Versión estenográfica del discurso de la senadora Ana Lilia Rivera Rivera, presidenta de la Mesa Directiva del Senado de la República, al iniciar la Sesión Ordinaria del día de hoy.
Queridas y queridos compañeros integrantes de la Mesa Directiva.
Distinguidos senadores y senadoras:
Es para mí un honor dirigirme a ustedes este día en el que inauguramos el último periodo ordinario de la Sexagésima Quinta Legislatura del Senado de la República.
En este momento no sólo comienza a escribirse el capítulo final de una historia que empezamos todas y todos nosotros a tejer juntos hace casi seis años, sino que nos da la oportunidad de renovar, ya con la experiencia que otorga el camino andado, nuestro compromiso con la justicia, la igualdad y el bienestar para cada persona que habita en las entidades que representamos.
Durante estos años de labor legislativa, hemos encontrado juntos enormes desafíos. Sobre todo el de la pandemia de COVID-19, que puso a prueba a la humanidad entera; a las instituciones de los estados y que también provocó mucho dolor, miedo e incertidumbre.
Me siento orgullosa de que este Senado se mantuvo siempre de pie, dando muestras de solidaridad y entereza aún en los momentos más oscuros.
Esa dura experiencia derivó en transformaciones de nuestras instituciones, pero sobre todo del Senado de la República, que apenas imaginábamos y que hoy se quedarán como legado.
Además de ello, durante estos años logramos concretar reformas históricas en beneficio del pueblo mexicano, que van desde la promulgación de leyes clave para el debate de temas cruciales para el desarrollo de nuestro país y que cada legislador; y cada fuerza representada en esta Cámara introdujera temas que, más allá del papel, le están cambiando la vida a millones de personas.
A pesar de las diferencias y los estilos diversos de cada uno de ustedes, hemos trabajado incansablemente para cumplir con el mandato que nos ha confiado el pueblo de México.
Es un honor, como dije, ser testigo de todas esas luchas y victorias.
En este año, además tendremos la fortuna de celebrar un acontecimiento de gran significado histórico: El bicentenario del Senado de la República y el 150 aniversario de su restauración.
Dos siglos de labor legislativa. Dos siglos de debates y decisiones que han moldeado el rumbo de nuestra nación.
Que enorme privilegio ser parte de este momento.
Para conmemorar estos dos hechos, esta Mesa Directiva, de la mano de diversas áreas del Senado que hacen posible a diario el trabajo en esta Cámara, está preparando una serie de actos que estarán a la altura de tan memorables fechas.
Tenemos programadas más de 50 actividades de carácter cultural, académico y recreativo, incluida la expedición de una moneda conmemorativa, un billete de la lotería y la develación de placas en distintos recintos del Senado.
Nuestro propósito es que cada uno de estos actos nos brinde la oportunidad de reflexionar sobre la trascendencia de nuestro trabajo como senadoras y senadores, y al mismo tiempo sea el impulso para seguir defendiendo al Poder Legislativo, a su autonomía y a la idea de que estos órganos son de y para el pueblo, y sólo tienen sentido si le sirven al pueblo.
En este último tramo de nuestra encomienda, es imperativo que no claudiquemos y pongamos lo mejor de nosotros para concluir con éxito las tareas pendientes y para dejar un legado que perdure más allá de nuestra gestión.
Será, sin duda, un periodo complejo.
Por eso les invito a que nos mantengamos firmes en nuestro compromiso con el diálogo constructivo, buscando siempre las coincidencias, un sano enriquecimiento de ideas y la unidad en aras del bien común.
Tengamos en mente que la confianza de la ciudadanía es nuestro mayor activo y debemos preservarla a toda costa.
Recordemos siempre que somos servidores del pueblo y que nuestra labor aquí tiene un impacto directo en la vida de millones de personas.
Seamos dignos de la confianza depositada en nosotros.
Dejemos un legado que marque nuestro paso en esta Cámara de Senadores.
Aunque la semana pasada iniciamos formalmente nuestro periodo de sesiones, no quise avanzar más sin dirigirles estas palabras. Recordarles estos acontecimientos históricos de los que somos parte.
Les deseo que la sabiduría acumulada a lo largo de estos años y la voluntad de servir, sigan nuestros pasos, guíen nuestros pasos en esta noble tarea que hoy iniciamos.
Que viva la democracia y que viva el Senado de la República.
Muchas, muchas gracias a todos.