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Versión estenográfica de la intervención en Tribuna del senador Ricardo Monreal Ávila, coordinador del Grupo Parlamentario de Morena en el Senado de la República, en Sesión Ordinaria de este día.

 

Gracias, presidenta.

 

Ciudadanos legisladores, legisladoras.

 

Siempre en la vida del Legislativo hay momentos que uno considera infaltables, momentos estelares que quizá no contengan debates álgidos, sino consensos amplios. Este es uno de ellos, porque cuatro legisladores en distinto tiempo, presentamos iniciativa con proyecto de decreto para inscribir con letras doradas el nombre de la Universidad Nacional Autónoma de México, y con la frase “Por mi raza hablará el espíritu”.

 

Nadie podrá votar en contra de una iniciativa tan noble, nadie.

 

Por eso, me parece pertinente expresarles el beneplácito personal del reconocimiento a todos y a todas, por aprobar esta iniciativa, que estampará en nuestros Muros de Honor nuestra máxima Casa de Estudios.

 

Trescientos ochenta mil, 374 mil estudiantes es lo que compone la comunidad universitaria este año en la UNAM. Por cierto, me enorgullece el ser maestro frente a grupo de la UNAM, de la División de Estudios de Postgrado, desde hace muchos años; soy maestro frente a grupo, nunca falto a mis obligaciones como académico y como docente y tengo una gran admiración por maestros y maestras, trabajadores de la UNAM.

 

Es una gran comunidad. Sin ella, muchos de nosotros no estaríamos aquí; yo soy uno de ellos, porque la UNAM me becó para estudiar especialidad, Maestría y Doctorado en los años 80, 1982 y, desde entonces le guardo a la UNAM una gran consideración y respeto.

 

Porque es la que ha formado grandes generaciones de humanistas, de políticos, de servidores públicos. Por cierto, la doctora Claudia Sheinbaum, nuestra próxima presidenta de la República, salió egresada de ahí, científica de ahí, maestra de esta institución, estudiante destacada.

 

Y de allí es donde adquirió este proyecto de nación al que le denomina ella Humanismo, por ser la institución que promueve el humanismo en todo el país y en el mundo.

 

La UNAM, en efecto, como decía el senador que me antecedió en el uso de la palabra, ahora Coordinador del PRI, sí fue una institución que nos formó y que nos marcó.

 

Recuerdo en el pasillo te encontrabas, en efecto, a Jorge Carpizo, a Trueba Urbina, a Ignacio Burgoa, “El Chato” Noriega, a Héctor Cuadra, a Jorge Fernández Ruiz, a Floris Margadant; todos ellos estupendos maestros, que les guardábamos una gran consideración.

 

Muchos de ellos, por ser números pequeños de alumnos, íbamos a sus despachos a recibir la clase de derecho constitucional, de Poder Ejecutivo, Poder Legislativo, Poder Judicial o defensa de los particulares frente a la Administración Pública.

 

Ha sido la UNAM formadora de grandes personalidades, por eso me parece correcta, justa, noble, el que esta Cámara de Senadores hoy pueda autorizar se plasme con letras doradas el nombre de nuestra máxima casa de estudios.

 

La verdad es que me siento muy orgulloso de ser parte de su personal académico.

 

Por cierto, por ser funcionario público, nosotros no cobramos, no recibimos un solo cinco por impartir clases, porque estamos impedidos de hacerlo; pero lo hacemos con un gran gusto y un gran placer.

 

Nunca he faltado a clases.

 

Y aquí combinamos teoría y práctica; los viernes mis alumnos de maestría vienen a recibir clases aquí en la UNAM.

 

Por eso lo que hoy pasa es histórico; es histórico.

 

Universidad Nacional Autónoma de México, “Por mi raza hablará el espíritu”.

 

Goya.

 

Felicidades.

 

 

 

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