Marybel Villegas, hola Marybel, ¿cómo estás? Me da mucho gusto, es la presidenta de la Comisión Especial encargada de dar Seguimiento a los casos de Feminicidio de Niñas, Adolescentes y por supuesto de las Mujeres. 

 

Y a la maestra Adriana Medina Villegas, especialista en la Atención Psicológica de Primer Contacto a mujeres Víctimas de Violencia. 

 

Muchas gracias, Marybel y muchas gracias Adriana. 

 

Buenas tardes a quienes nos acompañan vía Webex, por las redes sociales del Senado de la República y por el Canal del Congreso. Sean ustedes bienvenidas, bienvenidos a este ciclo de charlas, que no son conferencias, son charlas, en esta ocasión vamos a enforcarnos sobre un tema que es por demás importante: mujeres por una vida libre de violencia y nos centraremos en la violencia de pareja. Ese es el tema que nos ocupa el día de hoy. 

 

Las personas normalmente hablamos desde nuestra circunstancia. En mi caso personal, he tenido la fortuna de contar con un compañero de vida de casi 55 años; tiempo en el que hemos superado metas personales, educativas, laborales, compartido la crianza de tres hijos, de siete nietos. 

 

He encontrado el apoyo que he requerido durante mi carrera profesional y si algo he aprendido, es que no hay un mejor sistema de soporte que el que se encuentra en tu familia y principalmente en tu pareja. 

 

Sin embargo, lamentablemente no todas las mujeres tienen este sistema de apoyo, por el contrario, por el contrario, el día de hoy precisamente nos estamos centrando en la violencia de pareja. 

 

Resulta alarmante conocer las cifras que proporciona el INEGI en la Encuesta Nacional sobre la dinámica de los hogares 2021. Ella refleja que un 40 por ciento de las mujeres mexicanas en una relación, sufrieron violencia por parte de su pareja, siendo la violencia psicológica y la emocional la más común; pero no deja de tener relevancia la violencia física y la violencia económica. 

 

De acuerdo con ONU Mujeres, la mayoría de las víctimas de violencia de pareja no logran dares cuenta de que están siendo violentadas. Lo tienen como algo normal, lo tienen como algo cultural, lo tienen internalizado, tienen miedo de su agresor, no tienen los medios económicos para salir de la situación. Están preocupados, preocupadas por lo que les pueda pasar a sus hijos, en caso de no tenerlos o no poderlos alimentar. 

 

Temen que si denuncian ante las autoridades, estas no les brinden apoyo. Desafortunadamente en nuestro país aún siguen los estereotipos y costumbres misóginas y siguen normalizadas muchas conductas violentas hacia las mujeres por parte de su pareja. 

 

Durante la pandemia se intensificó, las mujeres estaban encerradas con sus agresores. Esta crisis sanitaria afectó desproporcionadamente a las mujeres y las dejó vulnerables al abuso y a la violencia. 

 

Los violentadores prosperan en un sistema en el que las mujeres son vulnerables, de ahí la importancia de generar mecanismos y redes de soporte a nivel familiar, social, institucional, para prevenir la violencia de pareja. 

 

El primer frente es la red de apoyo en el círculo cercano en la familia, en el entorno escolar y laboral. Desde luego, el Estado debe proveer información y mecanismos de atención para las víctimas, así como herramientas para atender las causas estructurales de la violencia machista y patriarcal que aún se presenta en nuestras sociedades. 

 

Por ello, es necesario ampliar la discusión y la sensibilización a la sociedad en su conjunto, haciendo énfasis en nuevos modelos de crianza, en nuevas masculinidades en las que la violencia no sea la expresión de lo que significa ser hombre. 

 

Si bien la prevención es la mejor herramienta para erradicar la violencia contra las mujeres, las adolescentes y las niñas; las autoridades no nos podemos quedar atrás. Las mujeres requieren protección, requieren de la acción del Estado mexicano en su conjunto. 

 

Recuerdo con mucha claridad y seguramente Adriana lo sabe y lo conoce bien, cuando cambiamos la jurisprudencia de la Suprema Corte para decidir que efectivamente había violación entre cónyuges, que fue una de las grandes sentencias que cambió la mentalidad de la Suprema Corte, inclusive de decir que era el abuso de un derecho y no la violación, cuando era violación. 

 

Desde el Senado estamos comprometidos contra las violencias, y es claro. Mis compañeras y compañeros senadores hemos concretado importantes reformas para prevenir y atender y sancionar las violencias; concretamos reformas para sancionar la violencia vicaria, que es tremenda contra la mujer; la explotación sexual y el tráfico de mujeres, así como el feminicidio. 

 

En el Periodo Ordinario anterior dimos pasos gigantescos con la aprobación 3 de 3 contra la violencia, la prohibición del matrimonio infantil y también equiparado, porque ahora resulta que ya no se casaban, porque era matrimonio el que estaban sancionando, entonces lo que hicimos fue extenderlo a relaciones análogas, para que fuera sancionado también como delito. 

 

Avanzamos en el registro nacional de obligaciones alimentarias, que me decían “no va a pasar, no va a pasar”; “¡Claro que sí!” y pasó. 

 

Pero tenemos que hacer una gran combinación de acciones en el sector público, pero también a nivel de las organizaciones civiles dentro del núcleo familiar, dentro del grupo social y es fundamental acompañar y sancionar este tipo de violencia. 

 

Quiero también decir que hoy tenemos en el Código Nacional de Procedimientos Civiles y Familiares, que el que abandone el hogar es el agresor y no la mujer violentada y agredida. Creo que eso es muy importante. 

 

También comentarles por último, pero sí me gustaría Adriana, Marybel, comentárselo a todos los que nos escuchan, que en algún momento yo invité a participar al INEGI en las reuniones de violencia de género que tenía yo en la Secretaría de Gobernación. Y le dije a Adrián Franco, que es un gran comisionado y una gente muy importante dentro del INEGI. 

 

Le dije “Adrián, tú me estás dando los resultados en tus encuestas y en tus resultados del INEGI que me causan un problema. Fíjate que estás diciendo y estás aportando un número mucho mayor de mujeres violentadas en el centro y en el norte del país, y un número menor en el sureste”. Y le dije: “las preguntas que hace el INEGI en el sureste deben de cambiar, porque la mujer norteña y del centro de México tiene muy claro lo que son violencias, o más claro que las mujeres del sureste. 

 

Las mujeres del sureste tienen más internalizada que es la normalización de las violencias de su pareja, y por eso te contestaron que no tenían violencias, pero es porque no las tienen identificadas y no las conocen”.  

 

Dije, “entonces tu análisis del INEGI tiene que ir diferenciado, porque si no, vas a tener estos resultados de que hay mayor cantidad de mujeres violentadas en el norte y en el centro que en el sureste”. 

 

Y me dijo: Tienes razón. Voy a cambiar la metodología y las preguntas en el sureste, para que tengamos datos reales. 

 

Porque las mujeres del sureste no se dan cuenta que son violentadas, como si se dan cuenta las mujeres norteñas y las mujeres del centro. 

 

Entonces, fíjate allí Adriana, hasta en eso nos tenemos que fijar para poder avanzar en contra de estas violencias. 

 

Bueno, yo quiero dejar aquí mi intervención, porque hay muchas cosas que ustedes tienen que aportar, así que voy a darle la palabra, ¿quién sigue ahora?