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Número-156

  • Las y los estudiantes de nivel secundaria y media superior deben reconocer y evitar situaciones de este tipo: Graciela Gaitán.

     

La senadora María Graciela Gaitán Díaz propuso hacer un llamado a la Secretaría de Educación Pública a que implemente una estrategia nacional que permita a las y los estudiantes de nivel secundaria y media superior, identificar actos de violencia y agresión física, sexual y psicológica en el noviazgo. 

 

En el punto de acuerdo enviado a la Comisión de Educación, la legisladora del Grupo Parlamentario del PVEM argumentó que es fundamental que en los planteles educativos públicos y privados se les brinden herramientas a las y los estudiantes que les permitan detectar y prevenir relaciones que generen este tipo de actos. 

 

Expresó que no sólo es necesario que se aborde este tema en esos niveles educativos, ya que la adolescencia, dijo, es una edad importante para evitar normalizar situaciones violentas, a fin de que en su vida adulta puedan construir relaciones sanas tanto de noviazgo, amistad, trabajo, entre otras. 

 

De acuerdo con el Instituto Nacional de las Mujeres, en el ámbito escolar, la prevalencia nacional de violencia asciende a 25.3 por ciento y que las mujeres han referido que durante su vida de estudiante padecieron principalmente violencia física como pellizcos, jaloneos, empujones, puñetazos, patadas e, incluso, agresiones con armas punzocortantes o de fuego. 

 

Aunado a ello, indicó que también sufrieron intimidación, acoso, hostigamiento y abuso sexual. Además, violencia emocional, principalmente ofensas o humillaciones vinculadas a su condición de mujer, así como intimidación y acecho. 

 

Gaitán Díaz advirtió que estos datos pueden incrementar si se considera que muchas adolescentes no reconocen una situación de violencia, por parte de la persona que ellas consideran que les demuestra amor. 

 

Destacó que la mayoría de las mujeres adultas que hoy han sido violentadas, reconocen que durante el noviazgo vivieron situaciones de este tipo, pero no las identificaron, por lo que resulta primordial dotar a las y los jóvenes de mecanismos que les permitan reconocer dichas conductas y prevenirlas.