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Versión estenográfica del mensaje de la senadora Ana Lilia Rivera Rivera, presidenta de la Mesa Directiva de la Comisión Permanente, en la presentación del libro “200 Años del Pacto Federal”.

 

 

Muchas, muchas gracias.

 

Estamos en un día de Sesión de la Comisión Permanente, por eso no estuvimos aquí desde el principio en tan importante evento.

 

Les agradecemos mucho.

 

Muy buenas tardes a todas y todos. Saludo con afecto a los autores, a las autoras de este maravilloso libro. Primero, a quienes me honran con su presencia en este panel, a las y los doctores Patricia Galeana Herrera, Alicia Tecuanhuey Sandoval, Jaime Cárdenas Gracia, Joel Mendoza Ruiz, José Luis Clavellina Miller y Luis Medina Peña.

 

También le doy la bienvenida a las y los autores que nos acompañan en el público. A la maestra Amallely Espinoza Nava y al maestro Jesús Rivero Casas; así como a las y los doctores Lorena Vázquez Correa, Óscar Gutiérrez Parada y Vladimir Herrera González.

 

Agradezco también al senador Manuel Añorve Baños, presidente del Instituto Belisario Domínguez, así como al maestro Rodrigo Ávila Barreiro; su secretario ejecutivo y a todo el personal de este Instituto, que ha sido muy generoso y activo en las actividades para celebrar este glorioso aniversario del Senado de la República.

 

No es fácil que una institución como esta, que sostiene el sentimiento republicano de nuestra nación, el Pacto Federal, llegue a estos 200 años de haber logrado concebir la Nación que hoy somos.

 

Distinguidas, distinguidos invitados.

 

Colegas senadoras, senadores.

 

Es para mí un privilegio darles una cordial bienvenida a esta presentación. Me da mucho gusto estar aquí acompañando el arranque de este evento, cuyo tema está atado de manera inherente al Bicentenario de esta Cámara y a sus 150 años, además de Restauración.

 

Cuando comenzamos a planear las celebraciones de este año tan significativo, el entusiasmo de todas y todos los colaboradores del Senado y sus innumerables ideas para conmemorarlo; me hizo pensar en cómo los trabajos diarios desvanecen las reflexiones sobre la importancia de recordar y dar gracias a quienes han hecho y siguen haciendo posible que las instituciones se gesten, consoliden, evolucionen y se adapten a los cambios. A veces de una manera tan rápida, que no nos percatamos de ellos hasta que estamos dentro y damos los pasos firmes a la continuidad.

 

Por eso, cuando el Instituto Belisario Domínguez propuso este ejercicio a la Mesa Directiva, nos pareció pertinente festejar el Bicentenario a través de este libro, a la vez espejo retrovisor y faro, pues seguramente tanto los textos como las charlas de esta tarde nos darán el contexto necesario para comprender tanto el origen del Federalismo mexicano como el futuro de la República entera.

 

En este día tan significativo, nos encontramos reunidos para reflexionar sobre dos siglos de pacto federal y del papel fundamental del Senado en el desarrollo y consolidación de nuestra democracia.

 

Es un momento propio para recordar y celebrar los principios que han guiado a nuestra nación a lo largo de su trayectoria, así como analizar los desafíos y oportunidades que enfrentamos en el presente.

 

Durante dos siglos México ha experimentado una evolución constante en su sistema político y jurídico.

 

Desde la promulgación de la Constitución de 1824 hasta las reformas más recientes, hemos atestiguado los avances y retrocesos de la construcción de un Estado democrático y plural.

 

En el caso del Federalismo, cuya primera versión en México data precisamente de 1924, se ha ido convirtiendo poco a poco en un patrón de referencia de la vida del país.

 

Éste ha sido uno de los pilares fundamentales de nuestra organización política, garantizando la autonomía y la participación de los estados en la toma de decisiones.

 

El Senado ha desempeñado un papel crucial en la defensa de los intereses regionales, en la construcción de consensos para la gobernabilidad del país y en la cohesión cultural de la unidad nacional.

 

Sin embargo, también enfrentamos dilemas y desafíos mayores al respecto.

 

Como bien lo expresan las y los autores, por ejemplo, la desigualdad regional, el agotamiento del actual modelo fiscal y la necesidad de otro nuevo, así como el avance de un ímpetu centralizador; todos fenómenos que persisten y se acrecientan y que requieren de un compromiso renovado por parte de todas y todos los actores políticos y de las instituciones.

 

En este contexto, la regeneración del Federalismo en México es una materia abierta que demanda la modernización de instituciones y el replanteamiento de figuras como el régimen de gobierno y el sistema representativo.

 

Aunque algunas pausas históricas, el Federalismo ha sido decisión acertada que hemos decidido mantener viva desde 1824.

 

Al cabo de dos siglos de existencia sigue siendo un concepto inacabado que todavía está a tiempo de dar mucho de sí, sobre todo si logramos entender que la descentralización territorial no es equivalente a una genuina desconcentración política del poder, lo que no parte de esa misma premisa y que seguirá siendo una ficción federalista.

 

Sin duda ha habido novedades en el modelo federalista, pero la mayor parte se ha desprendido del cambio de régimen político más que de una propuesta pactada entre entidades o un proyecto deliberado de la Federación y la ciudadanía, lo cual ha derivado en una secuencia accidentada y casuística.

 

Quizás los siglos han sido suficientes para experimentar y ya sea hora de darle forma al sueño de la Constitución de 1824.

 

El futuro del Pacto Federal en México, entonces, dependerá de la implementación de reformas institucionales que ajusten y fortalezcan la distribución de recursos y competencias, así como la voluntad de innovar gobernanza, adaptando nuevas tecnologías y metodologías para mejorar la eficiencia y transparencia administrativa y, sin duda, un mayor involucramiento de la ciudadanía para fomentar responsabilidad y rendición de cuentas.

 

Si el pueblo no es parte de la conversación sobre un nuevo Federalismo, estaremos destinados a fracasar, como lo hace todo lo que no se consulta.

 

Además, será crucial que la clase política renueve el interés en fomentar la cooperación y diálogo entre el gobierno Federal y los estatales, ayudando a resolver conflictos y a construir consensos y no azuzarlos, de modo que se asegure una gobernanza armoniosa y efectiva que responda a las necesidades locales.

 

En nombre del Senado de la República, quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las autoras y a los autores, que, con su generosidad, la doctora Mónica González Contró, directora del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, nos permitió reunir esta obra, y nuevamente a nuestro “Instituto Belisario Domínguez”, por haber hecho posible esta tarde que compartamos perspectivas y reflexiones.

 

Estoy segura de que este ejercicio será una fuente de inspiración y enriquecimiento para todas y todos los presentes.

 

Sin más preámbulo, indudablemente, estoy comprometida con todas y todos ustedes, a que a través de este libro que estaremos reproduciendo y que estaremos distribuyendo en los diversos congresos estatales, se conozcan los 200 años del Pacto Federal, significado, actualidad y perspectivas.

 

Que este encuentro sea un espacio de aprendizaje y reflexión, en el que juntos podamos construir un mejor futuro para México, una mejor República y consolidar un verdadero pacto federal, donde no haya uno por encima de todos.

 

Muchas gracias.