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 Versión estenográfica de la participación de la senadora Claudia Ruiz Massieu, presidenta de la Comisión Especial de Seguimiento a la Implementación del T-MEC, en la presentación del Grupo de Trabajo “T-MEC: Construyendo hacia 2026”, así como la clausura del Foro “Dos años del T-MEC: Retos y Oportunidades hacia una América del Norte más integrada”. 


 

Muchas gracias. 

 

Muy buenos días. Realmente es un gusto llegar a esta sesión de clausura, después de dos intensas jornadas de reflexión en torno al Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá, los retos y las oportunidades que nos ofrecen hacia la visión de seguir integrando la región de América del Norte. 

 

Quiero realmente expresar, en primer lugar, mi agradecimiento a todos quienes han colaborado en estas jornadas; a las distintas áreas del Senado, por supuesto. Al Instituto Belisario Domínguez; al Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques. 

 

A mis colegas senadoras y senadores por su respaldo. A los integrantes de la Comisión. A los ponentes, a los funcionarios del Gobierno Federal, que nos acompañaron. A todo el equipo de trabajo. 

 

Realmente creo que este ha sido un ejercicio útil, importante y que nos deja, como decía hace unos momentos el senador Madero, con mucha tarea por delante. 

 

Hemos tenido mesas de diálogo, intercambio entre los ponentes muy enriquecedoras, también muy ilustrativas. No sólo respecto de una evaluación, un corte de caja de los resultados hasta ahora, de todo el proceso de integración comercial de América del Norte, desde el TLCAN hasta hoy el T-MEC, de la situación que guarda; sino también el esbozo prospectivo de hacia dónde vamos, los retos que tenemos por asumir y las oportunidades que también debemos de asir, con una visión, insisto, compartida. 

 

Salimos de aquí, creo que con un pulso mucho más preciso, ya sea desde el punto de vista legislativo, también empresarial, desde la academia, la ciudadanía, por supuesto quienes tienen una responsabilidad pública o de gobierno. Del estado de cosas, pero también de lo que tenemos que hacer hacia adelante o de lo que nos gustaría hacer, de los muchos riesgos que sigue enfrentando la noción de América del Norte como una región integrada; pero también los espacios de oportunidad. 

 

Hay algo que particularmente el senador Madero, ha sido siempre muy puntual en señalar, y es: si esta integración comercial, que a todas luces los números hablan por sí mismos, ha sido exitosa y benéfica para los tres países que integramos la región; por qué no hemos podido construir tampoco o consolidar una realmente visión compartida, como una región que debe y puede integrarse de muchas otras maneras y aprovechar ya lo que es el piso que nos da la integración comercial, para ir construyendo un lenguaje común, una visión común de la región en torno a otros temas. 

 

O a lo mejor no. A lo mejor esta arquitectura que nos hemos dado, que es fundamentalmente comercial, aunque desde luego el T-MEC tiene estos otros componentes ya que hablan de valores compartidos, que tienen que ver con un bienestar y ciertos principios que compartimos los tres países; pero a lo mejor ese es el arco de su vigencia, es simplemente quedarse como un acuerdo comercial que aspira a crear condiciones de bienestar para los pueblos de los tres países, sin pensar en una integración. 

 

Y no hablo de una integración, digamos, formal de sesión de soberanías o autonomías; sino una integración más amplia. No lo sé, creo que es parte de las cosas que nos quedan para reflexionar después de estos días. 

 

Hemos hablado de la importancia de cuidar también el patrimonio que significa la integración comercial de América del Norte a través del T-MEC, como un valor que tenemos que cuidar, porque es esencial para la prosperidad de nuestros tres países; pero también porque es la piedra de toque para seguir construyendo una integración mucho más profunda, un valor y un patrimonio que no podemos dar por sentado, que tenemos que cuidar, que tenemos que procurar para que siga creciendo y siga dándonos mayores beneficios, pero también para alcanzar su potencial. 

 

Y, en ese sentido, también ha quedado aquí apuntado de alguna u otra manera, en todas las mesas, más allá de las áreas concretas de oportunidad, respecto a la realineación geopolítica que se está dando en el mundo; las exigencias que sucesos como la guerra entre Rusia y Ucrania, le plantean a las economías del mundo o a los bloques económicos para repensar sus estrategias y sus prioridades, y aprovechar en este caso para nosotros, lo que ya tenemos, esta arquitectura; pero también quizá pensar en cómo potenciar más nuestras complementariedades. 

 

Lo cierto es que hay que, permanentemente estar buscando cómo seguir dotando de legitimidad a este acuerdo y a la idea de la integración comercial, sustentándola en una apropiación por parte de nuestras sociedades, del T-MEC y de la región de América del Norte, como algo valioso para todos, algo cuyos beneficios tiene que tangibilizarse más para la ciudadanía, cuando hablamos de inversión, de empleos creados o de exportaciones. 

 

Me parece que para quienes estamos en esos temas o estamos más vinculados a ciertos sectores que se sienten más beneficiados por esta integración, es muy claro. Pero lo cierto es que estos beneficios que trascienden estrictamente a lo que es la inversión, en el sentido frío o la integración de cadenas productivas o de valor; todavía no es algo que los mexicanos en general o el pueblo estadounidense o el pueblo de Canadá sientan como propio y sientan que están invertidos en ello. 

 

Y creo que ahí también hay una tarea divulgativa o pedagógica que tenemos que hacer todos los que creemos en esta visión, los que valoramos al T-MEC como un instrumento para construir sociedades más inclusivas, más prósperas; pero también una región que pueda verse a sí misma como una región que no sólo comparte potenciales o que de una manera pragmática decide utilizar sus complementariedades para generar riqueza; sino crecientemente como una región que también comparte -decía yo- valores, principios y una visión compartida de futuro para cada uno de los países de la región, pero también respecto del mundo. 

 

En ese sentido, creo que hay tres conclusiones primeras que podemos llevarnos de lo que aquí se ha planteado en estas jornadas. 

 

La primera, es que en México existe un consenso positivo -me parece- sobre los beneficios del tratado y esta integración hacia América del Norte, integración económica y comercial. Ya no hay un debate respecto de si es algo positivo, es algo que debamos revisitar; creo que eso está asimilado. 

 

Ahora, lo que nos falta es, justamente, que esos beneficios y esta visión del T-MEC en ese sentido, sea un patrimonio que todos los mexicanos queremos cuidar. Y para eso, necesitamos garantizar que sus beneficios lleguen a todas las regiones del país y a todos los grupos que integran nuestra sociedad. 

 

En segundo lugar, que potencializar la integración implica retos muy importantes, que sólo superaremos con una perspectiva de Estado. Es decir, todo lo que tiene que ver con la implementación del tratado, con la utilización del tratado para lograr los objetivos nacionales y para actualizar y verdaderamente abrevar de su potencial; trasciende a un gobierno en ese sentido o al gobierno. 

 

Es un tema de Estado, nos involucra a todos. Me parece que a todos los Poderes del Estado, pero también a la sociedad en general, a todos los actores políticos, sociales, económicos y en ese sentido, todos asumirnos como stakeholders de una visión y del mismo tratado. 

 

Y en tercer lugar, y quizá lo más importante, que la integración con América del Norte o el tratado, en este caso, no son fines en sí mismos: son de alguna manera herramientas que nos tienen que ayudar a lograr lo que cada país se fija como prioridad nacional. 

 

No son fines, son herramientas y me parece que ahí también hay una labor importante que hacer. No debemos, creo que, y aquí mi amigo, el diputado Guajardo, es algo que hemos tenido oportunidad de platicar a lo largo de los años, por circunstancia; creo que si algo nos enseña la experiencia que vivimos con el TLCAN, es que no se pueden dar por sentados los beneficios que genera un instrumento, una idea, un proyecto compartido en un momento dado con otros países. 

 

Se tiene que trabajar de manera permanente porque nada está exento de ser cuestionado con el tiempo, cuando cambian las circunstancias, cuando hay una situación adversa o cuando simplemente hay otras prioridades en el escenario nacional o regional, y eso también nos deja mucha tarea. 

 

Tomando esto en cuenta, en la Comisión Especial de Seguimiento a la Implementación del T-MEC; decidimos instalar un grupo de trabajo que auxilie a los órganos competentes del Senado, como la propia Comisión Especial, las comisiones de Relaciones Exteriores y de Relaciones Exteriores América del Norte, y a otras que por la materia que conocen, siempre tienen que ver con el tratado para evaluar y reflexionar y acompañar el día a día del tratado, y estaremos buscando darle forma a este grupo de trabajo, con una integración no sólo de senadoras y senadores; sino integrar a especialistas, evidentemente trabajar con el Gobierno de la República y los gobiernos de las entidades federativas, que me parece que también se revelan como actores cada vez mucho más relevantes, importantes en la vigencia del tratado y en la utilización del tratado, para lograr estos fines de prosperidad incluyente, crecimiento y mayor integración. 

 

Este grupo queremos que tenga como principal tarea, la provisión de insumos técnicos para una labor justamente que esté orientada a la legitimación, a la divulgación y a la construcción de un respaldo ciudadano permanente del tratado, de la visión de América del Norte. 

 

Y como todo lo que hacemos en el Senado y en la Comisión, desde luego que tendrá una integración plural donde la diversidad de opiniones puede enriquecer su trabajo; pero queremos que también sus resultados y sus productos sean insumos que puedan servir a nuestro país en esta revisión constante, en esta evaluación permanente y en esta realización de prospectiva también permanente, de cómo el tratado puede mejorar, cómo podemos aprovechar las oportunidades que presenta, cómo debemos por un lado advertir, pero por otro lado subsanar los retos o las brechas de cumplimiento que tengamos. 

 

Y bueno, también de cara al proceso de revisión que tendrá el tratado en 2026, me parece importante que se vaya generando una consciencia de que hay que invertirnos en que las cosas funciones adecuadamente, que los compromisos se cumplan, pero que también el tratado vaya dando esos frutos que esperamos y que la sociedad mexicana, en este caso en general, vaya también acompañando este proceso y siendo parte de la fortaleza con la que pueda llegar México a una revisión del tratado y al mismo tiempo, creo que hay un pendiente de ir construyendo con nuestras contrapartes, hablo por el Legislativo también; en Canadá y en Estados Unidos, un lenguaje común en torno al tratado, una comunicación permanente respecto de sus retos, sus oportunidades, que nos brinde también una mayor comprensión y entendimiento de los momentos y temas, las perspectivas que cada país tenga al respecto, para poder asegurar que hacia futuro seguiremos hablando de una región integrada, de un T-MEC o de un instrumento que nos dote de una arquitectura, nos siga dotando de una arquitectura confiable que nos dé certidumbre y que nos permitan profundizar en esta idea de integración. 

 

Yo no tengo más que darles las gracias, la bienvenida a quienes me acompañan. 

 

Saludar muy afectuosamente y con reconocimiento al embajador Clark, por acompañarnos en esta sesión de clausura. 

 

Al presidente de la Mesa Directiva del Senado, el senador Armenta Mier. 

 

Al diputado Ildefonso Guajardo, quien como pocos en México conoce justamente al T-MEC por haber sido uno de los principales responsables de su negociación. 

 

Desde luego a Patrick O’Reilly, en representación del embajador de Estados Unidos, consejero económico de la Embajada. 

 

Y a mi amigo y compañero, el senador Gustavo Madero.