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Versión estenográfica del Homenaje Póstumo al ingeniero Carlos Rojas, por su compromiso social, llevado a cabo en la Antigua Casona de Xicoténcatl del Senado de la República.

 

PRESENTADORA: Muy buenas tardes.

 

Sean todas y todos ustedes bienvenidos a la Antigua Sede del Senado de la República, la Casona de Xicoténcatl, para rendir homenaje póstumo al ingeniero Carlos Rojas, con el lema “Compromiso Social”.

 

En el presídium de esta ceremonia nos acompañan y damos la bienvenida al senador José Narro Céspedes.

 

A la senadora Beatriz Paredes Rangel.

 

Al senador Dante Delgado Rannauro.

 

Esta tarde saludamos con gusto a nuestros distinguidos invitados Juan Carlos Rojas Sotres, hijo de nuestro homenajeado Carlos Rojas.

 

Claudia Serapio Francisco, de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala.

 

La contadora pública Paulina Garrido Bonilla, de la Sociedad Cooperativa Tosepan Titataniske.

 

El doctor Manuel Martínez Justo, exdirector de la FES Acatlán.

 

También nos acompaña Irene Rojas, hija de Carlos Rojas. Bienvenida.

 

Esta tarde también saludamos la presencia de la senadora Verónica Camino Farjat.

 

De la senadora Mónica Fernández Balboa.

 

De la senadora Patricia Mercado.

 

Nos da gusto que nos acompañe el doctor José Narro Robles, exrector de la Universidad Nacional Autónoma de México.

 

Saludamos con afecto a la diputada Amalia García.

 

Y de igual manera nos da gusto recibir a la maestra Aliza Klip Chelminsky, directora general del Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques.

 

Saludamos la presencia de todas y todos ustedes, de los medios de comunicación.

 

Muchas gracias a quienes ya se encuentran conectados a través de las distintas plataformas del Senado, y por supuesto a quienes siguen esta transmisión totalmente en vivo, a través de la señal del Canal del Congreso de la Unión.

 

De igual manera, nos da gusto recibir a la senadora Maura Hernández Fernández. Bienvenida.

 

A continuación, escuchemos las palabras del senador José Narro Céspedes.

 

SENADOR JOSÉ NARRO CÉSPEDES: Antes que nada, quiero agradecerle a la familia, a Mónica, esta oportunidad que nos dieron de organizar este homenaje para los amigos, los compañeros de un hombre que hizo historia y que ha hecho historia en México sobre el tema de la política social.

 

Cuando uno habla de la política social de México, no puede dejar de pensar en Carlos Rojas, como el gran artífice de una nueva política para enfrentar el problema de la pobreza, el problema de las desigualdades, el problema de la exclusión, del abandono, de muchas regiones que había en el país; logrando esto a través de acciones de participación comunitaria, de participación de la gente a través de mecanismos que nosotros denomináramos de autogestión.

 

La gente era parte de la solución de sus propios problemas, con el apoyo y la concurrencia del Gobierno Federal, y en algunas ocasiones del gobierno estatal.

 

Él fue el creador de ese gran Programa de Solidaridad. Él fue una persona que, recordándola, una persona sencilla, siempre modesta, una persona siempre cercana a los demás, una persona siempre amable y amigable. Una persona que siempre ponía su corazón adelante.

 

Entonces hoy, creo que se le rinde homenaje a alguien que no queremos olvidar, que queremos que siga con nosotros. Por eso hacemos esta importante ceremonia.

 

Queremos agradecer a todos los que están presentes. A las senadoras y senadores Amalia García; a mi primo, el doctor José Narro Robles, el bueno, dicen unos, que aquí está. Y a todos los demás que hoy aquí nos acompañan, agradecerles su presencia.

 

Las bienvenidas y las despedidas se parecen; pero las segundas contienen la tristeza innegable de tener que aceptar la distancia y suponerla como parte de nuestras vidas.

 

Hoy estamos aquí para reconocer el legado que le permitió conseguir a Carlos Rojas, el reconocimiento, el cariño de mucha gente, entre los que hoy aquí nos acompañan, agradecerles su presencia.

 

Las bienvenidas y las despedidas se parecen, pero las segundas contienen la tristeza innegable de tener que aceptar la distancia y suponerla como parte de nuestras vidas.

 

Hoy estamos aquí para reconocer el legado que le permitió conseguir a Carlos Rojas el reconocimiento, el cariño de mucha gente, entre los que hoy aquí algunos nos encontramos.

 

Algunos nos reunimos aquí para celebrar la vida de nuestro amigo; nuestro compromiso es contar la grandeza de su trabajo y su cariño por su familia y por su patria.

 

Me acuerdo de que él siempre que iba a haber reformas que iban a afectar un poco a la población, siempre estaba en contra; siempre nos apoyaba, siempre estaba con nosotros.

 

Por más que lo querían convencer, era duro de roer, no se dejaba convencer y siempre estaba con los de abajo; eso era muy importante.

 

Siempre su característica fue que, después de ser ingeniero de la UNAM, se fue a Hopelchén a dirigir un centro de desarrollo indígena.

 

No le importaba ir a los lugares más remotos, más abandonados; siempre a apoyar a aquel que necesitara una mano, un apoyo y un corazón que lo acompañara para salir adelante.

 

Nuestro compromiso es contar la grandeza de su trabajo y su cariño por su familia y por su patria; y dejó evidencia de los que somos como nación: la cultura.

 

Nuestro Carlos, porque, aunque es más de algunos que de otros, siempre fue nuestro amigo y siempre estuvo en nuestro corazón.

 

Nuestro Carlos nunca olvidó su país y por ello nunca lo olvidaremos.

 

El ingeniero industrial Carlos Rojas Gutiérrez, fue hombre de su época. Egresó de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, misma institución de la que fue profesor e investigador.

 

Entre varios cargos públicos, se desempeñó como secretario de Desarrollo Social de 1993 a 1998.

 

El ingeniero Rojas, como le decíamos, siempre estuvo vinculado con la gente, con el trabajo social.

 

El legado de Carlos Rojas perdura en su contribución a la política social, en su papel clave en la implementación de programas emblemáticos, que buscaron mejorar la condición de vida de las y de los mexicanos.

 

Fue Coordinador del Centro Indígena de Hopelchén, Campeche. Fue director del Programa de Atención a Zonas Marginadas. Fue Coordinador General del Programa Nacional de Solidaridad, lo que le llevó a estar a cargo de la Secretaría de Desarrollo Social.

 

Fue senador por lista nacional para la legislatura LVIII y LIX. Aquí mismo fue Presidente de la Comisión de Desarrollo Regional; Secretario de la comisión de Relaciones Exteriores de Europa y África; integrante de las Comisiones de Asuntos Indígenas, de Desarrollo Social y de la Bicamaral de Concordia y Pacificación.

 

Al terminar el cargo como senador, fue elegido diputado federal por el principio de representación proporcional a la LX Legislatura, de 2006 a 2009.

 

Así, fue integrante de las Comisiones de Agricultura y Ganadería, de Defensa Nacional, de Presupuesto y Cuenta Pública, y del Comité del Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública.

 

Con todo esto, el currículum no puede abarcar a nuestro amigo Carlos Rojas Gutiérrez, pues toda su vida fue un hombre que dejó huella.

 

Hoy, es difícil hablar de él, pues muchos aquí lo conocieron y tienen algo que decir del ingeniero, que sólo ustedes pueden hablar. Y es que las despedidas y los homenajes son el ejercicio de la evocación de no dejar que quien se fue se pierda en el olvido, pues ello es nuestra única forma de mantenerlo aquí entre nosotros y con nosotros, a nuestro amigo, el ingeniero Carlos Rojas.

 

Demos un gran aplauso a nuestro amigo Carlos Rojas, por su trabajo, por su vida y por la amistad, y por el cariño y el amor que le entregó a la Patria, que le entregó a México.

 

¡Que viva Carlos Rojas Gutiérrez!

 

 

PRESENTADORA: Agradecemos las valiosas palabras del senador José Narro.

 

SENADOR JOSÉ NARRO CÉSPEDES: Agradecemos a todas y a todos por estar aquí, rindiendo con nosotros este sentido homenaje a un gran amigo y compañero, que luchó por México siempre.

 

Muchas gracias.

 

PRESENTADORA: Muchas gracias, senador.

 

Repasemos ahora la trayectoria de nuestro homenajeado, con la presentación del siguiente video.

 

(PROYECCIÓN DE VIDEO)

 

PRESENTADORA: Continuamos con nuestro Programa, y damos el uso de la voz a la senadora Beatriz Paredes.

 

SENADORA BEATRIZ PAREDES RANGEL: Muy buenas tardes a todas y a todos.

 

En la presencia del señor contador Francisco Rojas, saludo a la familia paterna y materna de nuestro homenajeado, Carlos Rojas.

 

Quiero saludar a Juan Carlos e Irene. Mucho gusto, jóvenes.

 

Y a la senadora Mónica Fernández.

 

Amigas, amigos. Colegas legisladoras y legisladores.

 

Senadoras y senadores de la República.

 

Compañera diputada Amalia.

 

Estimados exgobernadores que se encuentran entre nosotros.

 

Distinguidos exsecretarios de Estado.

 

Exrector.

 

Dirigentes sociales.

 

Funcionarios, funcionarias.

 

Académicos.

 

Ingenieros, ingenieras. Profesionistas, en fin, el denominador común que nos reúne es que somos amigas y amigos de Carlos Rojas.

 

Queridos, queridas ponentes.

 

Constituye para mí un gran honor, participar en este homenaje. Y lo es, porque considero que esta reunión tiene como única motivación la admiración y la amistad.

 

No es una reunión política para quedar bien con nadie. No se trata de alinearse en tiempos de campaña con alguien. Se trata de refrendarle a un amigo, a una persona, a alguien que vivió intensamente, la admiración porque se le reconoce como un hombre íntegro; que vivió intensamente, de acuerdo a sus ideales, que fue amigo de sus amigos y que se expuso en defensa de las causas en las que creyó intensamente. Y la amistad, porque si algo supo sembrar Carlos Rojas Gutiérrez, fue amistad.

 

Era un funcionario que no se detenía ante las inclemencias climáticas o ante las distancias geográficas o ante la escases presupuestal.

 

Era un hombre que sabía del trabajo de campo y podía vincularse con los indígenas, los campesinos, las poblaciones a las que atendía y sabía hacer amigos.

 

Eso es lo que hoy nos enlaza a quienes estamos aquí, personas que somos de biografías, ideologías y latitudes distintas; la convergencia en un punto neurálgico, en un espacio cósmico generoso y amable, sencillo y veraz, pero al mismo tiempo firme, firme como la roca, como el granito, de ninguna manera maleable.

 

Carlos Rojas tenía clara su ruta, muy precisa la estrella que guiaba el destino de su paso, el que mesuraba con la sabiduría que le venía de atrás como alma vieja.

 

Dicen, quienes conocen de la filosofía induísta, que en el mundo convergemos -aquí está mi amigo Miguel Limón que sabe más que yo de esto- en el mundo convergemos almas nuevas y almas viejas, que vamos renovándonos en el tiempo a partir de sucesivas reencarnaciones.

 

Yo pienso que Carlos era un alma vieja; un alma que tenía detrás profunda sabiduría de otros momentos, de otros tiempos, de otras eras y de otras vidas; y que había regresado al tiempo nuestro para seguir luchando, para seguir luchando sin desesperar, sin doblarse, de granito, de ónix, firme, como firme siempre fue en la defensa de sus ideales.

 

Sólo un hombre de granito, de un extraordinario bloque de ónix, de basalto, pudo resistir con la entereza que lo hizo, la dolorosa enfermedad maldita. Y sólo desde esa fuerza, desde esa grandeza, desde esa sabiduría, tomó las decisiones que ratificaron precisamente su noción de alma, por encima de las pequeñeces de la corta existencia, ésta reciente.

 

Hoy, nos reunimos para homenajear la vida de Carlos Rojas, porque vivió; vivió intensamente.

 

Hay un poema que es atribuido a Jorge Luis Borges, que dice: “Si pudiera vivir nuevamente mi vida, correría más riesgos, haría más viajes, contemplaría más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos, iría a más lugares a donde nunca he ido, comería más helados y menos habas, tendría más problemas reales y menos imaginarios".

 

Carlos recorrió los ríos, subió las montañas, conoció toda la geografía de nuestro país y profundizó en el alma de nuestro pueblo.

 

De concebir y sintetizar la tradición comunitaria del tequio, con la capacidad del Estado Mexicano de transferir recursos, no para clientelizar, sino para desarrollar, en una síntesis que empujaba la capacidad creativa de comunidades y poblaciones, con el compromiso popular de que los recursos públicos llegaran directamente a las comunidades. Por eso, tuvo la capacidad de concebir el Programa de Solidaridad.

 

Carlos vivió, recorrió este país y trabajó por su pueblo, conoció las cañadas profundas y los extensos valles, buscó soluciones imaginativas y justas para intrincados problemas, fue un funcionario probo y un legislador comprometido; nunca bajó la guardia.

 

A él no lo hacía el puesto o la posición, lo hacía su pasión por México, y en ella su convicción en favor de quienes más requieren en nuestro país.

 

Ellos lo recuerdan, nosotros lo recordamos. Su memoria es imperecedera. Carlos vivió en nosotros; en todos seguirá viviendo.

 

Muchas gracias.

 

PRESENTADORA: Agradecemos las palabras, las muy cálidas palabras en recuerdo de la memoria del muy apreciado ingeniero Carlos Rojas, por parte de la senadora y amiga, Beatriz Paredes. Muchas, gracias, senadora.

 

Antes de continuar, queremos destacar la presencia del doctor Enrique Wolpert, él fue amigo y médico del ingeniero Carlos Rojas. Bienvenido.

 

También saludar la presencia de Miguel Limón Rojas, exsecretario de Educación Pública.

 

Saludar a la doctora Nora Goris Mayans, doctora de la FES Acatlán.

 

Seguimos ahora con la intervención del senador Dante Delgado.

 

SENADOR DANTE DELGADO RANNAURO: Buenas tardes a todas y todos.

 

Compañeras y compañeros senadores.

 

Distinguidos diputados.

 

Distinguidos familiares y amigos del ingeniero Carlos Rojas Gutiérrez.

 

Señoras y señores.

 

La mañana del 17 de enero, recibí por WhatsApp, este mensaje de Carlos: “Llegamos hasta donde se pudo, nos vamos sin dolores ni sufrimientos. Más bien, marchamos con alegría, contentos de haber hecho siempre lo que nos tocaba, lo que nos gustaba. Nos vamos agradecidos con la vida, por la generosidad con la que nos trató y más aún, por haber coincidido con ustedes. Les deseo lo mejor, los voy a extrañar”.

 

No fui el único. Carlos tuvo la entereza moral de redactar un mensaje de despedida, que nos hizo llegar a quienes fuimos y seremos siempre sus amigos. Corrijo: no fue una despedida, fue un mensaje de paz, de profunda reflexión y de valoración de vida. Una última lección, antes de marcharse.

 

Carlos fue tan valiente y generoso, que nos dio la noticia de su muerte él mismo, no dejó esa difícil responsabilidad a nadie más.

 

Carlos siempre fue un hombre serio, tranquilo, discreto, podría decir que hasta introvertido; pero de risa fácil. Sabía reírse de la vida, disfrutarla y afrontar la adversidad con sabiduría, será por eso que enfrentó con aplomo su enfermedad.

 

Fue, sin lugar a dudas, un hombre excepcional y un ser humano entrañable. Las personas como él, deberían estar más tiempo entre nosotros.

 

Mónica, gracias por estar con él, por acompañarlo en las alegrías, en las buenas, en los momentos de dolor, -estoy seguro- por apretar el botón que hizo posible que Carlos se despidiera de nosotros: te admiro, te respeto, te reconozco, te valoro y estaré eternamente agradecido con tu actitud de mujer y compañera.

 

Saludo con respeto y afecto a sus hermanos; a Teresa y a mi entrañable Francisco Rojas Gutiérrez.

 

Para mí, el servicio público es el más alto honor y la más grande responsabilidad que puede tener una persona; por eso reconozco a quienes han hecho una vida sirviendo al país, a quienes lo han hecho con profesionalismo, honestidad y empeño.

 

Carlos Rojas Gutiérrez fue una de esas personas, por eso estuve tentado a que estas palabras fueran un recorrido a través de su enorme trayectoria.

 

Trabajó con tres presidentes de la República; fue responsable de dos centros coordinadores indigenistas; Director de Área, Director General, Subsecretario, secretario de Estado, senador de la República y diputado al Congreso de la Unión.

 

Fue parte fundamental del desarrollo del país y nunca dejó de ser un hombre sensato, cabal, discreto, proactivo, creativo, de ideas para el trabajo.

 

Siempre decía que había que buscar soluciones, no culpables. Claro y franco, decía con sinceridad cuando no se podía apoyar un proyecto, pero siempre, siempre daba alternativas.

 

Pero lo que hoy quiero resaltar más, mucho más allá de los cargos que desempeñó en la Administración Pública, es la gran enseñanza que dejó: que el servidor público debe estar más cerca de ser un activista social y jamás convertirse en un burócrata institucional.

 

Carlos predicó con el ejemplo, nunca fue un hombre de escritorio.

 

Me consta que conocía, como pocos, las sierras de Veracruz, sus comunidades; sabía los nombres de los dirigentes de las organizaciones, de los productores; platicaba con ellos y ellos lo conocían y lo trataban con cercanía.

 

Siempre estuvo comprometido con el beneficio de los grupos más desprotegidos, indígenas, comuneros, artesanos, colonos, pequeños productores, pescadores, representantes comunitarios y de diversas ramas de producción; y no sólo eso, también supo alentar a empresarios e industriales para que invirtieran con los productores, en condiciones de equidad.

 

Sin ir más lejos; en Veracruz, mi estado natal, dejó un legado de caminos, clínicas, escuelas, servicios básicos como electrificación, agua y drenaje en cientos de comunidades serranas y marginadas. Él siempre trabajó cerca de los productores.

 

Mi generación, lo he dicho antes y lo refrendo hoy, le falló a México. Carlos, no. Él hizo siempre lo correcto por nuestro país.

 

Alina, Irene, Juan Carlos: tienen que sentirse profundamente orgullosos de su padre por el ser humano que fue y por todo lo que hizo por nuestra Patria, por todo lo que hizo por México.

 

En la vida política, es difícil hacer amigos, porque los caminos siempre terminan separándonos.

 

Las decisiones que tomamos, frecuentemente nos colocan en proyectos opuestos. Con Carlos no fue así.

 

Sin importar dónde estuviéramos siempre fuimos amigos, siempre compartimos una visión para el bien de México y siempre respetamos nuestras diferencias sobre el cómo y desde dónde tendría que realizarse esa visión.

 

Recuerdo la época en que Carlos y Dinorah, a quien le mando un sentido abrazo y solidaridad, me prestaron su cabaña en Huayacocotla. Era una cabaña de madera, rústica, sencilla, como siempre fue él. Ahí pasé un fin de semana con Tere y nuestros hijos, y recorrimos la zona a la que él tanto tiempo dedicó y amó.

 

El que haya compartido su cabaña fue algo muy especial para mí, porque sabía que era su refugio personal, el lugar en el que se resguardaba cuando las tempestades y temporales de la vida arreciaban.

 

Compañeras y compañeros senadores.

 

Amigas y amigos entrañables que hoy se encuentran aquí recordando su memoria:

 

Debemos sentirnos orgullosos de que el Senado de la República haya contado, a lo largo de su historia, con legisladoras y legisladores mexicanos excepcionales. El ingeniero Carlos Rojas Gutiérrez es, sin duda, uno de ellos.

 

Concluyo. El propósito central de los homenajes, más cuando se trata de mexicanos notables, como Carlos Rojas Gutiérrez, debe ser que las experiencias y logros del trabajo realizado contribuyan a la formación de nuevas generaciones de hombres y mujeres comprometidos con la Patria, comprometidos con México.

 

Tengo la certeza de que Carlos, Carlos Rojas Gutiérrez, es el mejor ejemplo.

 

Gracias.

 

PRESENTADORA: Palabras de empatía, respeto y por supuesto admiración, las que acabamos de escuchar por parte del senador Dante Delgado. Muchas gracias, senador.

 

Entre el público también nos acompañan los hermanos de nuestro homenajeado. Ya los mencionó el senador, pero queremos darles ahora un cálido saludo a Tere Rojas y a Francisco Rojas.

 

También destacar un saludo muy especial a los excompañeros de Legislatura de nuestro homenajeado, ellos son Mariano González Zarur, Sadot Sánchez Carreño, Carlos Chaurand.

 

Muchas gracias por su acompañamiento.

 

Disfrutemos ahora de otro momento musical con el Cuarteto de Cuerdas Da Strada.

 

Adelante, por favor.

 

(CUARTETO DE CUERDAS DA STRADA)

 

Damos paso ahora a los testimonios de las representantes de las organizaciones sociales.

 

Iniciamos con la intervención de Claudia Serapio Francisco, de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala.

 

CLAUDIA SERAPIO FRANCISCO: Muy buenas tardes tengan todos ustedes.

 

A la mesa de honor, bienvenidos; a sus familiares; a los funcionarios que lo acompañan y a los compañeros que hoy tuvieron la oportunidad de estar en este evento.

 

Hablar de Carlos Rojas es tener sensibilidad.

 

Y para mí es un honor que la Coordinadora Nacional Plan de Ayala me haya dado esta responsabilidad; es un privilegio.

 

En 1980 al 83, lo acompañamos cuando fue director del Centro Coordinador Indigenista.

 

Nosotros estábamos colaborando en Diconsa y fuimos un puntal muy importante en aquella región para el trabajo y la responsabilidad que en ese entonces le dieron al ingeniero Rojas.

 

De allí parte una relación trascendental para la Sierra Alta y Baja de Huayacocotla y Chicontepec, Veracruz.

 

Carlos Rojas, un hombre que a su paso fue haciendo amigos, que con su trato fue ganando la confianza de la gente; no era un funcionario más, era una persona comprometida más allá de su responsabilidad institucional, siempre con el pensamiento de hacer trabajo comunitario desde abajo.

 

La Coordinadora Nacional Plan de Ayala le rinde este sentido homenaje.

 

A varios nos dio la oportunidad de conocerle y trabajar muy de cerca con él.

 

A mí, en lo personal, me dio la oportunidad de contribuir como representante honoraria del Centro Coordinador Indigenista de Mexcatla en la Sierra de Chicontepec.

 

Desde ahí, impulsamos los fondos regionales de Solidaridad con un gran equipo en Veracruz. Me refiero al licenciado Luis Rafael Ponce Jiménez, y Armando Armenta Guzmán, que en paz descanse, personas que fueron designadas para desarrollar el plan de trabajo que abarcaría las comunidades indígenas más marginadas de esta sierra.

 

En el quehacer del trabajo de Huayacocotla, en ese entonces no era un lugar accesible, sus vías de comunicación eran deplorables, no había transporte, por lo que teníamos que caminar varias horas para llegar a lugares como Tlachichilco, Xalame, Naranjal, Ixtacahuayo, ya que en esa región el ingeniero contribuyó para que se formara la Asociación Nahua-Tepehua-Otomí.

 

Y en la zona de Benito Juárez, impulsó de manera muy puntual la participación de las mujeres, en donde se congregaron en una asociación que le pusieron: “Hoy y mañana, siempre juntas”.

 

En la parte de la Huasteca Baja, está la Organización Campesina Popular Independiente de la Huasteca Veracruzana, de la cual soy miembro activo de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala, desde 1979, organización que se ha distinguido por encabezar la lucha agraria, como la de los bienes comunales, en Santa Clara los Ajos, por los derechos humanos, y, en la última etapa, la participación en el Fomento de Programas de Desarrollo Comunitario.

 

Así fue como el ingeniero Rojas planteó, al senador hoy, José Narro Céspedes, que apoyara en esta consolidación organizativa en la Huasteca Alta y Baja, tomando de inmediato esta responsabilidad.

 

Mucho ayudó en que, finalmente, en este planteamiento de desarrollo se pensara en acortar la distancia para llegar a Huayacocotla. Así fue como se construyó la primera etapa del camino Zontecomatlán-Huayacocotla, y Zontecomatlán-Benito Juárez.

 

En este plan se incluía una política para la producción de café, para su comercialización, para el empleo de las mujeres a partir de su producción cotidiana en las artesanías, como las bordadoras de Huecatitla, Benito Juárez, y Cerro Chato, del municipio de Texcatepec, infraestructura que sirvió para dotar a las localidades en la carencia también de agua para el consumo humano; proyectos para la ganadería extensiva, para recoger la cultura también de los pueblos a través de la mano vuelta, como tradición y cultura.

 

En la parte educativa, se dotó de varias escuelas, se mejoraron los albergues que tenía a cargo el Centro Coordinador Indigenista. Así fue el desarrollo de nuestra participación.

 

Carlos Rojas tenía una gran sensibilidad y una gran capacidad para integrarse e involucrarse en los planteamientos de la gente. Escuchaba siempre a la gente. Se le veía callado porque era un hombre muy respetuoso.

 

Con el tiempo fuimos testigos que, en 1993, lo llamaron para tomar la responsabilidad como Secretario de Desarrollo Social. Claro que ese nombramiento fue considerado por la sierra como un gran acierto, sobre todo para aquellos que lo conocíamos.

 

Ya como Secretario, tuvo una gran relación con las organizaciones sociales y la CNPA. Carlos Rojas, creo que fue un hombre muy generoso, así lo consideramos.

 

Y, bueno, desde este Recinto, queremos decirle que siempre vivirá con las acciones. El hombre trasciende por su ejemplo y también por sus acciones, y consideramos que esos dos binomios los tenía el ingeniero Rojas.

 

Muchas gracias.

 

PRESENTADORA: Muchas gracias a Claudia Serapio, por este valioso testimonio que nos acaba de dar.

 

Bien, aprovechamos el espacio para continuar con el saludo a las personalidades que nos acompañan:

 

Está con nosotros el doctor Mario Luis Fuentes, presidente de Patronato UNAM, y el exdiputado José Ascención Orihuela.

 

Corresponde ahora escuchar el testimonio de la contadora pública Paulina Garrido Bonilla, de la Sociedad Cooperativa Tosepan Titataniske.

 

CONTADORA PAULINA GARRIDO BONILLA: Muy buenas tardes, distinguidas personalidades.

 

Con el permiso del presídium, senadores de la República, senadora.

 

Diputados, familiares y público en general que hoy están en este evento tan emotivo, en donde estamos celebrando la vida de una persona especial, que vino, que caminó las sierras y esos caminos dejaron huellas.

 

Desde la Unión de Cooperativas Tosepan, ingeniero Carlos Rojas Gutiérrez, exsecretario de Desarrollo Social; director del Programa de Solidaridad. Senador de la República, diputado federal, investigador de la UNAM.

 

Agradecemos a la vida, a la madre tierra, al universo, por poner en el camino de la vida seres maravillosos que han sido sensibles ante las adversidades que han atravesado familias campesinas. Sin duda, nos referimos al ingeniero Carlos Rojas Gutiérrez, quien en vida llegó a realizar con gran corazón empatía y humildad, las tareas que consideró, abonarían y transformarían comunidades de zonas vulnerables.

 

El ingeniero Carlos Rojas siempre mostró mucho compromiso social y comunitario.

 

Queremos en este espacio, resaltar varios momentos en la etapa de la vida del ingeniero Carlos Rojas. En la sierra nororiental de Puebla se le conocía desde los años de 1987, un poquito antes, cuando fue secretario de Desarrollo Social; su estrategia de trabajo fue incidir en las zonas indígenas y vulnerables.

 

Fue siempre una persona observadora, sabia, visionaria, sabía escuchar a las comunidades indígenas. Sensible ante las circunstancias que se vivían en la Sierra en esos años.

 

Brindó mucho apoyo para abatir la problemática, muy fuerte que se vivía en las comunidades, porque no había agua entubada. Y a través de estas problemáticas, el ingeniero Carlos Rojas impulsó proyectos productivos a través de la colaboración, la mano vuelta, la solidaridad, la faena, con estas prácticas comunitarias, que son valores importantes, se logró detonar y fortalecer el trabajo comunitario con infraestructura en agua entubada, en la mayoría de las comunidades indígenas del territorio de la Sierra Nororiental de Puebla.

 

Otro de los momentos muy significativos en la vida de los campesinos de la Sierra Nororiental de Puebla, fue en los años de 1989 a 1993. En esos años, trabajaba el ingeniero en el programa de Pronasol, Programa Nacional de Solidaridad; se encontraba golpeada fuertemente la Sierra por una helada, acontecimiento que llevó a la población indígena más vulnerable, porque había perdido todas sus cosechas de café, pimienta; considerando que eran las principales actividades económicas para las familias de los campesinos.

 

A través de este programa, el ingeniero Carlos Rojas impulsó proyectos de construcción de caminos. En el año de 1994, la Cooperativa Tosepan Titataniske participó fuertemente con esta estrategia de abatir la pobreza y fortalecer los ingresos y sobrevivencia de las familias de los campesinos.

 

La Cooperativa recibe a través del Programa de Solidaridad, el primer lote de camiones pesados para poder seguir construyendo caminos en la mayoría del municipio de Cuetzalan del Progreso, Puebla.

 

Con este cúmulo de experiencias, de sensibilidad, de sencillez del ingeniero, años más tarde fue nombrado director del Sur-Sureste; y con este encargo, decirles que el ingeniero siempre tuvo la visión de seguir impulsando las regiones vulnerables y marginadas, y se enfocó a diseñar programas orientadas a fortalecer las necesidades básicas: salud, alimentación, agua, electrificación y proyectos productivos.

 

Su estrategia principal siempre fue el intercambio de experiencias, basadas desde la organización comunitaria, buscando siempre fomentar la autonomía de los pueblos indígenas; motivo que llevó al ingeniero en pronto pensar en realizar experiencias exitosas en diferentes regiones de nuestro país.

 

Dicho esto, valorar, reconocer y agradecer siempre que el ingeniero Carlos Rojas, su trabajo fue fundamental en el campo mexicano. Se dedicó a generar siempre empleos para los más desfavorecidos, es decir, en las zonas marginadas.

 

El ingeniero siempre se caracterizó por ser una persona empática a sus realidades, siempre mostró mucho compromiso. Esta forma de ser del ingeniero Carlos, le ayudó a plantear soluciones importantes que necesitaban mejorar las condiciones de vida de las poblaciones en esos años.

 

Su principal objetivo fue siempre ver de manera integral, el desarrollo comunitario.

 

En los años de 1997, impulsó fuertemente la inclusión de la participación de las mujeres a través de proyectos productivos. Pero, con una visión de empoderamiento de equidad de género.

 

Al ingeniero Carlos Rojas queremos agradecerle por impulsar que nosotras las mujeres, tuviéramos mayor incidencia a través de la independencia económica y sobre todo, con esta visión de visibilizar el valor propio de nosotras las mujeres.

 

Las mujeres de la zona rural, logrando un avance importante en la vida de la organización en la Tosepan Titataniske. En esos años, se comenzó a trabajar fuertemente en impulsar a las mujeres en el campo laboral; gracias al ingeniero Carlos Rojas, por sembrar esa semilla en la Sierra. Hoy, del total de socios y socias en la Cooperativa Tosepan, de 52 familias, socios y socias, el 64 por ciento corresponde la participación de la mujer.

 

La mayoría de las mujeres empezaron con el Programa de Microfinanzas, pero además de buscar espacios de reflexión de la importancia de visibilizar el trabajo de nosotras las mujeres, y caminar hacia este objetivo buscando lograr esta equidad de género.

 

Hoy, en las comunidades indígenas de la sierra, tenemos mujeres juezas de paz, comités comunitarios, mesas directivas y lograr en la Unión de Cooperativas en la historia una primera mujer presienta, que hoy tenemos el encargo de estar aquí en este lugar compartiendo estas palabras.

 

Otro programa que impulsó y replicó la metodología de trabajo, fue lo que ya funcionaba en nuestra región, las tiendas de abasto; en aquellos tiempos eran las tiendas CONASUPO-COPLAMAR, hoy DICONSA.

 

El modelo de trabajo había gustado mucho y el ingeniero Carlos Rojas invitó a la Tosepan para ser una aliada en la implementación de estas tiendas en otras regiones y estados; el vecino estado de Veracruz en la Cooperativa Huayacocotla.

 

Y, a través de estas alianzas, lograban acompañar y fortalecer el desarrollo en las distintas regiones en donde incidió.

 

El mismo caso en Las Huastecas, siempre con una visión de conjunto para el desarrollo de otras regiones, con ese valor que siempre lo caracterizó, su sensibilidad ante los problemas.

 

Al ingeniero Carlos Rojas, desde donde nos esté escuchando, le decimos: Gracias; y que valoramos muchísimo su trabajo.

 

Gracias por sembrar tanta semilla en nuestro territorio, en la Sierra Nororiental de Puebla; siempre lo recordaremos por su gran labor, impulso y desarrollo de las regiones.

 

Y resaltar muchísimo que siempre tuvo muy en cuenta que la política no se sirve de ella, más bien es servir al pueblo.

 

Que feliz habría sido el ingeniero Carlos Rojas al haber cumplido con tantas tareas, sobre todo el servir al prójimo, con ese espíritu de servicio y valentía a enfrentarse ante la vida y acompañar al pueblo.

 

Depositó firmemente su confianza en las organizaciones sociales y comunitarias.

 

Hasta siempre, ingeniero Carlos Rojas; nos has dejado una gran enseñanza de vida.

 

Nuestros agradecimientos desde la Unión de Cooperativas Tosepan, por ver en nuestra organización una gran aliada para contribuir en este desarrollo comunitario y permitirnos caminar con usted para generar cambios importantes en la región de la Sierra Nororiental de Puebla.

 

Unión de Cooperativas Tosepan, hasta siempre ingeniero Carlos Rojas.

 

Muchísimas gracias.

 

PRESENTADORA: Muchas gracias a la contadora Garrido, de la Sociedad Cooperativa Tosepan Titataniske, por estas cálidas palabras.

 

Aprovechamos para saludar a José Dolores López, director nacional de la CIOAC-JDLD. Bienvenido.

 

Y bien, la actividad académica fue una parte importante en los últimos años del ingeniero Carlos Rojas; para lo cual, escuchemos las palabras del doctor Manuel Martínez Justo, exdirector de la FES Acatlán.

 

DOCTOR MANUEL MARTÍNEZ JUSTO: Muy buenas tardes tengan todas y todos ustedes.

 

En primer lugar, si me lo permiten, quisiera saludar con mucho respeto, afecto y cariño a la senadora Mónica Fernández.

 

Muchísimas gracias, Mónica, como me enseñó Carlos Rojas a conocerte y a llamarte.

 

Muchísimas gracias.

 

Lo mismo, saludo con mucho afecto y con mucho cariño, desde luego, a los hijos de Carlos Rojas, a Juan Carlos y a Irene. Muchísimas gracias y gracias por el privilegio de estar aquí.

 

Y también, desde luego, a sus hermanos, a Teresa y a mi querido, admirado y respetado Francisco Rojas, muchísimas gracias, y a su señora esposa.

 

Gracias por permitirme estar aquí y, desde luego, tener el privilegio de compartir este presídium con tan importantes personalidades.

 

Me piden que hable del ingeniero Carlos Rojas en su etapa en la universidad.

 

Hay aquí varios que podrían hablar con mucho mayor fortaleza y conocimiento que yo; el señor rector José Narro o mis queridos amigos Enrique Del Val o Mario Luis Fuentes; en fin, mucha gente que lo conoció seguramente muy bien.

 

A mí me tocó conocer a Carlos Rojas en dos etapas distintas de su vida:

 

Una, cuando fue secretario de Desarrollo Social, que tuve el privilegio de trabajar en el Instituto Nacional de Solidaridad como director de Planeación, y allí tuve el honor de conocerlo.

 

Claro, él era el secretario y yo era un director de área, pocas oportunidades teníamos de intercambiar puntos de vista; pero él era muy cercano a la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, aunque tal vez no lo hacía o no lo era conscientemente.

 

Sus principales asesores, sus jefes de asesores, Gerardo Huerta y mi querido amigo Paco Díaz Palafox, eran egresados de allí de la hoy FES Acatlán, y estaban muy pegados a él; de hecho, él se llevó a muchas personas de Acatlán para allá.

 

Después, el señor rector José Narro tuvo la fortuna, la buena idea de conseguir recursos con un egresado de Acatlán para construir allí el Centro de Estudios Municipales y Metropolitanos; y yo tenía la encomienda de hacerlo funcionar y tenía el problema de encontrar un perfil adecuado para ese puesto.

 

Y debo decir que la culpa la tuvo Enrique Del Val, no fui yo; pero Enrique Del Val me dijo: “¿Y por qué no le dices a Carlos Rojas que te ayude?”; y le dije: “Yo por mí, encantado”. Maravilloso tener una persona como Carlos Rojas que esté allí”.

 

Platiqué con él. Carlos era muy contundente en lo que decía, entonces me preguntó: “¿Para qué me quieres allí?”, y no se me ocurrió mejor cosa en ese momento, hoy tendría muchas más cosas, Carlos, para decirte, donde quiera que estés, pero le dije en ese momento: “Mira, es que a Manuel Martínez -al que tienen aquí delante- nadie lo conoce; y si tomo el teléfono y le quiero hablar al señor gobernador del Estado de México, no creo que pase de su secretario auxiliar, del secretario particular del señor gobernador. Pero si le llama Carlos Rojas, estoy seguro de que sí”; y lo entendió muy bien.

 

Y a partir de allí yo encontré un maestro de vida, que celebro mucho y a quien extraño mucho, debo decirlo así; y también creo que él encontró un lugar en el que fue muy feliz los últimos años.

 

Teníamos conversaciones muy a menudo. Venía a verme no para que le diera instrucciones de ningún tipo. Imagínense ustedes, que lo conocieron mejor que yo, a este que tienen ustedes enfrente, tratando de darles indicaciones a Carlos Rojas. Sería un absurdo; él era más inteligente que yo, tenía mayor claridad en lo que había que hacer.

 

Así que conversamos de muchas cosas. Él me informaba de lo que iba a hacer, y yo le agradecía que me informara, porque además me orientaba hacia dónde quería ir.

 

Y conversábamos cuando menos dos, tres veces a la semana, en que iba y tomábamos un café, y tenía la oportunidad de tomar lecciones y clases de vida con él.

 

Yo diría que cuatro temas eran recurrentes en nuestras pláticas. Lo primero, era algo que ustedes entienden muy bien y que a él le gustaba mucho, que era la política.

 

Era una persona que conocía muy bien la política, que tenía muchas anécdotas para compartir y muchas enseñanzas qué darnos. Así que yo disfrutaba mucho esas pláticas con él.

 

El segundo tema recurrente era la universidad. Le gustaba mucho y le preocupaba mucho la universidad y trataba de ir incorporando la experiencia para que los que estudiaban ahí tuvieran la oportunidad de conversar con la gente con la experiencia, como doña Amalia García, a quien tuve la oportunidad de escuchar varias veces, gracias a Carlos Rojas; a Patricia Mercado, que también, aunque fuera en la distancia, la escuché varias veces.

 

En fin, a quienes están aquí en el presídium y qué maravillosos maestros tenía, y qué maravillosa inteligencia siempre, y visión de la universidad, a través de él, de irlos incorporando y transmitiéndoles las experiencias.

 

Había un tercer tema que le gustaba mucho y que era motivo siempre de debate con él, que eran los deportes y básicamente cómo iban los Pumas. Cada vez que perdían los Pumas, eso era un conflicto. Siempre, y Carlos y Mónica lo saben bien, ¿verdad?, él lo sentía, como si fuera él el que hubiera perdido ese partido.

 

Yo siempre le insistía que fuera al palco del señor Rector. Ahí veía a varios de ustedes, y él me decía que no. Entonces, le mandaba un recadito cada que había partido y le decía: ¿dónde estás, Carlos?

 

Y me decía, bueno, una frase que ustedes seguramente conocerán, y me decía: “yo estoy aquí, donde está la gente, el pueblo, los aficionados. Tú estás allá en el Olimpo”.

 

Y le decía: “bueno, yo creo que el Olimpo debe estar más bajo que el pueblo, porque tú estás en la parte de arriba y yo en la parte de abajo”.

 

Le gustaba mucho el deporte; también le gustaba mucho el béisbol. No sé si macanear, pero creo que lo hacía también bien, ¿verdad?, y le gustaba mucho el béisbol, pero sus pumas eran intocables. Así que era el tercer tema que tratábamos.

 

Y el cuarto tema, del cual aprendí mucho de él, eran los jóvenes, su relación con los jóvenes.

 

Él, le preocupaba mucho esta parte, y por eso quería combinar esta experiencia con el ansia de aprendizaje que tienen los jóvenes, y la universidad era para él ese punto de encuentro entre la experiencia y la juventud, que siempre tiene muchas ganas y muchas inquietudes por aprender.

 

Tanto le interesaba así que un día le dije: “Oye, habría que ir integrando a los jóvenes hacia proyectos de mucho compromiso social”. Imagínense. Eso era lo suyo.

 

Así que algún día me dijo: “vamos a desayunar con Mario Luis Fuentes, y vamos a integrar, en un proyecto que tenemos, a los jóvenes de Acatlán”. Así fuimos construyendo una relación que los jóvenes, y una vinculación que los jóvenes no olvidarán.

 

También, gracias al apoyo de Mónica, los trajimos al Senado de la República, y él disfrutaba mucho de ver a los jóvenes sentados en las distintas curules debatiendo con mucho énfasis, con mucha emoción y con mucho compromiso.

 

Porque él decía -por lo menos así me lo decía a mí-, “esta fue la etapa más feliz de mi vida, cuando estaba legislando”. La otra etapa más feliz, estoy seguro, era estar en la Universidad Nacional.

 

Y ahí en la FES Acatlán se convirtió en un miembro más de la comunidad, respetado. Cuando yo le quería presentar a alguien resulta que Carlos ya lo conocía, ya se había paseado por todo el campus y ya se había platicado con todos. Así era Carlos Rojas.

 

Con esa enfermedad los encuentros se fueron distanciando. Una vez a la semana, y después una vez cada dos o tres semanas, pero jamás, jamás dejó de ir. No se dio nunca por vencido.

 

Así era Carlos Rojas. Un hombre que luchaba siempre y que quería seguir adelante. Y yo, yo, cada vez que lo veía partir, siempre le decía: “mi querido Carlos, cuídate mucho. Te necesitamos mucho y te queremos más”.

 

Y quiero finalizar diciéndole, donde quiera que esté, exactamente lo mismo: “Cuídate, mi querido Carlos, que aquí te seguimos queriendo y recordando”.

 

Muchísimas gracias a todas y a todos.

 

PRESENTADORA: Agradecemos este cálido mensaje. Adelante, doctor.

 

DOCTOR MANUEL MARTÍNEZ JUSTO: Un poquito del protocolo. Pero había algo que a Carlos le gustaba y le emocionaba mucho, que era el Goya. Así es que, si me permiten:

 

PRESENTADORA: El Goya.

 

DOCTOR MANUEL MARTÍNEZ JUSTO: ¡México! ¡Pumas! ¡Universidad!

 

¡Goya! ¡Goya!

¡Cachún, cachún, ra, ra!

¡Cachún, cachún, ra, ra!

¡Goya!

¡Universidad!

 

PRESENTADORA: Muchas gracias al exdirector de la FES Acatlán por estas cálidas palabras, estas empáticas palabras al ingeniero Carlos Rojas.

 

Entre nuestros invitados, finalmente, saludamos la presencia del exdiputado Javier Calzada. Bienvenido.

 

Bien, señoras y señores, estamos ya en la recta final de este homenaje póstumo, para lo cual vamos a escuchar ahora las palabras -con ello concluimos- de Carlos Rojas Sotres, hijo del ingeniero Carlos Rojas.

 

CARLOS ROJAS SOTRES: Buenas tardes a todos.

 

Estoy algo emocionado y algo nervioso, después de tan bellos discursos, me la dejaron un poquito difícil.

 

Maestra Paulina, de la Tosepan, muchas gracias por estar aquí.

 

Maestra Claudia, de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala, gracias por sus emotivos discursos y por dar fe de que las acciones de mi papá viven, y todavía son apreciadas en las comunidades.

 

Senadora Maura. Senadora Mercado.

 

Diputada Amalia.

 

Director Manuel Martínez Justo.

 

Exlegisladores.

 

Exrector de la UNAM y maestro.

 

Primas, primos. Tío José, tía Tere, tía María Elena, tío Manuel, tía Siomara, tío Luis.

 

Hermana. Mónica, muchas gracias por estar aquí.

 

Muchas gracias, Paco Palafox, por la organización del evento, y a todos los que han participado en este emotivo acto.

 

Por supuesto, muchas gracias, querida Beatriz, senadora y amiga personal de mi papá. Muchas gracias.

 

Senadores Dante Delgado, José Narro, muchas gracias.

 

Me da un enorme placer y gusto verlos a todos aquí, amigos y amigas de mi papá. Créanme que su presencia brinda un motivo de alivio en estos días tan complicados para mi familia.

 

No los puedo nombrar a todos, pero sí tengo que nombrar a uno en especial, al doctor Enrique Wolpert, muchas gracias, tío, por haber cuidado a mi padre hasta el final.

 

En octubre del 21, nos enteramos de una noticia muy triste, mi papá y Mónica nos compartieron el diagnóstico que enfrentaba mi papá. Y pues, un diagnóstico así para la mayoría de las personas, prácticamente para el 90 por ciento de los pacientes, les dan un pronóstico de tres quimioterapias a nueve meses.

 

Pero mi papá asumió esa noticia con enorme valentía y hasta con simpatía, y eso lo llevó a llegar a 27 meses de vida, de los cuales, pueden estar tranquilos que la mayoría del tiempo estuvo muy bien, muy sano, acompañado de Mónica, de su familia, siempre buscando excusas para cuidar de su nieta. Así es que yo doy gracias a la vida, al Universo, a Dios, a quien ustedes quieran nombrar, porque nos fue bien y mi papá pasó el final de sus tiempos rodeado de amor y atendiendo sus compromisos en la Universidad.

 

Mi papá fue un hombre sencillo, pero no fue un hombre simple. Mi papá fue un hombre serio, de carácter a veces frío, que a veces lo parecía verse distante, pero era todo lo contrario: era un hombre profundamente amoroso, un hombre que con una mirada podía expresar mucho más que mil palabras.

 

Una de sus grandes virtudes era escuchar, escuchar y observar. Y él mismo me confesó que cuando estaba terminando la carrera no sabía muy bien qué seguía para él, no sabía qué haría con su título de ingeniero -por cierto, mecánico, no industrial-; pero cursó una materia, cursó una materia, cursó una materia que se llamó “Recursos y necesidades de México”, y esa materia en sus semestres finales cambió el rumbo de su historia.

 

Esa materia lo llevó a interesarse en el desarrollo de los pueblos indígenas, en la defensa de las causas justas; y gracias a la ayuda de mi tío José consiguió una primera chambita en el INE, que lo llevó hasta la región de los chenes en Hopelchén, Campeche.

 

Y de allí, el resto es historia.

 

De allí, llegó a la Huasteca; de allí llegó a ser secretario de Estado y a dirigir un gran programa nacional que tocó muchísimos rumbos y prácticamente logró lo imposible: alcanzar todos los rincones de México.

 

Hoy es un reto, de verdad, un reto visitar una comunidad, un pueblo, una colonia y no poder encontrar un solo logo de Solidaridad.

 

Todo México está repleto de sus obras y su legado va a ser un recuerdo imborrable para nosotros.

 

Para mí, para Alina, para Irene, para Amelia, es un honor estar aquí y regresar a esta sede, desde la cual mi papá defendió muchas de las causas de miles de mexicanos.

 

Quiero agradecerles por estar aquí; quiero agradecerles por valorar su recuerdo, por atesorar su memoria, por recordarlo siempre.

 

Mi papá fue un hombre genial, un aficionado de los Pumas a la muerte.

 

Un hombre que disfrutó ver sus partidos de béisbol, disfrutaba jugarlo, practicarlo con sus amigos; ir a la lucha libre, siempre estuvo en la esquina de los rudos, ver el box en la Arena México; disfrutar de un buen mezcal en una buena plática.

 

Todo eso fue mi papá y fue muchas cosas más: Un gran padre, un tío amoroso, un amigo leal; un hombre que siempre defendió a los pueblos indígenas, a las colonias y que nunca dejó de creer que México, para romper con la pobreza, debía creer en su gente; debía darles capacidades y debía involucrar a los pueblos en la construcción y sobre todo en el alcance de sus sueños.

 

Estos dos años, quiero que sepan que mi papá vivió y disfrutó cada momento al lado de su esposa, de su nieta, de sus maravillosas hijas, de sus hermanos, de sus sobrinos.

 

Muchas gracias de verdad a todos por estos homenajes, por estos recuerdos que nosotros atesoramos y valoramos y nos quedamos para siempre.

 

Muchos dicen, “donde está Carlos Rojas”. Yo sí sé dónde está; mi papá está aquí y en todos sus corazones y en el cielo supervisando y atesorando y viendo a su nieta florecer.

 

Muchas gracias por todo.

 

Muchas gracias.

 

PRESENTADORA: Y con estas sensibles y sentidas palabras de Carlos Rojas Sotres, llegamos al final de este Homenaje Póstumo al ingeniero Carlos Rojas.

 

Bien. Vamos a escuchar ahora, les pedimos no se retiren, hace uso de la voz la senadora Mónica Fernández Balboa.

 

SENADORA MÓNICA FERNÁNDEZ BALBOA: Perdón, perdón. Muy buenas tardes-noches.

 

No estaba programada mi participación. Y Francisco y yo hemos comentado muchas veces que tal vez no era de buen gusto que nosotros, como familia de Carlos, participáramos activamente en estos homenajes.

 

Pero no quiero dejar pasar esta oportunidad, al verlos a todas y a todos aquí reunidos, de darles las gracias. Darles las gracias a nombre de él, a nombre mío, a nombre de la familia, a mis queridos compañeros.

 

Pepe Narro: te agradezco muchísimo esta Iniciativa. Sé que siempre; siempre, Carlos y tú fueron muy amigos.

 

Beatriz: qué te puedo decir. Muchísimas gracias. Dante, me consta la amistad entre ustedes, de siempre, desde que yo lo conocí.

 

Y, por supuesto, Manuel, Claudia, Paulina. Muchísimas gracias por sus palabras y por todo lo que nos han expresado aquí.

 

No vengo a hablar de Carlos, no vengo a hablar tampoco de mí, sino simple y sencillamente a darles las gracias a todas y a todos ustedes.

 

Más allá de mencionar a todas las grandes personalidades, sé que ustedes serán amigas y amigos de Carlos.

 

Y tengo que agradecerles, antes que nada, su cariño, que hayan compartido su vida con él y que sigan acompañándolo en estos momentos.

 

A Francisco y a Tere, no les he podido decir muchas gracias. Gracias por todo, por todo el acompañamiento de todos estos años.

 

Juan Carlos: ¿qué te puedo decir? Fuiste mi compañero en esta batalla. Irene; a todos, los sobrinos, mi querida cuñada, concuña, María Elena.

 

A mi familia, a mis hermanas, a mis primas, a mis tías, que estuvieron todo el tiempo atrás de mí, dándome soporte. Muchas gracias.

 

A mis queridas amigas senadoras, que están aquí. A Mari, diputada, muchísimas gracias, y por supuesto a Arturo, Mario Luis, Javier Mendicuti, Gerardo, todos los que se me pasan, don Juan Zúñiga, Vero. Muchísimas gracias por siempre estar con Carlos, por siempre estar con nosotros.

 

Perdón que haya yo roto la regla, Francisco, pero era necesario agradecer a todos por compartir un poquito de su vida con Carlos y conmigo.

 

Gracias, de verdad. Voy a estar eternamente agradecida con el cariño de cada una y de cada uno de ustedes.

 

Gracias.

 

PRESENTADORA: Gracias a la senadora Mónica Fernández Balboa, compañera de vida del ingeniero Carlos Rojas.

 

Bien. agradecemos a todas y todos ustedes su asistencia en este gran homenaje, compromiso social a Carlos Rojas. Les agradecemos nuevamente.

 

Gracias. Y que pasen una excelente tarde-noche.