Versión estenográfica del mensaje de clausura de la senadora Rocío Abreu Artiñano, en el foro “Mujeres que abrieron camino”.

 

Muchas gracias, Soraya. Y, de verdad, muchas felicidades por tan hermoso evento.

 

Muchas felicidades a la magistrada Mónica Güicho, porque siempre, siempre está colaborando con las mujeres. Mónica, eres incansable y eres una gran aliada, pero no en el discurso: en los hechos, que es lo más importante.

 

Ministra Margarita: de verdad nos sentimos muy orgullosos de ti, porque sabemos que nada fácil se te ha dado, como a todas las que estamos aquí y las que no están aquí. Sigue luchando, y, sobre todo, sigue respaldándonos. Necesitamos muchas voces de procuración de justicia para nosotras.

 

Ana Lilia, mi querida compañera y presidenta de la Mesa Directiva. Y les digo con mucho orgullo, Ana Lilia es una mujer de lucha, de cuna humilde, además, de pueblos originarios, y lo más importante: valiente; no se deja de nadie.

 

Yo me siento muy orgullosa que en esta Legislatura hemos tenido legislaturas de paridad. Primero tuvimos a Mónica, nuestra senadora de Tabasco, primera presidenta en esta Legislatura, y ahorita es Ana Lilia; a la ministra Olga Sánchez Cordero, también.

 

Y ha sido la Legislatura que más mujeres hemos podido encabezar no sólo la presidencia, y al mismo tiempo en las dos cámaras, que eso es histórico.

 

Nunca había pasado esto, sino también muchas de nosotras rompimos el techo de cristal. Mónica, en Gobernación; yo, en la Comisión en materia Energética, que es un área vetada para las mujeres.

 

Les puedo platicar todas las ingenieras, teólogas que hemos tenido, que no les daban espacio, que hay acoso, que hay el “Club de Toby”, porque además ese no se dice, pero ese se ejerce: “ven, siéntate, y en redes platican, y, ay, mírala; dale un cafecito, ¿no?” Cuántas veces no nos ha pasado en todas, en todas nuestras áreas.

 

Ser mujer, como bien lo dijeron, no es fácil, pero es un orgullo. Como dijo Dios. Dios le dio material especial a una mujer; la hizo resistente para poder dar vida, pero la hizo sensible para poder expresarse.

 

Las hizo tan sabias que las hizo madres; las hizo amigas, confidentes, y nos hizo responsables de educar también, no sólo con los señores y con los caballeros, sino como madres.

 

Yo estoy convencida que desgraciadamente también tenemos la responsabilidad que muchos hijos son machistas por madres machistas, y eso no lo podemos hacer a un lado.

 

A veces hablamos sólo del hombre, pero no hablamos también de la responsabilidad de nosotras al educar, al decir: “no te quita nada cuidar a tu hijo; levanta tu plato de la mesa, y si lavas los platos no pasa nada”.

 

El ser hombre no se quita por lavar un plato, por cambiarle el pañal a un hijo. Hombre es aquel que tiene la capacidad de saber lo que es, y no intimidarse por un comentario de alguien que al final de cuentas hay que tenerle pena, porque el que busca es que algo esconde, y hay miedo normalmente. Es así.

 

Puedo pasarme todo el día hablando, porque desgraciadamente el problema de nosotros los políticos es que nos encanta hablar, pero ya abusamos de ustedes.

 

Lo único que les digo es que para mí ha sido un gran orgullo, un gran honor haber compartido este Día tan especial, con mujeres, con hombres tan valiosos, como ustedes, como los que están en sus casas, como todos aquellos que todos los días salimos a luchar, que a pesar de caernos nos levantamos, nos sacudimos las rodillas y le damos cara a la vida.

 

Aquellos que, a pesar de haber pasado pérdidas, no dejamos de decir que hoy es un Día. Y como bien lo dijo la profesora que nos hizo favor de imponer la plática: un día se va y es un recuerdo que queda para toda la vida.

 

También les recomiendo que aquellos que tienen la oportunidad de ser padres, abuelos, tíos -como yo-, entendamos que el mejor bagaje que les podemos dejar a nuestros hijos, primero, como bien lo dijeron, es el tema de la educación, el ejemplo, pero la experiencia.

 

Mis papás murieron en el año pasado los dos, con una diferencia de cuatro meses. Es un golpe terrible en mi vida, pero me enseñaron a ser una mujer fuerte; me enseñaron a ser una mujer responsable ante lo que la vida me ha dado, que ha sido la oportunidad de servir.

 

Me enseñaron a ser aguerrida y no dejarme, pero no pasar encima cuando gane una lucha. Esa es la capacidad que tenemos nosotras.

 

Y, de verdad, el tesoro más grande que me ha dejado la vida y me ha dejado mi familia, sobre todo una madre; yo vengo de una madre, yo vengo de una familia de mujeres muy fuertes.

 

Lo platiqué en la mañana, mi abuela enviudó muy joven, y era una mujer que tenía barcos camaroneros en el estado de Campeche, cuando las mujeres, ¡pues cómo iban a traer barcos camaroneros! Imagínense ustedes.

 

Y mi mamá siempre fue una mujer de carácter fuerte, que me defendía, ante todo, pero noble a la vez. Decía que el haber nacido donde nacimos es un regalo de Dios, y que el que tiene menos condiciones en todos sentidos, porque no hablo sólo del dinero.

 

Hay gente muy rica que no tiene ni siquiera corazón, y hay que tener pena por el que, por ser condescendiente -no pena-; ser condescendiente con el que no pudo, digamos, tener esa dicha de tener un entorno hermoso alrededor de uno que es lo que nos nutre, hay que ser generosos.

 

Pero les decía que el regalo más grande que me dejaron mis papás son los recuerdos. Cada vez que me siento triste y los extraño, voy a ese baúl y lo abro.

 

Me ha costado mucho entender su partida física, pero lo que me queda es sentirme orgullosa de lo que soy, sentirse orgullosa de lo que son cada una de ustedes, guerreras, que hoy en día estamos compartiendo esta lucha que la iniciaron las primeras mujeres, en compañía de nuestros compañeros y aliados hombres, y que la heredaremos a las siguientes generaciones.

 

¡Muchísimas felicidades a todas!

 

Muchas gracias.

 

Y ahora sí. Siendo el día 7 de marzo, a las 19:47 horas, damos por concluido este hermoso evento, donde salimos felices.

 

¡Felicidades a todos!

 

Gracias.