y cuyas piezas únicas se encuentran a la venta, precios justos.
Aquí está la provocación. Pregúntenles. Cuando vayan a comprar una pieza a las y los alfareros, cuánto tiempo tardaron en hacer esa pieza: horas, días, semanas, y cuánto tiempo duraron en poder aprender la técnica de hacer estas piezas, ya inclusive terceras o cuartas generaciones de alfareros, de alfareras; no es un día, no es una semana, no son meses los que se tardan haciendo una de estas piezas, sino que son muchas generaciones de aprendizaje.
Sin embargo, esta exposición de venta es solamente el señuelo para lo que en verdad vinimos a hacer el día de hoy aquí, que es declarar el primero de diciembre como el Día Nacional de las y los alfareros, incluyendo también a las y los alfareros del estado de Puebla, del estado de Tlaxcala, del estado de Oaxaca, y de todas las entidades federativas que cuentan con esta hermosa técnica, y por eso esta exposición lleva el nombre “Manos de barro”.
Y es que fue precisamente un primero de diciembre de 2022, el día en el que nos abandonó el maestro Juan Quezada, responsable directo del rescate a esta tradición, quien además de un proceso de autoaprendizaje y sin guía, fue descubriendo el complejo mundo de la cerámica, de la mano de la tecnología aplicada, la química y la física, convirtiéndose en el principal difusor de este movimiento, inspirado en la cultura prehispánica de Paquimé.
Tan importante fue el legado y la obra de Juan Quezada que hoy en Chihuahua existen más de 400 artesanas y artesanos alfareros, pertenecientes a cerca de 200 familias, que, con esfuerzo, dignidad y mucho corazón, sacan adelante a sus familias mientras preservan el patrimonio vivo de nuestra tierra.
El conocimiento del maestro Juan Quezada y de sus decenas de discípulos y compañeros de profesión, trascendió culturas y fronteras, pues las obras están presentes en libros, tesis doctorales, revistas especializadas, artículos periodísticos y videos a lo largo del mundo entero.
Incluso, la compañía Fuji ha propuesto abrir un museo con sus obras en Tokio, Japón.
En 1999 al maestro Quezada fue galardonado con múltiples premios por su creación artística y su promoción del arte popular, como el prestigioso Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Artes y Tradiciones Populares, otorgado por la Secretaría de Educación Pública. Incluso recibió el reconocimiento del Congreso de los Estados Unidos de América.
La finalidad de esta iniciativa es reconocer a quienes, como el maestro Quezada, como estos 14 artesanos y artesanas, han elevado el arte del barro y la cerámica a otras latitudes, convirtiéndose en embajadores y embajadoras de nuestra cultura, guardianas y guardianes de un conocimiento ancestral que enriquece la identidad cultural de Chihuahua, de México y del mundo entero.
Hoy les presento y les presumo las manos de mi pueblo creador, que nunca más serán ignoradas, olvidadas o malbaratadas.
Fuerte el aplauso para todas y para todos ellos.
Disfruten mucho esta colección. Llévense una de estas mágicas piezas a sus hogares, a sus oficinas, y conversen con las artesanas y los artesanos. Estoy segura, no se van a arrepentir.
Les agradezco de todo corazón.
Muchas gracias.