Versión estenográfica del mensaje de la senadora Ana Lilia Rivera Rivera, presidenta de la Mesa Directiva del Senado de la República, en la inauguración del Foro “Mujeres abriendo camino”. 

Buenas tardes a todas, a todos los presentes, a quienes nos acompañan siguiéndonos a través del Canal del Congreso, de nuestras redes sociales.

 

Doy la bienvenida con cariño, con respeto, con profunda admiración, al presídium que hoy es un presídium de lujo. Todas mujeres extraordinarias.

 

Muchas gracias. No nombraré una por una, porque todas son especiales, como todas las que están frente a mí, también están a mi derecha, a mi izquierda y allá, en el otro lado de la pantalla.

 

Me congratula dirigirme a ustedes en este importante Foro, en el que nos congregamos para honrar y reconocer el invaluable legado de las mujeres que han abierto camino para nosotras.

 

Como presidenta del Senado de la República, es para mí un deber y un honor, rendir homenaje a aquellas valientes mujeres primeras, cuyo coraje, determinación y sacrificio han allanado el camino para las generaciones de hoy y las que vendrán.

 

Desde los albores de nuestra historia, las mujeres mexicanas han desempeñado roles fundamentales en la construcción de la nación. Desde la lucha por la independencia, hasta las batallas por la igualdad y la justicia social; las mujeres siempre hemos estado ahí, hemos estado en la coyuntura, enfrentando adversidades y desafiando las normas establecidas.

 

Recordemos a mujeres como Leona Vicario, quien con su valentía y compromiso apoyó la causa independentista desde las sombras, arriesgando su vida por la libertad del pueblo de México.

 

Pensemos en las valerosas soldaderas, que durante la Revolución Mexicana desafiaron los cánones de género al unirse a las filas combatientes, demostrando su coraje en los campos de batalla y su fortaleza en la retaguardia.

 

No podemos olvidar tampoco a las incansables defensoras de los derechos humanos y la justicia social, que hoy dan prueba de todo lo que lucharon, en las leyes, en la calidad de vida que hemos alcanzado, en el reconocimiento público; y los invitamos, si tienen tiempo, a que den un recorrido en la Galería que el Senado de la República tiene expuesto en las afueras de este recinto, donde vemos personajes maravillosos como Hermila Galindo, que luchó incansablemente por el sufragio femenino y la igualdad de género en todo momento.

 

Sus ideas en su tiempo, fueron consideradas subversivas. Su valentía y la educación abrieron camino para que las mujeres mexicanas pudiéramos participar plenamente en la vida política y social de nuestro país.

 

Y en tiempos más recientes, hemos sido testigos del coraje y la determinación de mujeres como Rosario Castellanos, Elena Poniatowska, Ifigenia Martínez, nuestra compañera senadora y próxima diputada federal, entre otras; que a través de su arte, literatura y activismo, han elevado la voz para que los derechos de las mujeres sean reconocidos.

 

Sin embargo, debemos ser conscientes de que aún nos queda mucho por hacer, a pesar de los logros que hemos impulsado en México, las mujeres seguimos enfrentando desafíos y obstáculos en la búsqueda de la igualdad y la justicia social.

 

La violencia de género, la brecha salarial y la discriminación persisten como realidades que debemos abordar con urgencia y determinación.

 

Desde el Senado de la República, hemos propuesto, impulsado y aprobado muchas iniciativas y leyes que han transformado indudablemente, el futuro de nuestras hijas, de las mujeres. Como nunca, como nunca en la historia de México hemos legislado, imagínense ustedes, cinco reformas constitucionales y 24 reformas legales a favor del principio de igualdad de los derechos de las mujeres.

 

Es, indudablemente, la Legislatura que más ha legislado a favor de las mujeres en la historia de México, y eso lo hemos hecho en estos casi seis años.

 

No obstante, el un Estado de Derecho no basta con que cambien las leyes: las mujeres de este siglo estamos obligadas a contribuir desde nuestros espacios, ya sea como procuradoras de justicia, magistradas, mujeres que trabajan en áreas de salud, en educación, como policías, etcétera.

 

Todas debemos buscar en todos nuestros actos, la igualdad sustancial en la vida cotidiana, en la justicia, en el empleo, en los salarios, en la educación y por qué no, en la felicidad plena que merecemos.

 

En este día brindamos homenaje a las mujeres que han sido precursoras y visionarias; aquellas que han desafiado las normas y han abierto nuevos caminos para generaciones futuras. Su legado nos inspira a seguir adelante, nos invita a no fallecer nunca en nuestra lucha por un mundo más justo, inclusivo y equitativo para todas y todos; porque se trata de aceptar las cosas que no podemos cambiar.

 

No se trata de aceptar las cosas que no podemos cambiar, sino de cambiar las cosas que no podemos aceptar. Por eso, sólo hoy, sino todos los días renovemos nuestro compromiso de seguir trabajando para el futuro más justo, más igualitario.

 

Y que viva la revolución más grande de la historia de la humanidad. Una revolución inacabada, una revolución en la que cada generación pone el granito de arena que le corresponde: es la revolución femenina. La revolución más grande la humanidad.

 

Y que vivan las mujeres.

 

Muchas gracias.